La noticia sobre la mesa de diálogo entre estudiantes de posgrado de la UNAM inconformes con el cobro de cuotas y las autoridades universitarias de esta institución, tuvo una presencia gris en los medios de comunicación. Al parecer la fuerza de la razón (y del diálogo) por sí sola no llama la atención en los medios de comunicación, como si lo hace la razón de la fuerza, es decir, cuando grupos de estudiantes radicales bloquean avenidas, toman la rectoría de la UNAM o hacen la quema de autobuses.
Pero más allá de este segundo escenario, que esperemos no se realice, ¿qué fue lo que se presentó como resultados en el diálogo entre las autoridades de la UNAM y los estudiantes del posgrado inconformes por el cobro de cuotas? Según comentábamos aquí en Educación Futura (30 de abril del 2015) había dos cuestionamientos, de los cuales sólo se abordó uno: las razones del por qué se cobra en el posgrado.
De manera sintética lo que se expuso por parte de las autoridades y coordinadores de los posgrados fueron respuestas controvertidas, dado que algunos consideraron que no se debían cobrar cuotas y respetarse el principio de gratuidad, o el proyecto de universidad pública y gratuita. Pero por otra parte también autoridades universitarias expresaron razones legales, históricas, y argumentos de equidad y calidad para el cobro de cuotas en el posgrado.
Las razones legales que se expresaron fueron en el siguiente sentido, “existe un reglamento general de pagos desde 1966” (artículo 1 fracción V). Las autoridades universitarias afirmaron que cada comité académico (formado por estudiantes, profesores y directores) de cada posgrado y facultad decide si se cobra o no (La Jornada, 30 de abril del 2015. p.37). Esta razón sólo corrobora las declaratorias de funcionarios universitarios que ya se habían expresado semanas anteriores (La Jornada, 24 de marzo, del 2015 p.31).
Como parte de las razones históricas, uno de los coordinadores del posgrado expresó, “desde 1982, cuando nuestra maestría fue creada siempre ha habido aportaciones por parte de los alumnos, no se han dejado de dar esas cuotas”. Esto se resume en la idea, “siempre se ha cobrado en el posgrado”.
Respecto a los argumentos de equidad, comentaba otro coordinador, “El cobro que hacemos, es hacia los extranjeros porque en ese sentido de equidad, ellos no están dando, ni el aporte de nuestras instalaciones, ni el pago de los salarios y de las becas”. Este argumento se engarza con la clásica idea de que quienes tienen más recursos (en este caso estudiantes extranjeros o estudiantes de clases medias o altas) paguen y si no ellos serán los más beneficiados.
Otro de los argumentos que se expusieron en la mesa de diálogo para el cobro de los posgrados fue, la calidad. Algunos coordinadores advirtieron que los posgrados de calidad gozan de movilidad académica, otorgan apoyo a sus estudiantes, invitan a profesores extranjeros, realizan sus labores con una infraestructura académica adecuada, participan en eventos internacionales, etc. Bajo esta lógica empíricamente “la calidad cuesta”, y si la calidad no cuesta, subjetivamente no se valora.
¿Qué contra argumentaron los estudiantes al respecto? Los estudiantes esgrimieron argumentos, que con un poco de memoria histórica se encuentran en lo que se estableció en la huelga de la UNAM de 1999: la gratuidad en la educación como parte del artículo tercero constitucional; el carácter ilegítimo e ilegal de las cuotas; y que la calidad no se mide por sus costos.
De alguna manera, los argumentos son vigentes. Sin embargo cuando los estudiantes afirman “la mayoría de los posgrados en la UNAM son de calidad y muchos no realizan cobros”, habría que advertir que es una verdad sólida que se desvanece en el aire. En efecto, son pocos los posgrados que cobran en Ciudad Universitaria, pero en el resto de las sedes los cobros son parte de una política institucional. En este tenor, la necesidad de argumentos más sólidos sobre la calidad de los posgrados sin una lógica que conciba que la calidad cuesta y si no cuesta no se valora; así como una ingente necesidad de pensar en procesos más amplios sobre el futuro del posgrado, la investigación y el proyecto de universidad pública.
Por lo pronto, los estudiantes cambian el escenario de diálogo y se dirigen esta semana hacia las puertas de la rectoría de la UNAM.
Columnas relacionadas:
La UNAM ¿La universidad pública es gratuita? (Primera parte)
La UNAM y su sistema de producción de conocimiento abierto