En México, uno de cada dos normalistas no logran aprobar la evaluación de ingreso para formar parte del cuerpo docente; es decir, la educación en México no prepara de buena manera ni siquiera a sus futuros maestros. La calidad de un sistema educativo no es superior a la calidad de su profesorado. La decisión de ser maestro en nuestro país llegó a ser una decisión familiar ante el esquema laboral que prevalecía: mi abuelo tenía una plaza que heredó a mi mamá quien a su vez me la heredará. Este esquema garantizaba seguridad y estabilidad laboral para los que ya contaban con una plaza laboral (insiders), pero fue perjudicial para aquellos que pretendieron ingresar y/o modificar el esquema (outsiders). Teniendo en cuenta que este esquema laboral predominó durante años, hoy tenemos maestros que se resisten a ser evaluados y sustentantes que se oponen a obtener sus plazas con base en el mérito, mientras casi 200 mil aspirantes desean entrar al Servicio Profesional Docente mediante un proceso meritocrático y transparente.
En México, tenemos casos donde se fractura una plaza de 40 horas en cuatro plazas de 10 horas para contratar a cuatro personas en vez de una, aunque ello conlleve un sueldo más bajo. Considerando que el sueldo inicial promedio de un docente de primaria general es de $11,304 pesos al mes (INEE, 2015), imaginemos fracturar por dos, tres o cuatro el salario: terminamos con maestros ganando $4,000 pesos al mes enseñando en condiciones adversas, mientras existen un puñado de pseudo docentes que no enseñan y concentran el recurso educativo. Estos vicios desalientan el ingreso a profesionistas que no pretenden quedar bien con los intereses de unos cuantos, sino que desean dar una mejor educación a nuestras niñas, niños y jóvenes.
Ahora hablemos de quien desea ingresar al Servicio Profesional Docente y de dónde viene. En el concurso de ingreso de 2014 se privilegió el ingreso a los estudiantes de las Escuelas Normales públicas versus los sustentantes de los sistemas abiertos para la asignación de plazas, situación que cambiará a partir de 2016. Ya sabemos que 60% de los sustentantes resultaron “no idóneos” para ser docentes, pero ¿hay alguna diferencia entre los normalistas y los sustentantes de convocatoria abierta?
A nivel nacional, el puntaje de los normalistas es significativamente superior al puntaje promedio de los sustentantes de convocatoria abierta. En la gráfica 1, podemos observar el puntaje promedio de normalistas y sustentantes de convocatoria abierta por estado y observar que en la mayoría de ellos, los normalistas salen mejor evaluados. Sólo existen tres excepciones: Campeche, Oaxaca y Tlaxcala, donde no existe diferencia significativa. Sin embargo, hay que tomar con cautela los resultados de Oaxaca, dado que el tamaño de la muestra en este primer concurso de oposición puede ser no representativo y positivamente sesgado, dada la historia de los 123 sustentantes oaxaqueños en este primer concurso.
Si restringimos el análisis a puntajes promedio de los idóneos, es decir, los que aprobaron la evaluación, la diferencia disminuye. En la gráfica dos, podemos observar que la ventaja de los normalistas sobre los sustentantes de la convocatoria abierta persiste, aunque ahora más estados se suman a la lista donde no existe diferencia significativa en el puntaje: Guanajuato, Michoacán, Quintana Roo, Tamaulipas y Tlaxcala.
Si realizamos el mismo ejercicio para el segundo tipo de examen, el de habilidades intelectuales y responsabilidades ético-profesionales, encontramos que una vez que comparamos sólo el puntaje de los sustentantes idóneos, no existe ventaja para ninguno de los dos grupos. Incluso, en siete estados el puntaje de los sustentantes de convocatoria abierta es significativamente superior al puntaje promedio de los normalistas: Campeche, Durango, Nayarit, Jalisco, Tlaxcala, Quintana Roo y Yucatán.
Al realizar estos análisis para preescolar, primaria y algunas materias en secundaria, observamos que los normalistas siguen logrando mejores puntajes que sus colegas de convocatoria abierta en preescolar y primaria, aunque esta ventaja se reduce o desaparece en secundaria.
¿Qué nos dicen estos resultados? A nivel nacional las normales marcan una diferencia positiva en la formación de docentes de preescolar y primaria con respecto a los sustentantes de convocatoria abierta. Sin embargo, en preescolar no existe diferencia significativa en 11 estados entre normalistas y aspirantes de convocatoria abierta, mientras en primaria son 6 estados cuyos resultados son similares entre los sustentantes. Podríamos argumentar que los sustentantes de convocatoria abierta en estos 11 estados resultan igualmente idóneos que los normalistas o que, en realidad, las normales no están haciendo una diferencia para preparar docentes en estas entidades. Incluso, si aceptamos que los normalistas salen mejor evaluados que los sustentantes de convocatoria abierta, no debemos olvidar que a nivel nacional 55% de los normalistas reprobaron, a pesar de cuatro años de estudio.
La SEP ha incumplido al no presentar el plan integral para el diagnóstico, rediseño y fortalecimiento para el Sistema de Normales Públicas, establecido en el artículo vigésimo segundo transitorio de la Ley General del Servicio Profesional Docente. Dada la importancia de las Escuelas Normales y de su impacto en los futuros docentes de este país, es importantísimo que el plan mejore sustantivamente el aprendizaje de los alumnos de las Normales y garantice que sean verdades instituciones de educación superior, donde la investigación y desarrollo de conocimiento sean componentes esenciales. Como comentamos en un principio, la calidad de un sistema educativo no puede superar la calidad de sus maestros. Si queremos que nuestra educación mejore, hay que empezar por las escuelas de nuestros maestros.
* Pablo Velázquez es investigador en Mexicanos Primero
Publicado en Animal Político