La escuela y la sociedad y los problemas en la relación con los jóvenes
Una de las cosas importantes que nos ha enseñado el actual contexto de pandemia bajo el cual está sometida casi toda la sociedad, es que ha servido para tocar fondo y poder distinguir y valorar lo frágiles y vulnerables que somos como especie humana. El aislamiento, los cambios en las relaciones inter-humanas y lo que le han llamado la nueva normalidad ha traído algunas consecuencias negativas.
En todo ello los jóvenes y adolescentes, han sido los sujetos que han decidido ignorar los riesgos o desafiar el peligro. El riesgo puede entenderse como real o imaginario pero ante ello se piden medidas preventivas en defensa de la propia persona y de las que están cerca. Sin embrago jóvenes y adolescentes han continuado con el estilo de vida, reactivo, impulsivo, basado en una búsqueda de tener – tener – y tener, a cualquier costo. En todo ello entramos en un escenario igualmente inédito como gran parte de lo que hemos vivido.
Existe una tendencia de una especie de adolescentilizacion de la sociedad, esto significa que la sociedad se ha detenido o pretende regresar a esta etapa del desarrollo, el cual está basado en cambios repentinos, impulsos irracionales y gratificaciones inmediatistas. No sólo vivimos una especie de regresión social también de una especie de fijación en dicha etapa. ¿Por qué afirmo dicha tesis? El contexto de pandemia ha servido para colocar en cada uno de los lugares a los sujetos sociales, pero muchos sectores de adultos han perdido su lugar, pretenden regresar para disputarles el lugar a los jóvenes, tratan de vivir bajo el régimen de valores juveniles, basados en el impulso, en el cotorreo en la pachanga que no termina.
Y del otro lado, las juventudes y ciertos sectores de adolescentes, han terminado por continuar con ese estilo de vida consumista que los caracteriza, el tener antes que el ser, el comprar antes que el ahorrar, el gastar antes que el invertir, se han tornado en algunos de los símbolos sociales de las nuevas juventudes.
El problema del encierro y del aislamiento no es tanto la forma de invertir tiempo quedándose en casa, también tiene que ver con el hecho (en el imaginario), que en la calle están pasando muchas cosas que si no salimos (se piensa) pues nos las perdemos.
Desde la perspectiva juvenil y adolescente prefieren ser protagonistas en el riesgo que testigos a distancia en la prevención, ello termina por trastocar a las instituciones a los dispositivos escolares y a las voces de autoridad, que hoy junto con todo lo que está pasando también está en crisis.
La escuela de hoy desde la casa ha perdido su papel de autoridad formativa para pasar a convertirse en testigo y cómplice de una serie de cambios galopantes que nos han rebasado. Hoy estamos inaugurando una nueva antropología de las relaciones humanas, y de los valores generacionales. Ahí las juventudes y las adolescencias comienzan a adueñarse del mundo, por intrépidos, por atrevidos y por decidirse a desafiar los riegos.
El hecho de que la sociedad regrese o quede estancada en esta etapa social de una especie de adolescentizacion del sentido humano tiene muchos riesgos, el buscar tener a toda costa, el ser reactivo e impulsivo no son manifestaciones eternas.
Ya que pase la pandemia si es que sucede así la cruda social y significativa va a ser importante repensarla para saber qué ha quedado de lo viejo que teníamos y cuáles son los elementos nuevos que han servido para inaugurar estas nuevas formas de definir el actual desarrollo humano. El de la pandemia y el aislamiento social del tiempo cuando vivimos en peligro.