*Oscar Hugo Faustino Zacarías
El Plan Nacional de Desarrollo (PND) es un instrumento de planeación del poder ejecutivo federal, que tiene como objetivo principal establecer las prioridades a resolver del gobierno en turno. Estas prioridades se plasman en el documento en forma de ejes generales, objetivos, metas e indicadores, que deberán guiar y ajustar las acciones gubernamentales, de tal manera que la acción pública parta de una lógica causal; ante los problemas públicos identificados como prioritarios, habrá una serie de acciones y decisiones sistemáticas que intentarán resolver dichos problemas.
El 30 de abril de 2019, el poder ejecutivo envió al congreso el PND 2019-2024. De dicho plan, el presidente afirmó que, por primera vez en 36 años de periodo neoliberal, se presentó un plan de desarrollo que no se ajusta a los dictados de los organismos internacionales ni de los gobiernos extranjeros. Dado el cambio en la ideología política del actual ejecutivo federal respecto al anterior, así como de sus promesas de campaña y del cambio en la lógica gubernamental del nuevo presidente, es preciso cuestionar: ¿qué papel juega la educación en la actual administración? y ¿cuáles son sus objetivos y metas que se pretenden lograr para 2024?
Del PND presentado, el segundo eje general “Bienestar” cuenta con el objetivo específico 2.2 que busca “garantizar el derecho a la educación laica, gratuita, incluyente, pertinente y de calidad en todos los tipos, niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional y para todas las personas”. Al revisar dicho objetivo, es posible concluir algunas observaciones:
Aunque el objetivo hace énfasis en garantizar el derecho a la educación –con todas sus características, incluyendo la calidad– el objetivo intrínseco que denota la redacción de éste apartado evidencia que la idea es lograr mayor educación como medio efectivo para reducir la pobreza y la desigualdad prevaleciente, así como incrementar la productividad y competitividad del país.
Sobre la identificación del problema, el PND encuentra problemas de cobertura en educación para la primera infancia. Asimismo, identifica deficiencias de la educación primaria y secundaria en tres dimensiones fundamentales: acceso, cobertura y calidad. Por otra parte, halla como principal reto la transición escuela-trabajo en la educación media superior, en donde también sobresale la baja calidad de la educación, la permanencia en el sistema educativo y el ingreso al mercado laboral. Por último, en la educación superior identifica tres grandes retos: 1) la mejora de la calidad y pertinencia de la oferta respecto a las necesidades sociales y económicas, 2) la articulación eficiente entre niveles, tipos y modalidades educativas y 3) las necesidades de financiamiento oportuno, suficiente y con la certidumbre requerida para sustentar estrategias con visión de largo plazo. También, el PND encuentra áreas de oportunidad en los materiales, métodos educativos, planes y programas, así como en la falta de reconocimiento de la función del magisterio y de un sistema integral de formación, capacitación y actualización del personal docente en servicio; sin olvidar los ya prometidos estímulos que reconozcan el desempeño profesional de docentes, directivos y supervisores en su función.
A diferencia de la propuesta de reforma educativa de 2019 en la que se buscó eliminar a toda costa el concepto de calidad –por estar asociado a un enfoque neoliberal–, en el PND se reitera este concepto 11 veces –en un espacio de 6 cuartillas dedicadas al tema educativo–. Dicho concepto se utilizó en 3 niveles; primero para afirmar que el Estado mexicano debe garantizar una educación de calidad bajo los principios de laicidad, universalidad, gratuidad, obligatoriedad, igualdad, democracia e integralidad. Después se utilizó para aseverar que en los distintos niveles educativos hay un problema de baja calidad en la educación; y, por último, se utilizó para mencionar que, dada la baja calidad de la educación, es imperativo elevar ésta en todos los tipos, niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional (SEN).
Dadas las problemáticas identificadas en el SEN, así como el objetivo de la educación establecido para este sexenio, el PND contempla sólo 6 estrategias que guiarán la acción pública en materia educativa y que se resumen en lo siguiente:
- Asegurar el acceso y permanencia en la educación.
- Elevar la calidad y pertinencia de la educación en todos los tipos, niveles y modalidades del SEN.
- Revisar los planes y programas de estudio en todos los tipos y niveles del SEN.
- Fortalecer la profesionalización del personal docente, a través del impulso y mejora de los procesos de formación, capacitación y actualización, mediante evaluaciones diagnósticas; y de los procesos de selección para la admisión, la promoción y el reconocimiento.
- Mejorar la infraestructura básica y equipamiento de los espacios educativos en todos los tipos, niveles y modalidades del SEN.
- Promover la revisión y adecuación del marco normativo e institucional de la educación a efecto de mejorar la coordinación de los sistemas educativos federal y estatal, con el propósito de reducir las desigualdades.
A pesar de que hay un objetivo general de gran alcance que plantea objetivos específicos de calidad, pertinencia, gratuidad e inclusión, así como algunas estrategias que recalcan la importancia de la calidad de la educación, lo significativo de los planes y programas, lo sustancial de la profesionalización docente, la búsqueda del acceso y la permanencia de los estudiantes en el SEN, el objetivo del PND asociado a la educación sólo plantea un indicador denominado: “eficiencia del sistema educativo por nivel y tipo”, el cual, sólo mide el número de alumnos que egresan de un determinado nivel educativo en un ciclo escolar, por cada cien alumnos de la cohorte escolar inicial.
Por lo anterior, es posible destacar que hay una asimetría importante entre las problemáticas identificadas –y las pocas estrategias establecidas– con el indicador propuesto. Esto no es para menos si se toma en cuenta que el indicador es lo que permitirá saber qué tan efectivas fueron las acciones, decisiones y estrategias implementadas para resolver los problemas del sector educativo, ya que mientras se reitera en el documento un problema de baja calidad educativa, el indicador no está diseñado para ver si la acción gubernamental impactará positiva o negativamente en la calidad, sólo determinará si aumentó, permaneció o disminuyó el número de egresados de la educación obligatoria. Aunque el indicador, al final del sexenio, llegara a evidenciar un aumento de egresados, esto no significa que la educación que recibieron fue de calidad, simplemente atiende un asunto de cobertura, que no es lo mismo.
Si bien no hay un consenso general sobre el concepto de calidad en la educación, si hay coincidencias en entender que éste concepto atiende características de relevancia, pertinencia, eficacia, equidad y eficiencia de la educación, en donde el SEN debe garantizar un currículo adecuado a las necesidades individuales de los alumnos; lograr que más estudiantes accedan a la escuela y permanezcan en ella hasta el final del trayecto establecido; conseguir que los aprendizajes derivan en comportamientos sociales basados en valores; que existan recursos humanos, materiales y financieros suficientes –siendo aprovechados de la mejor manera–; y que se considere las desigualdades entre los alumnos y familias, para que desde un enfoque de equidad, se apoye a quienes menos tienen para que el logro educativo sea alcanzado por la mayoría posible. Por ello, dado que la problemática reiterada en el PND es la baja calidad educativa, los elementos previamente mencionados deberían ser medidos por los indicadores educativos del Plan y no sólo limitarse al egreso de la educación obligatoria.
Muchos esperaban que en el PND ya se dictara un rumbo más o menos claro de la acción gubernamental en materia educativa, con estrategias acorde a las problemáticas y con líneas de acción específicas derivadas de las estrategias; despegándose así de las discusiones políticas y del ya clásico discurso de eliminar la mal llamada reforma educativa. Sin embargo, éste documento de planeación presentado sigue cayendo en prometer generalidades –y, hasta cierto punto obviedades– y en problemas serios de diseño que no permitirán un adecuado seguimiento de la acción pública y una posterior rendición de cuentas.
Ahora, queda esperar el Programa Sectorial de educación 2019-2024 –que en teoría derivará del PND–, para ver si ahí sí se establece un plan estratégico metodológicamente adecuado, acorde al problema educativo y que determine líneas de acción específicas con sus instrumentos de seguimiento y rendición de cuentas. De no ser así ¿sólo tendremos que evaluar el actual sexenio, en materia educativa, por lo que se nos afirme en una conferencia mañanera?
*Maestro en políticas públicas por la UAM Xochimilco.