Peña en 2012 y López Obrador en 2018 presentaron dos Iniciativas de reforma constitucional para la educación. Las dos se llamaron reformas. En realidad, todas las reformas, incluidas las de Calderón, Fox, Zedillo y Salinas se han llamado reformas. Ni bien ni mal llamadas, son reformas porque reforman leyes o reglamentos.
Las dos reformas son en su mayor parte políticas e ideológicas, no pedagógicas. La primera cuestionó a los maestros; la segunda los entroniza. El maestro no mejora porque lo cuestionen o entronicen, mejora cuando intrínsecamente (empujado por estímulos extrínsecos) quiere aprender y mejorar. Ambas reformas utilizan al “maestro” como parte de su retórica política. ¿Cuál es la realidad? Hay maestros buenos y no tan buenos. Nadie en el mundo rechaza el papel crucial de los maestros en el proceso educativo; sin embargo, tampoco nadie rechaza que los maestros sean evaluados, el debate no está en la evaluación, per se, sino en la forma en la que se realiza y utiliza.
Desvestidas de la retórica, las dos reformas representan dos visiones o movimientos diferentes de la política educativa en el mundo. La de Peña busca el cambio a través de la estandarización de criterios e indicadores y la evaluación de procesos y resultados; digamos que es más conductista. La de AMLO es una reforma ideológicamente contraria a la estandarización y evaluación, y parece ser más humanista. Nadie en el mundo rechaza ni la estandarización ni la evaluación (de hecho, la Iniciativa de AMLO habla de estandarización y medición), lo que se rechaza es el uso que se les da a ambos objetivos de la política educativa. La ciencia pedagógica rechaza la estandarización de la enseñanza-aprendizaje y de los estudiantes.
Aunque las dos reformas hablan de calidad y equidad, la reforma de Peña se enfoca en la calidad y la de AMLO en la equidad. Ambos tienen razón y ambos están equivocados. Peña y sus ministros se obsesionaron con las mediciones y el desempeño; AMLO y su ministro parecen obsesionarse con la equidad. Cierto, la desigualdad es un problema estructural que necesita atención para mejorar la calidad, pero también lo son la pobreza, la segregación y la atracción, formación, acreditación y colocación de maestros. Ninguna de las dos reformas en realidad toca el tema crucial para el aprendizaje poderoso: la crianza.
Según mi criterio, la fuerza de la cultura en el hogar es superior a la fuerza de la pedagogía en la escuela. Por tanto, si la cultura en el hogar, los hábitos de mamá y papá y la forma en la que interactúan entre ellos y los hijos es tan importante, ninguna reforma educativa que no plantee y enfrente el tema de la crianza, afectará de manera importante los resultados en el aprendizaje.
¿Cuáles son los principales cambios de AMLO? 1) Se establece la obligatoriedad de la educación superior. Lo cual será imposible de lograr. 2) Se recrea, una vez más, un nuevo Servicio de Carrera Profesional del Magisterio. 3) Se deroga la garantía de la calidad educativa. 4) Se resaltan los temas de equidad e inclusión social, de género y regional. 5) Se deroga completamente la evaluación de maestros y se revierten sus efectos. Vendrá una nueva evaluación que según ha dicho Esteban Moctezuma será diagnóstica. 6) Se mantiene la capacidad de los particulares de impartir educación en todos sus tipos y modalidades. 7) Se desaparece al INEE y se sustituye por un nuevo Centro con autonomía técnica para la mejora de la educación, a través de estudios, mediciones e investigaciones especializadas y la determinación de estándares e indicadores. A diferencia del INEE este nuevo Centro no será autónomo y no estará dirigido por investigadores ni expertos, sino por maestros distinguidos y padres de familia reconocidos. La Iniciativa no toca a los planes y programas de educación básica y media superior, por lo pronto.
Es una reforma que dará pie a mucho debate. Se desgarrarán las vestiduras.
*Texto publicado originalmente en Reforma