Una de las grandes ventajas de trabajar con docentes o con educadoras aunque sea en el posgrado, es que uno se da cuenta (a partir de sus voces, de sus quejas y sus propuestas) de aquellas cosas que pasan en la vida cotidiana de las escuelas y de la interacción que establecen los propios docentes con las iniciativas políticas y administrativas surgidas desde la llamada autoridad educativa.
De esta manera me pude enterar la semana anterior, que la actividad central en esta ocasión de la sesión mensual en el seno del Consejo Técnico Escolar (CTE), fue la de observar y analizar la práctica docente de algunos colegas, mediado por la observación directa o la video – grabación de una clase pensada para tal efecto. De esta manera pareciera que esta es la nueva ocurrencia de la autoridad: analizar la práctica educativa. Argumentemos al respecto.
El analizar las prácticas educativas a través de regresar a las acciones que realizan los sujetos es uno de los elementos más gratificantes de la tarea de enseñar, debido a que condensa un alto potencial formativo y auto-formatico en las comunidades académicas y de práctica de las escuelas de educación básica de todos los niveles educativos. El problema es que dicha actividad se hace des-contextualizada, si tener claro el sentido, las finalidades y el compromiso de los sujetos que ahí participan. Porque el compromiso no sólo es de la persona que se observa sino también y mucho más de los que son observantes u observadores.
La práctica docente, educativa, de asesoría etc., viene siendo la concreción de una forma muy particular de responder de la manera lo más profesional posible ante las demandas del entorno. Cada docente realiza su práctica a partir de poner en juego su historia personal, las practicas ancestrales con las que interactuó, del imaginario pedagógico de lo que cree, piensa o ha construido con respecto a lo que significa ser docente y cómo realizar la tarea de enseñar, del sedimento formativo a su paso por las escuelas Normales o centros de formación docente, de acumular una serie de experiencias y sistematizarlas desde el primer día de trabajo y hasta la fecha, de relacionarse con los colegas de cada centro de trabajo a partir de dialogar, intercambiar puntos de vistas, habla de las experiencias cumuladas, el poner por encima lo que si sirve, lo que si funciona, lo que si resulta, por encima de las cosas que se intentan y no resultan, y por ultimo el interactuar o negociar, con los contenidos de estudio, con las políticas, los lineamientos normativos vinculados al contexto real, con los niños y niñas reales a su cargo, etc.
Nuestra cultura pedagógica demuestra dos grandes inconsistencias, por un lado es muy prescriptiva, muy perseguidora, a partir de colocar el deber ser por encima del ser docente en la acción y por otro lado, los pocos intentos que se han generado en nuestro entorno ligado al análisis y conocimiento de las prácticas educativas, está relacionado con pobres formatos para su conocimiento y se mira a la práctica desde ojos que buscan la descalificación, las ausencias, y el énfasis en una lectura negativa que termina invalidando lo que se hace y lo bueno de lo que se hace cada sujeto.
En nuestro medio un programa de posgrado llamado MEIPE generó una contribución muy negativa en el análisis de las prácticas, debido a que enfatiza mayoritariamente en elementos concebidos como negativos y se termina descalificando al sujeto de la práctica.
Es por ello que en este consejo técnico cuando se coloca en el centro de las reflexiones a la práctica y a la forma de desarrollarla, habría que hacerlo con una intención más clara, ¿qué queremos encontrar cuando observamos prácticas de colegas? ¿para qué lo queremos hacer?, ¿hacia dónde queremos llegar en el análisis? Estas pueden ser algunas preguntas que pudieran haber guiado el ejercicio y junto a ello, es importante que a los sujetos docentes se les lleve al terreno de construir formatos para analizar las prácticas, comenzando con los otros para después concluir con el análisis de la práctica propia. Dichos formatos podrían estar en función de acercarse a distinguir lo que el Dr. Miguel Bazdrezch del ITESO aportó, de conocer cuál es la lógica de construcción de la práctica en cada sujeto.
El punto de llegada podría ser el acercarse a construir una especie de tipología de estilos de práctica o una especie de inventario de distintas lógicas de realización de la práctica.
Cabe decir por último que en el seno del trabajo académico de la UPN se han generado importantes fortalezas en ese campo, sin embargo, todos los avances no han sido suficientemente valorados por las autoridades educativas locales.