Abelardo Carro Nava
Corrían los primeros meses del 2012 y se anunciaba con bombo y platillo el estreno del documental absurdamente llamado “De Panzazo”, mediante el cual, según sus directores Carlos Loret de Mola y Juan Carlos Rulfo, se abordaba el tema de la crisis de la educación de México.
La denostación hacia el magisterio había comenzado en complicidad con los gobiernos, azules y tricolores, eminentemente neoliberales. No había de otra, si la educación de nuestro país ocupaba el lugar que ocupaba, se debía, entre otras cuestiones, al desempeño de los profesores.
La maestra Elba Esther también estaba en la mira, puesto que al ser la dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores (SNTE), con todo el poder acumulado por años, había impedido el desarrollo de la educación en nuestro país. Por su parte, el Secretario de Educación, Alonso Lujambio, salió bien librado; claro, poco “podía hacer” ante el inconmensurable poder de este Sindicato.
Las salas de cine se llenaron, el mensaje se había enviado, y el camino para la llegada de Enrique Peña Nieto se había alineado.
Con la “transición” gubernamental la reforma educativa tan anunciada no vio obstáculo alguno. El Pacto por México había logrado su cometido: precarizar el ya de por sí precarizado trabajo de miles y miles de trabajadores de la educación. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se mantuvo firme. Rijosos los llamaron. ¿Por qué no quieren evaluarse si ellos mismos evalúan a sus alumnos? Fue otro de los mensajes que constantemente se enviaron solo que, quienes los difundían, olvidaron que, por años, de manera voluntaria también eran evaluados.
¡No es una reforma punitiva! Se dijo hasta el hartazgo; pero la ley era clara: te evalúas o pierdes tu trabajo. Represión, denostación y discriminación hacia una de las profesiones más nobles fue constante durante este gobierno y ¡cualquiera puede ser maestro! se convirtió en el sello distintivo de quien alguna vez fuera conocido como el sargento Nuño.
Además de la CNTE, pocas voces dentro del magisterio se escucharon, como el de una profesora del estado de Chihuahua quien, en un evento al que asistieron diferentes profesores de la República Mexicana con el Secretario de Educación, con voz firme y sin pausa asentó: ¡No hay maestros de primera o de segunda, somos maestros! Muchos lo celebramos. Por primera vez, en un evento público, con docentes evaluados en su desempeño, el funcionario que ocupaba la silla de Vasconcelos fue obligado a guardar silencio.
Desde luego, hubo quien coincidió con la política educativa del peñanietismo, y estaban en todo su derecho, puesto que diversas circunstancias laborales y profesionales habían impedido que accedieran a un trabajo, o bien, que ascendieran en su carrera profesional dada la inmensa corrupción que prevalecía en Carrera Magisterial (por ejemplo), programa que a todas luces fue corrompido por el SNTE en complicidad con las autoridades educativas locales y federales. La Secretaría de Educación, nunca fue colonizada, fue cedida a esas indeseables cúpulas políticas y sindicales. La educación, como ha sucedido y sigue sucediendo, no es una prioridad para los gobiernos.
Pasaron los años y las manifestaciones de rechazo o aceptación a la tan nombrada mal llamada reforma educativa, no cesaron, por el contrario, se incrementaron.
Curiosamente, los medios de comunicación hicieron lo suyo y mostraron la otra cara de la moneda de ese descredito. Poco a poco, ciertos políticos que hoy gozan de las mieles de Palacio Nacional, capitalizaron tales hechos y el triunfo se obtuvo sin ningún miramiento.
¡No somos iguales! Se repite cada mañana en las conferencias de prensa, pero esto no es del todo cierto. La política educativa neoliberal sigue tan presente en los pasillos, salones y oficinas de la Secretaría de Educación Pública (SEP). La llegada de Esteban Moctezuma no auguraba nada bueno.
Se desapareció al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y “dejó” de operar la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), pero en los hechos ésta nunca se ha ido, la Unidad del Sistema para la Carrera de los Maestros y las Maestras (USICAMM), es una copia mal hecha que ha convertido sus procesos en un verdadero martirio para cientos de maestras y maestros ¿Ya no son iguales? Se repite una y otra vez hasta el hartazgo, y los hechos demuestran lo contrario.
La emisión de un calendario escolar sin ningún dejo de consulta más que el dicta el viejo y arcaico autoritarismo de antaño se cumplió: las órdenes son para cumplirse. El patrón manda, los subordinados atienden, y el sindicato, ¿cuál es el papel de un sindicato?
Ahora bien, en esta ocasión, pocas no fueron las voces de rechazo ante tal hecho; la revalorización tan prometida se ha quedado en eso: en una promesa que puede convertirse en eufemismo. Y luego, la división magisterial tan lógica y esperada: unos a favor y otros en contra. ¿El motivo? Es lo de menos, porque tal división no permite dilucidar con claridad que la SEP no sabe qué hacer ante las terribles consecuencias que ha dejado la pandemia en el ámbito educativo. ¿Desconocimiento, incapacidad, ineficiencia o la realidad de las condiciones que imperan en esta materia en el país? Una realidad que, indudablemente, se liga con ese desconocimiento, incapacidad e ineficiencia que han dejado diferentes gobiernos que, dicho sea de paso, han colocado al frente de la SEP a quien han querido.
¿Se necesitaba la llegada de un miembro del magisterio a esta Dependencia para atender todo aquello que debería atenderse? La respuesta, afirmativa, podría ser la que persiga la lógica pues, con el conocimiento de lo que ocurre en aquel terreno indómito conocido como escuela, lo llevaría a marcar un camino diferente dada la sensibilidad, empatía y sabiduría que la misma experiencia profesional y personal le ha dejado. Desafortunada realidad, tristes resultados.
Curiosamente quien debería dirigir los caminos de la educación en México con tales cualidades, considera que más días al calendario escolar traería excelentes resultados ¿Sobre qué base pedagógica y didáctica se fundamentó esta decisión? Me gustaría saberlo; y no por estar resentido con tal hecho, más bien, para comprender los ajustes que, en política educativa se están haciendo.
¡Qué bueno que haya escuelas que cuenten con todo lo necesario para brindar una educación que realmente necesitan miles de estudiantes! Desafortunadamente no todas cuentan con ello, y eso lo sabemos.
Me consta el extraordinario trabajo que cientos de profesoras y profesores realizaron durante el ciclo escolar que está por terminar. Como todo en la vida, no niego que haya quienes no lo hayan hecho, pero si el cuestionar sobre una decisión que toma la autoridad sin sustento alguno más que el que le otorga el puesto que le fue conferido me lleva a ser un resentido, desde luego que soy y seré un resentido, al igual que muchos de estos valientes maestros.
¿No acaso el cuestionamiento es un principio básico que debe fomentarse en cada una de las aulas con nuestros alumnos?
No, ahora la denostación no proviene de una sala de cine; emana de una férrea simpatía que bien pudiera confundirse con fanatismo.