A principios de este mes se dieron a conocer los primeros resultados de Planea, la prueba nacional de aprendizajes que sustituye al ENLACE, diseñada por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la Secretaría de Educación Pública. Planea se aplicó a más de un millón de jóvenes del último grado de Educación Media Superior (EMS) en 14,548 planteles de instituciones educativas públicas, universidades autónomas, y escuelas privadas del país.
Hasta el momento sólo se han publicado resultados agregados por plantel. Para formarnos una idea más clara de los determinantes institucionales e individuales del desempeño académico en la EMS habrá que esperar a analizar más detalladamente los micro-datos de la muestra, que próximamente darán a conocer el INEE y la SEP. Estos micro-datos contienen no sólo los resultados de la prueba a escala individual, sino también información sobre el contexto familiar, socioeconómico, cultural, y escolar de cada joven, lo que permite establecer con mayor precisión el peso de cada uno de estos factores.
Los resultados iniciales, sin embargo, son suficientes para obtener un panorama general de la situación de la EMS en el país. Las primeras reacciones de la opinión pública en torno a estos resultados han sido de crítica y pesimismo, y hay buenas razones para ello. Si revisamos el desempeño en matemáticas, a escala nacional, 81.2% de los jóvenes presentan niveles de dominio I y II, considerados deficientes, y tan sólo 6.5%, es decir sólo uno de cada quince jóvenes, logra el nivel IV, que debería ser el estándar para este nivel educativo.
Otro aspecto que ha llamado la atención son los bajos resultados del Distrito Federal, que suele salir bien posicionado con respecto a otras entidades federativas en este tipo de pruebas. Sobre esto, ya Roberto Rodríguez Gómez apuntó hace unos días que la ausencia en la prueba de los bachilleratos de la UNAM y el IPN, instituciones con mejor desempeño que el promedio y cuya matrícula es equivalente en número al de estudiantes evaluados por Planea, podría explicar esta anomalía, conjetura atinada que sin embargo no justifica los deficientes resultados obtenidos por las otras instituciones de EMS capitalinas.
En los resultados de Planea se mezclan planteles ubicados en todos los rincones del país, con situaciones sociales, geográficas y económicas muy diversas. Un contraste sugerente es, por tanto, el de las tres mayores áreas metropolitanas del país: la Ciudad de México, Guadalajara, y Monterrey, que en teoría presentan los entornos sociales más favorables para el logro educativo y condiciones sociales relativamente homogéneas entre sí. En el Cuadro 1 presento el porcentaje de jóvenes que obtuvieron calificaciones deficientes en matemáticas (niveles I y II) en cada una de estas tres ciudades, desagregados por el tipo de institución de EMS.
Destaca en primer lugar que, incluso en estos contextos favorables, los niveles de desempeño son escandalosamente bajos. El 88.2% de los jóvenes de la Ciudad de México, el 79.5% de Guadalajara, y el 79.1% de Monterrey, obtuvieron calificaciones deficientes.
Otro resultado que llama la atención es que las calificaciones deficientes predominan en prácticamente todas las instituciones. En la gran mayoría de las modalidades o subsistemas no se garantizan siquiera niveles promedio de deficiencia menores a 50%. Esto incluye a los bachilleratos de las dos grandes universidades públicas de Guadalajara (UdeG) y Monterrey (UANL), que a pesar de presentarse a sí mismas como instituciones públicas de vanguardia nacional (y cobrar cuotas “voluntarias” significativas, como es el caso de algunas preparatorias de la UANL que llegan a solicitar hasta 6,000 pesos semestrales), no garantizan niveles aceptables de matemáticas ni siquiera para una cuarta parte de sus alumnos.
Las excepciones son algunas modalidades atípicas o “modelo”, que no representan opciones significativas en términos de demanda, por ejemplo los CETI’s de Guadalajara, que presentan niveles de deficiencia de 47.9%, pero absorben a sólo 1,055 estudiantes (2.6% del total).
En este páramo de resultados malos pueden identificarse algunas instituciones que se caracterizan por tener desempeños muy deficientes. En la Ciudad de México destacan el Colegio de Bachilleres y el CONALEP, independientemente de si son administrados por el Gobierno Federal o el Estado de México, cuyos alumnos tienen en conjunto calificaciones deficientes en cerca de 95% de los casos. En Guadalajara también destaca el Colegio de Bachilleres, con 91.8%. En Monterrey son varias las instituciones públicas, estatales y federales, ubicadas en este dudoso cuadro de honor de más de 90%: los bachilleratos generales estatales, CONALEP’s, sistema abierto y a distancia, CECYTE’s, y DGETA’s.
Como señalé antes, queda por deslindar en qué medida estos resultados se deben en parte a la selección socioeconómica y cultural negativa de los estudiantes que ingresan a estas instituciones. No obstante, no puede eludirse la responsabilidad institucional que representa ofrecer alternativas educativas que en realidad no son tales, especialmente para una población de estudiantes que, proviniendo de un entorno de desventaja social y cultural, buscan en la escolaridad una de las pocas opciones viables de movilidad social ascendente, fuera de otras alternativas menos deseables como la delincuencia o la migración a los Estados Unidos.
Finalmente, es de destacar que asistir a un bachillerato privado tampoco garantiza buenos resultados educativos, pues cerca de 80% de los estudiantes presentaron calificaciones deficientes en las tres ciudades. No obstante, es importante analizar con mayor detenimiento a las escuelas privadas, pues es un grupo con una gran heterogeneidad interna. Así, por un lado, 68.9% de los bachilleratos privados en estas tres ciudades tuvieron más de 90% de sus estudiantes con niveles de deficiencia, prueba inequívoca de la existencia de un enorme contingente de “escuelas patito” que, lejos de constituirse como una opción educativa, defraudan a los estudiantes y sus familias.
Por otro lado, del “top 10” de escuelas con mejores calificaciones, seis de ellas son privadas en la Ciudad de México, nueve en Guadalajara y nueve en Monterrey. Queda claro que, en paralelo a la gran masa de jóvenes que asisten a bachilleratos públicos y privados con bajo nivel académico, existe una pequeña élite que se educa en condiciones académicas ventajosas, reproduciendo así en la educación media superior las condiciones de amplia desigualdad social existentes en nuestra sociedad.
Profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México