Juan Carlos Miranda Arroyo
El 16 de febrero, se transmitió por TV UNAM una entrevista que realizó John Ackerman a Esteban Moctezuma, titular de Educación Pública del gobierno federal de la “4T”. Durante el programa televisivo -al cual puede accederse vía internet- (1), el secretario de Educación Pública señaló que hay dos pilares del proyecto educativo del nuevo “régimen”. “En la educación –dijo- hay dos pilares que sustentan el proyecto educativo del actual gobierno de la República: la “Equidad” y a la “Excelencia” educativa.”, (y que no sólo es retórica, sino que esos términos están plasmados en el texto Constitucional actual).
La noción de “equidad” para el secretario Moctezuma, parte de la premisa de que nuestra sociedad requiere hacer efectiva la “compensación social”. Por otra parte, en su noción de “excelencia”, el titular de la SEP la reduce al concepto (significado) de “integralidad” de la educación (con claro énfasis en “los aprendizajes escolares”).
Pienso que, en términos de la agenda pública actual, los grandes problemas nacionales de la educación debieran estar ubicados, en el radar del secretario de Educación Pública (y del mismo presidente de la nación), en términos de las grandes prioridades nacionales. Además, los pilares no solamente son conceptos, principios o procesos nucleares que describen a los problemas en cuestión, sino que también son grandes categorías para la acción, para la operación y, por qué no, para la evaluación y la rendición de cuentas.
Si los pilares son entendidos como “columnas” que sostienen a unas políticas públicas determinadas, cuya finalidad es apuntalar y fortalecer, con sentido de equidad, el complejo de instituciones encargadas de asegurar el pleno derecho de la educación para todas y todos los mexicanos, lo que implica al “Sistema” Educativo Nacional, entonces dos pilares son pocos.
Las omisiones
Para el responsable de la Educación Pública en México, los pilares educativos no son el “rezago educativo”, ni la falta de “cobertura” universal en algunos de los niveles educativos (como Preescolar, Media Superior y Superior). Tampoco lo son la violencia en las escuelas, ni la carencia en opciones de formación continua para los docentes, directivos y demás figuras educativas en servicio. Aunque es de reconocerse que el secretario Moctezuma se refirió a la apuesta de la actual SEP en el “diagnóstico” (evaluación inicial), la capacitación y la actualización del personal educativo.
En otro momento de la entrevista John Ackerman preguntó al secretario acerca del Programa “La Escuela es Nuestra”; ahí el entrevistador hizo alusión al esquema logístico que está implícito en dicho programa, es decir, a través de la organización y la participación de las comunidades educativas en asambleas, en un esquema que evitaría (aunque centrado en la infraestructura educativa), la privatización “de facto” (término que repitió varias veces el entrevistador) de la escuela pública.
Aquí el problema es que el programa “La Escuela es Nuestra” no abarca asuntos del gasto ordinario de operación de la escuela pública (papelería, fotocopiado, materiales didácticos, otros servicios, etc.), de tal manera que las aportaciones económicas voluntarias (cuotas) por parte de las familias tendieran a desaparecer al término del presente sexenio. Pero ese programa no abarca los gastos ordinarios que realiza la escuela pública, sino que sólo se enfoca a los gastos de infraestructura o de obra.
Sobre el normalismo
Cuando le preguntaron a Esteban Moctezuma acerca de por qué solamente los egresados de la escuelas normales tendrán acceso a las plazas docentes de la escuela pública, éste contestó que los egresados de la normales son la prioridad para renovar o para dar continuidad a los espacios que, día a día, se disponen para esas funciones o espacios laborales. Sin embargo, sólo se limitó a mencionar que la participación de los egresados de otras instituciones de educación superior, no normalistas, en la escuela pública estarían orientados a la realización del servicio social, y que, eventualmente, podrían ser contratados por las escuelas.
Sin duda se trata de un tema espinoso, en tanto que los espacios para ocupar plazas como docentes y directivos de la escuela pública son escasos (sobre todo en determinados niveles educativos, como Preescolar). Además, hay que decir que la normatividad en torno a los perfiles de ingreso o de admisión para trabajar en la escuela pública tiene, en su abrumadora mayoría, al docente egresado de las escuelas normales. ¿O con qué recurso financiero cuenta la SEP para contratar a otros profesionales de la educación que provengan de programas académicos o de instituciones no normalistas?
Pareciera que todo está bien
Aunque en un momento de la entrevista (cuando Ackerman se refirió a los resultados de estudiantes mexicanos en la prueba PISA), Moctezuma reconoció que “hay muchas cosas por cambiar” o que hay “cosas malas” en la educación pública en México, sin embargo, -dijo- “no se ha dicho que estamos mejor que otros países latinoamericanos en los resultados de esa prueba”. Por lo anterior, y debido a lo dicho en otros fragmentos de la entrevista (como cuando habló del presupuesto de las universidades públicas), en el tono del discurso del secretario Moctezuma encontré un contenido triunfalista, es decir, el entrevistado se expresó en un sentido donde pareciera que todo está bien en la educación pública en México. Me quedo la idea de que en el secretario actual de Educación Pública, hace falta incorporar un discurso más autocrítico.
En otra parte, un estudiante invitado preguntó por qué no se ha eliminado un término, como “Evaluación”, que nos viene de la “Cultura del Gerencialismo”, metida en la educación pública. La respuesta del secretario Moctezuma fue evasiva: “si quieren podemos quitar la palabra “Evaluación” si ésta hace ruido”, pero la práctica de la evaluación –dijo- no es propia del neoliberalismo.
Pienso, sin embargo, que en el discurso actual de la Reforma Educativa 2019-2024 (incluyo en ello, por supuesto, a los cambios realizados al texto Constitucional), todavía existen muchos términos que forman parte de la Cultura del Gerencialismo; a eso es a lo que llamo “continuidad” en el discurso y no ruptura.
Independientemente de lo que aprecié acerca de esta entrevista recién publicada, sería interesante que los lectores o el público en general revisaran con detenimiento la entrevista de referencia para formarse su propio juicio al respecto.
Nota al margen
El entrevistador del programa “Diálogos por la Democracia” (TV UNAM) invitó a tres estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la máxima casa de estudios; lo cual está bien, pero ¿Por qué no invitó a estudiantes de Pedagogía, o de carreras más afines al tema educativo, donde se examinan a profundidad o de forma especializada los grandes problemas nacionales o locales de la educación pública, o donde se revisan cotidianamente las políticas públicas del sector?
Referencia:
(1) https://www.youtube.com/watch?v=GjihZSNZYkA
jcmqro3@yahoo.com
@jcma23