La necesidad básica del educando es la de que él quiera aprender, sin esta intención, motivación y deseo no es posible que el alumno se apropie de algún tipo de conocimiento y/o habilidad, si a lo anterior le sumamos los pocos o nulos recursos institucionales que cuenta el docente para la educación a la distancia salvo el programa en internet de aprender en casa y para aderezar el pesimismo a lo anterior hay que encuadrar en el hartazgo de todas las partes en continuar con la educación a la distancia en el caso de las escuelas publicas y de retomar la educación en línea en caso de los colegios ( por que no es lo mismo).
Realmente se puede aprender y comprender algo en un escenario donde el desánimo prevalece, el sentir es que duro muy poco el gusto de la educación presencial y los múltiples beneficios de ello, a pesar que el pico de contagios que experimentamos fue durante el periodo vacacional y de los encuentros sociales propios de estas festividades navideñas, se ha dado el cierre de las escuelas de manera reactiva para intentar junto con otras acciones frenar la ola de contagios actuales; bares, restaurantes, etc deberán estar al 50 % de aforo y las escuelas al 0 %.
Mantener abiertos comercios y servicios lo justifica claramente la economía y la necesidad de todos los ciudadanos de trabajar y generar ingresos para satisfacer las necesidades del día al día y la educación no se cuantifica económicamente ya que en este país desde tiempo de Vasconcelos no se ha conciliado la formación con la producción y cualquier intento de hilar estas etapas de la vida del ciudadano se sataniza sobre de tipo edunegocios, educación neoliberal etc..
La mayoría de los alumnos por mas pequeños que fueran con los que tuve oportunidad de convivir estaban dispuestos a las medidas que fueran necesarias de conducta y hábitos para lograr mantenerse en las aulas aprendiendo, conviviendo y sintiéndose parte de un grupo, creo les fallamos los adultos ya que aun con las medidas sanitarias, hábitos de higiene, equipos de lavado de mano etc no pudimos mantener los planteles abiertos.
Les fallamos a nuestros hijos y alumnos, les pedimos a los jóvenes vacunarse, a todos usar cubrebocas, mantener la sana distancia y aun así se decidió cancelar las clases presenciales.
La mayoría de los alumnos están dispuestos a cumplir los requerimientos, pero sin preguntarles los dejamos en casa encerrados otra vez y sin aprender en total disposición de las redes sociales porque papa y mama nosotros si tenemos que ir a trabajar.
Víctor Manuel Silva Galaviz
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