A finales del año pasado, el partido político Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), anunció que crearía ocho universidades públicas, con una inversión de 120 millones de pesos que generosa y desinteresadamente donarían los integrantes (diputados y funcionarios) de este partido.
De acuerdo a las declaratorias que aparecieron en diversos medios, como Milenio (nota de José Antonio Belmont, 30/09/2015) cinco universidades públicas (y las respectivas carreras) se abrirían en la Ciudad de México. Específicamente en las delegaciones de Azcapotzalco (contabilidad y administración pública), Tlalpan (Medicina Comunicativa y salud integral), Xochimilco (Escuela normal), Cuauhtémoc (Derecho) y Tláhuac (ingeniería).
El resto de las universidades se abrirían en otras regiones como Tabasco (Derecho), Campeche (Agricultura) y Yucatán (normal intercultural Bilingüe). Dicho de manera más clara y sin rodeos, las universidades públicas (o más bien escuelas de educación superior) se abrirían donde ganó el partido político Morena. De esa manera se idearon las universidades Morena.
La noticia no llamó tanto la atención hasta que empezó a generar mayor suspicacia cuando las universidades Morena abrieron sus instalaciones de manera improvisada, con espacios rentados, muros a medio pintar, sin mobiliario, etc. El partido de izquierda, el PRD, y el partido oficial, el PRI, se unieron y descalificaron a las universidades Morena como universidades “patito”, o ya de plano un engaño y fraude educativo. Esto sin mencionar el carácter clientelar y populista del nuevo proyecto de educación superior.
En esta ocasión, a los dirigentes de los partidos no les falta razón. En el mundo de la política se sabe que el fondo es forma. En ese sentido, hay varias cosas que no dejan bien paradas al proyecto de las universidades Morena. En primera instancia, empezar a operar sin el reconocimiento oficial de la SEP, el famoso REVOE.
En ese tenor, considerar que el reconocimiento de las universidades Morena se dará una vez que arranquen en agosto de este año plantea varias preguntas. ¿Por qué empezar con tanta premura? ¿Por qué no plantear, como afirma Adrian Acosta, (Campus Milenio, 17 de febrero del 2016), un proyecto de universidad sólido? ¿Por qué no trabajar de manera conjunta en otro de los proyectos que la misma izquierda emprendió años atrás, por ejemplo, la UACM?
Si seguimos el planteamiento de Adrian Acosta, una razón de por qué no seguir el proyecto de la UACM es porque ahí, en la UACM, no sólo operan los intereses académicos, sino también grupos y liderazgos corporativos o de activistas anarquistas, que han colocado sus intereses ideológicos o de grupo por encima de los intereses académicos de la institución.
Otra razón menos política y más académica -y por tanto más poderosa- para apostar por universidades que se desprenden (o son apoyadas) desde el partido, es lo que se lee en la convocatoria de la página institucional de las Universidades Morena.
La justificación, afirman, se basa en atender el problema social de los rechazados de la educación superior que se vuelve evidente año con año a raíz de las convocatorias a ingreso (y los resultados) de universidades públicas como la UNAM, la UAM y el IPN.
Aunado a lo anterior, una tercera razón para crear universidades es dar una respuesta distinta a un conjunto de políticas educativas neoliberales que no ha creado opciones de educación superior suficientes, y las que han creado han sido de corte neoliberal (universidades de carácter tecnológico, por ejemplo).
Pero más allá de resolver este problema educativo de los rechazados, o enfrentar la hechura e implementación de políticas neoliberales en educación superior, aparece un riesgo real al dejar pasar por alto la creación de opciones de educación superior por parte de los partidos. Si se sigue la lógica de que un partido va a crear escuelas o universidades públicas desde cero o desde una visión alterna, entonces cada partido podría optar por crear sus propias escuelas de educación superior.
Imaginemos a un partido como el PANAL, creando sus propias escuelas para mejorar la calidad de las universidades. Imaginemos un partido como el PAN creando universidades que resguarden, y trasmitan sus valores morales y religiosos. Moverse por este camino y aceptar esta lógica sin duda tendría consecuencias negativas y funestas para la educación superior del país.
Twitter: @cesar_garcia131
Coordinador de la Maestría en Educación, Universidad Marista de Querétaro.