En estas últimas semanas, he tenido la fortuna de trabajar con varios docentes de algunas entidades de mi querida República Mexicana, con la intención, de brindarles una orientación o asesoría para la construcción de sus Proyectos de Enseñanza que, como sabemos, es uno de los momentos que la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), consideraron para la valoración del desempeño docente en estos meses, además del informe de responsabilidades y el propio examen.
Proyectos que, a decir de las propias autoridades, podría evaluar el quehacer profesional de los mentores en los niveles educativos que conforman el complejo Sistema Educativo Mexicano (SEM). Dudas, inquietudes, zozobra, desesperanza, incertidumbre, entusiasmo, conformidad, aceptación, rechazo, entre otros adjetivos más, fue lo que pude percibir en varios de los profesores y profesoras con los que tuve el gusto de compartir momentos altamente enriquecedores y de los cuales, deseo exponerle, algunas ideas con la intención de aportar mi granito de arena, al necesario debate que debe y tiene que seguirse dando, sobre las formas de evaluación que se están implementando en mi México querido.
Por principio de cuentas, debo señalar que esta forma en que se pretende evaluar al magisterio mexicano, no es nueva. El trabajo que puede realizarse a partir de considerar una metodología como lo es el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), data de hace algunos años. Y bueno, alguien pensó que a través de tal metodología puede ser evaluado el maestro, y es cierto. No obstante, hay una cuestión que me sigue retumbando en la cabeza y que deseo plantearla en estos términos: ¿qué tanto puede valorarse el quehacer docente a partir del ABP que planea, desarrolla y evalúa el profesor, si en el aula ocurren un sinfín de situaciones que el mismo docente no puede considerar y/o registrar dadas las limitaciones que plantea la guía técnica para la construcción de dicho proyecto?
Y es que mire usted, como bien sabemos, los problemas educativos son multifactoriales, es decir, que una situación detectada en un grupo de alumnos, tiene su origen en las múltiples circunstancias que viven a diario los seres humanos y, por ello, lo que el docente realiza en el aula, debe considerar no solo un campo formativo y/o asignatura, sino muchos elementos más, para su atención y probable resolución. Ciertamente una muestra es representativa para este esquema de evaluación pero, ¿qué tan pertinente es considerar solamente eso, una muestra?
¿Qué puedo hacer si en la comunidad en la que viven mis alumnos las condiciones económicas no les permiten alimentarse como debieran y, por tales razones, mis estudiantes no logran concentrase ni desarrollarse como debieran?, ¿acaso debo comprarles el alimento? Fueron dos preguntas que una docente me hizo en su momento y que, para acabar pronto, limitaron mi respuesta dado que ante tales circunstancias, el papel del docente y, en este caso, de quien conduce el curso, son limitadas o fueron limitadas.
Ciertamente, el papel del docente es fundamental para lograr el desarrollo de sus alumnos; no obstante, las condiciones económicas, sociales, políticas y hasta culturales, ajenas a su propio papel y desempeño, se escapan, muchas veces, de las manos.
Ahora bien, si esto no fuera suficiente, una cuestión más que aún sigo reflexionando es la siguiente: ¿qué tanto el evaluador realizará su evaluación considerando esos elementos que solamente en el aula ocurren y que resultan de una interacción que solo sucede en el aula?
Es aquí donde entra de lleno el tema de la observación en toda la extensión de la palabra. Si en las escuelas normales, en las universidades, en los posgrados, vaya, en los propios planes de estudio se afirma que dicha observación es fundamental para registra los fenómenos, mismos que a su vez, deben ser codificados para interpretarlos y se puedan tomar las decisiones más pertinentes, ¿por qué la evaluación docente no se apega a la observación en la que esos evaluadores in situ valoren el trabajo que realiza el profesor frente a grupo?, ¿evaluar desde un escritorio tendrá la misma fiabilidad de aquella que se realiza en el aula?
El trabajo que puede hacerse considerando el ABP no es malo. No, no estoy diciendo ello. Tampoco estoy diciendo que no se pueda evaluar a través de esta metodología. Lo que estoy diciendo es que esta evaluación, aunque es viable, es reducida o limitada para los efectos que se consideran desde los órganos centrales. Entiendo que el INEE ha hecho lo posible para acercarse a la forma de evaluación que se apegue a criterios objetivos con la intención de mejorar lo que, a decir de ellos y las autoridades de la SEP, puede mejorarse. No obstante, no debe olvidarse que si hay algo que no puede desprenderse de la misma evaluación, es la subjetividad que, por más que se diga lo contrario, está implícita en dicho proceso evaluativo en esa dicotomía tan conocida: evaluador y evaluado.
Con este proceso, ¿no estaremos entrando a un terreno pantanoso en el que el evaluado solo cumpla por cumplir y el evaluador solo evalúe por evaluar… ¿y el tema educativo relacionado con los procesos de enseñanza y aprendizaje que ocurren en el aula?
Como hemos visto, oído y conocido, la SEP ha gastado una cantidad impresionante en recursos para lograr una amplia difusión de los programas educativos que entraran en vigor el año próximo, ¿cuándo lo hará para capacitar y actualizar al magisterio? Si el INEE ha observado que la evaluación que están implementado en el país, dirigida a los profesores, ¿por qué considerar tres momento evaluativos para valorar el trabajo del docente y no realizar uno solo y en el aula?, ¿no estaremos cayendo en un exceso evaluativo que, para acabar pronto, sature la práctica profesional que los maestros realicen en el salón de clases?
Éstas son algunas preguntas que, aunque parecen sencillas, tienen especial significado y relevancia dado que hasta la fecha, el medio educativo se encuentra permeado por las constantes indecisiones que en los órganos centrales se vienen observando. ¿Cuándo podrá realizarse una evaluación en el lugar que cada maestro realiza su trabajo? Su país, mi país, nuestro México, es tan desigual en varios aspectos, que bien valdría la pena pensar y pensar lo que se está haciendo en esta materia.
Hasta aquí dejo estas breves ideas, reconociendo el papel que a diario realizan mis colegas en cada uno de sus centros escolares. Esta experiencia o experiencias, me han llevado a reencontrar y revalorar la función del docente en nuestros días. Por ello, les aplaudo, les reconozco y les admiro porque con tan poco dan mucho por sus alumnos y eso, lamentablemente, no se observa en una muestra que se recaba a través del ABP.