Por Jennifer L. O’Donoghue
En cada sociedad, la responsabilidad de proteger, respetar y fomentar el derecho de la población joven a una educación de calidad es colectiva, es decir, de todas y todos nosotros. Dentro de este marco de corresponsabilidad, las escuelas son el principal mecanismo para proveer la educación formal y los profesores los agentes sociales designados específicamente para promover el derecho de las niñas, niños y jóvenes a aprender.
Como profesionales del aprendizaje, las y los maestros tienen una doble responsabilidad: fomentar y cuidar el aprendizaje de sus alumnos así como el aprendizaje propio y el de sus colegas. Es esta segunda responsabilidad, inextricablemente vinculada a la primera, que me gustaría tratar en este espacio. Si en el discurso público poco se toma en consideración el derecho de los niños, menos se incluye el derecho de las y los maestros a aprender y de la obligación del Estado de garantizar este derecho.
Los retos educativos que enfrentamos en México (así como en el mundo) requieren cambios transformacionales – no aditivos o incrementales – en la práctica docente. El conocimiento, las habilidades y las disposiciones necesarios para realizar estos cambios profundos no son los que los maestros pueden simplemente recibir en un curso de “capacitación” o – peor aún – “regularización” de unos días.
El aprendizaje profesional docente implica un proceso interno en el que los individuos crean conocimientos y desarrollan habilidades y actitudes profesionales a través de la reflexión, indagación, interacción y experimentación de manera que puedan cuestionar sus supuestos existentes y llegar a crear nuevos significados (Timperley, 2011). Es una experiencia de identidad que involucra momentos de creación y recreación que sólo ocurren cuando los maestros participan activa y consistentemente en su propio proceso de aprendizaje.
La formación docente, el proceso integral y continuo que comprende tanto la formación inicial como la continua, debe ser el principal mecanismo para promover el derecho de las y los profesores a aprender. Sin embargo, la formación docente que actualmente viven los maestros mexicanos es inadecuada en por lo menos cinco sentidos:
1) Está desenfocada en el aprendizaje: No se piensa lo suficiente en términos del aprendizaje de los alumnos ni de los maestros. Después de horas, cursos, títulos y diplomas, los maestros no se sienten más confiados de su impacto en el aprendizaje de los alumnos. Es un sistema de acumulación sin aprendizaje.
2) Resulta impertinente y aisladora: No recupera adecuadamente los saberes del aula ya presentes en los maestros, ni favorece la mentoría o el crecimiento de comunidades de práctica. El sistema propicia el bajo logro y la desconexión; los maestros no se reconocen, ni los reconocen, como protagonistas.
3) Es vertical y simuladora: No produce un sistema de reto centrado en la creatividad, sino en el “cumplimiento” de reglas que llegan desde arriba y desde afuera. El modelo de formación por exposición masiva favorece la didáctica repetitiva y la responsabilidad dispersa. Trata a los maestros sólo como operadores y no confía en su juicio profesional.
4) Es genérica y sin proyecto: No considera las etapas de trayectoria de cada maestro, ni las necesidades de sus alumnos o de los diferentes contextos. Las oportunidades de formación consisten, mayoritariamente, en un menú de cursos o una actualización obligatoria para todos que no involucra una planeación seria de las capacidades que se busca construir ni apoya la especialización verdadera.
5) Es individualista: No considera la acción educativa en conjunto con otros; se concentra en teachers y no en el teaching. El sistema ofrece incentivos individualistas y económicos, pero no fomenta motivos educativos. Hay alta participación, pero no resulta en una visión compartida sobre el aprendizaje.
Como país, necesitamos replantear tanto la formación inicial como la formación continua de los maestros para que se entienda como el aprendizaje profesional para los profesionales del aprendizaje. Como presentamos en Prof. Recomendaciones sobre formación inicial y continua de los maestros en México (disponible sin costo en www.mexicanosprimero.org), cambiar esta situación, defender el derecho de los niños y de sus maestros a aprender, es responsabilidad de todos y requerirá tanto cambios culturales como de política pública, en los cuales profundizaremos en este espacio la próxima semana.
Directora de Investigación de Mexicanos Primero
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