David Auris Villegas
Innumerables veces me he preguntado con inusitado espanto, si no soy un NINI e influyo perversamente en la vida a mi alrededor, con esa extraña molicie transitoria sin querer hacer nada. El ninismo es un fenómeno mundial en crecimiento que no solo se circunscribe a edades, sostienen los estudiosos. El apetito de esta insaciable apatía no respeta edades, género, condición social, situación económica y nivel cultural.
Los etiquetados ninis, según la convención internacional, bordean entre los 15 a 29 y el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima considera un bolsón de 1.5 millones, quienes deambulan en Perú. Más de la totalidad de habitantes de Estados Unidos, suman el ejército desmotivado de ninis en el planeta, quienes viven a costa de sus padres y descolgados del sistema productivo, incesantemente gatillan contra sí mismo, entorpeciendo el desarrollo sostenible.
Irónicamente, este bolsón de jóvenes presenta mayor presencia en segmentos económicos altos, que ni estudian, ni trabajan, ni tienen buen ejemplo de sus padres y, en Perú según la CCL, la conforman 63% de mujeres y el 37% de varones; a quienes la OIT, la subdividen en tres subcategorías: Aquellos dedicados al quehacer del hogar como las mujeres, aquellos quienes buscan trabajos y aquellos que no hacen nada por revertir su incierta situación.
Entonces: ¿A qué se dedica esta masa humana improductiva preñada de desmotivación?, ¿Cuál es el impacto social de los ninis en el país?, ¿Acaso esta comunidad desocupada, atrapada en las redes sociales son el producto de una educación repetitiva, desmotivadora, acrítica, carente de innovación y creatividad?, ¿La familia como núcleo social estará asumiendo su responsabilidad genuina de educación formativa? Probablemente no.
Consecuentemente, esta generación google de descamisados, presente casi en todos los hogares, encierra un incalculable potencial de insospechadas y aterradoras consecuencias planetarias, incubadas en su fuero interno que inevitablemente golpeará a la sociedad, estallando como una bomba de tiempo. Petardeando de esta manera el avance, sobre todo, de los países en desarrollo como el nuestro, lanzándose a los brazos del pandillaje, delincuencia, prostitución, terrorismo, y todo aquello que pueda socavar la tranquilidad social.
En esta línea de batalla social, el empresariado y el estado, lejos de cumplir su rol protagónico promoviendo, préstamos bancarios a bajo interés y cualificaciones profesional con el objetivo de empoderar conocimientos y experiencia a la comunidad estigmatizada como ninis, están abocados a enriquecerse a costa de una explotación ladina, violando y generando leyes con nombre propio, jugando en pared con los congresistas leguleyos en detrimento de estos jóvenes, claudicando una poderosa mano productiva en crecimiento.
Aunque suene atrevido, palmariamente la educación peruana usurpa a la inteligencia humana, pues los constantes cambios de mejoramiento de calidad educativa basado en la meritocracia, paradójicamente no está educando para la vida productiva, y tampoco empodera una cultura ciudadana cargada de valores. Así los institutos y las universidades en Perú con escasa investigación y calidad, centrado en acumulación de grados, están echando a perder a gran parte de una generación que es el motor de desarrollo de todo país, los jóvenes.
Como homo sapiens globales. Con una visión trascendental, estamos obligados ejercer una presión social y cognitiva al estado con el objetivo de promover políticas innovadoras de desarrollo sostenido a lo largo y ancho del Perú en sociedad, como recomienda la ONU, comprometiendo a las empresas para generar un espacio laboral, préstamos y cualificación a los jóvenes, empoderándolos de novedosos conocimientos.
Así mismo, impulsemos la creación descentralizada, de más universidades estatales e institutos que ofrezcan carreras de emprendimiento prácticos como las ingenierías y técnicas con calidad de estándares mundiales. La educación básica está obligada formar a los estudiantes para la vida, dotándolo de una saber cognitivo y afectivo, concluyendo con el bachiller técnico competentes, capaces de solucionar problemas reales.
Finalmente, para socorrer a los mal llamados ninis, y siendo consecuentes con nuestra misión educadora, hoy mismo asumamos nuestro compromiso ético, convirtiéndonos en laboriosos padres, modelo y líder familiar, inculcando la importancia de las tareas del hogar, la praxis de una responsabilidad ciudadana, así como el emprendimiento basado en la creatividad. Alejándolos de las sábanas del sueño, promovamos una mente sana en cuerpo sano como nuestros padres incas y griegos.
© David Auris Villegas. Escritor y pedagogo peruano. Teórico de la educación para el desarrollo sostenible.