Sylvie Didou Aupetit
El Conahcyt publicó, en julio 2024, la lista anual de los promovidos a eméritos en el Sistema Nacional de Investigadores e investigadoras (SNII).
Rememorando los estudios anteriores sobre los integrantes de ese dispositivo, me percaté que los eméritos fueron poco estudiados, quizás porque están subsumidos en la categoría 3 del Sistema y, difícilmente, están considerados como un colectivo con identidad colectiva y características peculiares, aun cuando constituyen el estamento cupular de dicho Sistema.
Aunque su peso relativo, en la categoría que les corresponde, se incrementó considerablemente entre 2019 y 2024, la información que los concierne es escueta. Sólo da luces sobre el género, la cuantía y la condición vital de quiénes recibieron el nombramiento y sobre las variaciones en las cifras de nominados por año, en el sexenio a punto de terminar, dentro de una pauta general de fuerte crecimiento. No permite establecer sus características demográficas (edad al momento del nombramiento y ahora, país de nacimiento) ni sus trayectorias de formación (¿dónde? ¿cuándo?) o de profesionalización (etapas del recorrido laboral por institución/lugar). No es suficiente para desmenuzar datos agregados, por ejemplo, sobre la diáspora de académicos internacionales vinculados a México.
El Padrón 2024-2T del Conahcyt sobre todos los integrantes del SNII revela que su participación es desigual por género, institución y entidad federativa. Esos diferenciales se acentúan, además, en el grupo de mayor prestigio. Por ejemplo, el porcentaje promedio de participación femenina en el SNII es inferior a su peso en la población mexicana, pero, entre los eméritos, cae todavía más. En la lista de los recién promocionados al emeritazgo, no obstante, las mujeres representan más de un tercio de los nominados. De continuar esa tendencia, aminorará la añeja discriminación que sufrieron en el mundo científico, a causa de una progresión en su jerarquía, demorada por los ciclos reproductivos y los cuidados prestados a los familiares.
Otros indicadores no registran, sin embargo, una mejoría tan visible como el de equidad de género. Los eméritos están todavía distribuidos, en forma desequilibrada, por institución y por disciplina. Una elevada proporción se ubica en instituciones públicas de la Cd de México (UNAM, Cinvestav, IPN) y algunas más (Universidad de Guadalajara). En contraste, varios estados (Chiapas, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo o Zacatecas) apenas acumulan un puñado de ellos, sumando sus establecimientos, privados y públicos.
La participación porcentual de cada área disciplinaria en del SNII es otro indicador que deja vislumbrar sesgos. Si bien es relativamente equilibrada la distribución del conjunto de los integrantes del SNII por área, ese carácter se difumina al considerar los eméritos: así, ciencias fisicomatemáticas y de la tierra agrupaba el 15 por ciento del total en 2020-2021 pero el 24 por ciento de los eméritos; ciencias sociales ostentaba una dinámica inversa (16.5 por ciento y 13 por ciento, respectivamente).
Esos datos corroboran la necesidad de poner en práctica políticas efectivas de reducción de desigualdades espaciales, genéricas, institucionales y disciplinarias para evitar la reproducción sine die de discriminaciones pasivas en el interior del SNII. No sólo deben ser objeto de preocupación sólo los costos acarreados por su crecimiento (de 33 mil 265 miembros en 2020 a 43 mil 399 en 2024) sino la corrección de sus desigualdades internas; para ello, hay que tomar en cuenta la incidencia de las reformas reglamentarias en su funcionamiento, debido a la ductilidad del SNII ante las normas. Por ejemplo, una parte significativa de los eméritos alcanzó ese nivel después de la remoción del criterio sobre los años de permanencia, previos y continuos, en la categoría-3.
Evaluar la investigación y recortar las élites científicas no son, en consecuencia, tareas menores. El gobierno federal saliente se comprometió a interculturalizar el sistema de producción de saberes. Dado las incógnitas generadas por esa posición en una economía del prestigio, pensar el futuro del SNII, conocer quiénes son sus integrantes, desde los candidatos hasta los eméritos, no solo abarca dilucidar interrogantes relacionados con perfiles de desempeño, sino, sobre todo, revisar funciones institucionales y responsabilidades sociales.