Lilian Katz, distinguida educadora de nivel preescolar, describió dos tipos de relevancia. La relevancia horizontal permite las experiencias de aprendizaje más poderosos. Sucede cuando el educando adquiere una información para poder resolver un problema inmediato. Se conoce como el aprendizaje “justo a tiempo”. La relevancia vertical sucede en el aprendizaje tradicional que domina en las escuelas. Se debe aprender “por si acaso” (aparece en el examen). La relevancia vertical es más bien irrelevancia según tantos jóvenes aburridos en aulas de clase.
La relevancia es crítica para la motivación del estudiante, y la falta de motivación es problema central en la educación mexicana desde la primaria hasta la capacitación de los que lleguen a trabajar.
A nivel de secundaria, el problema se vuelve crítico. Según la UNAM el 37% de los jóvenes no terminan la secundaria. El 54% no se reciben como bachilleres.
Una investigación longitudinal reciente en Australia encontró que el involucramiento y la identificación de los estudiantes con su propia educación fue la clave determinante en el éxito de los alumnos 20 años después. Mientras más conectados a su comunidad escolar, y motivados en vez de aburridos, mayores probabilidades tenían de lograr títulos de educación superior y carreras profesionales, sin importar su nivel académico ni socioeconómico.
Muchos alumnos desmotivados terminan entre los siete millones de NiNis mexicanos (ni trabajan, ni estudian). Estudiantes desmotivados que logran aguantar y terminar la escolaridad obligatoria para después trabajar a menudo son empleados desmotivados por formación.
La encuesta Gallup de 2011 presentó un cuadro crítico en cuanto a la moral de los trabajadores a nivel mundial. Solo uno en cada nueve se siente emocionalmente conectado a su trabajo. La mayoría (62%) hacen lo mínimo necesario para mantener su empleo. Y el 27% son activamente negativos y dispuestos a compartir su actitud negativa con compañeros de trabajo. La conexión emocional e involucramiento impacta a casi todos los aspectos del trabajo. Empleados que identifican poco con su empleo tienen tasas de ausentismo tres veces mayores. Los que sienten conexión emocional son 87% mas propensos a permanecer en el empleo y 53% más eficaces en entender los requerimientos de los clientes.
El estudio Towers Perrin, Fuerza de Trabajo Global, encuestó a medio millón de trabajadores en 50 compañías en todo el mundo. Reportó una brecha del 52% en mejoramiento de ingresos operativos entre compañías con indices altos de involucramiento y conexión emocional (engagement) de sus trabajadores comparado con las compañías con indices bajos.
La colaboración en equipos de trabajo parece ser una manera de lograr una conexión emocional de la persona con su labor. La Future Foundation encuestó a 3,500 empleados de compañías en el Reino Unido, Francia, Alemania, Japón y Estados Unidos. Encontraron una correlación del 81% entre colaboración e innovación. En el Reino Unido, los empleados que colaboraban con sus compañeros contribuyeron el doble de nuevas ideas a su compañía que los empleados que trabajaban solos.
Colaboración para un propósito también parece ser clave para lograr el involucramiento de estudiantes con su propia educación. David Price, en su reciente libro Open: como trabajaremos, viviremos y aprenderemos en el futuro, afirma que los educadores debemos copiar el ejemplo de las redes sociales y el “aprendizaje social”. “Hay que aprender de los valores y acciones presentes cuando grupos hacen las cosas para sí mismas. El entusiasmo y la habilidad de pequeños grupos para responder a retos hacen que organizaciones más grandes y con mayores recursos económicos parezcan lentos y torpes en comparación…. Lo importante es que no separan ‘aprender’ de ‘hacer’. Adquieren conocimientos a través de acción colaborativa, y los resultados de sus acciones determinan lo que necesitan saber después.”
Aprender así constituye lo que Seymour Papert de MIT llama “diversión difícil”, que viene de un reto significativo que puede poner en duda algunas creencias y conocimientos anteriores y que surge al enfrentar a problemas difíciles.
La “diversión difícil” y colaborativa es algo que los educadores debemos integrar a nuestra pedagogía al máximo para crear conexión emocional e involucramiento de nuestros estudiantes en su propio aprendizaje. Sus futuros empleadores nos lo agradecerán. Y si no lo hiciéramos, nos lo demandarán.
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