Miguel Ángel Pérez Reynoso
La llegada de la pandemia a nuestro país y a la mayoría de los países del mundo trajo consigo el agotamiento de los modelos tradicionales de atención educativa y la exigencia ineludible de innovar todo lo que implica atender educativamente a niñas, niños y jóvenes.
De esta manera la pandemia generó un enorme y complejo laberinto a todos los sistemas educativos en el mundo, dicho laberinto se convirtió en una serie de senderos, caminos, brechas y recovecos jamás explorados por el propio sistema. Pasar de una forma de atención directa y escolarizada a otra virtual remota y a distancia, fue la primera gran bifurcación que se generó en el laberinto del sistema. La segunda bifurcación fue el darnos cuenta de la capacidad real y operativa de los y las docentes para demostrar que estaban preparados para migrar a otras formas (a nuevas formas de atención escolar). Y la tercera gran bifurcación del laberinto del sistema se dio cuando se pasa de un sistema normalizado y legitimado basado en la atención escolar a otro, en donde las niños y los niños deberán conectarse der alguna maneras con sus profesores y en donde también se ha exigido que madres y padres de familia se invocaren en mejores formas de acompañamiento en favor de la atención escolar de sus propios hijos e hijas.
Estos nuevos trazos de las líneas y senderos del laberinto del sistema educativo de nuestro país, se van marcando a partir de un tejido jamás trazado y de la exigencia de transitar por caminos poco transitados.
De esta manera el sistema educativo visto como un complejo laberinto generó en los hechos, aglomeraciones, atropellamientos y un colapso de tránsito parecido a una ruta vial del periférico a las 2 de la tarde. El laberinto del sistema se ha congestionado de mas, nos hemos visto paralizados y lo que le ha hecho falta son ideas y propuestas para poder avanzar en orden y dejar que los demás avancen.
La metáfora no es ociosa ni tampoco impertinente, estamos en realidad ante los trazos de un nuevo laberinto el cual supimos en donde fue la entrada pero desconocemos el camino a la salida y desconocemos también en donde nos encontramos en estos momentos. El laberinto del sistema educativo nacional no cuenta con GPS, ni mecanismos virtuales para darnos cuenta de la ubicación en tiempo real en donde nos encontramos parados hoy en día. Estamos perdidos en una selva pedagógica llena de confusiones y de preguntas sobre las cuales no es posible generar respuestas certeras y convincentes. ¿Qué hacer ahora para salir de este complejo laberinto en el que nos encontramos muchos y muchas? No lo sé, creo que pocos lo saben, de entrada reconocer que esta es nuestra nueva realidad, la nueva normalidad, entender que el espacio y el camino por recorrer son nuevos, y por ultimo caminar con mesura con ojos de investigador para poder aprender del nuevo camino que recorremos.