En el Índice de Cumplimiento de la Responsabilidad Educativa se traza una imagen rica y diversa del sistema educativo nacional. Este comparativo entre las 32 entidades de la República emplea una metodología que es sensible al logro en periodos cortos, y en el cual destacamos, más que la posición en un ranking, el progreso, el avance de un estado con respecto de sí mismo (ver icre.mexicanosprimero.org).
Hay una permanente tentación de hablar de la educación en México como si fuera algo homogéneo y monolítico. Incluso -y por ello la importancia de una prensa calificada dedicada a esta fuente informativa- se tiende a adjudicar todo lo que pasa a la actuación de la Secretaría de Educación federal.
Sin duda, es crucial la tarea de coordinación que le compete a la SEP, especialmente para los programas y para que se hagan las transferencias de financiamiento con ajuste de equidad, oportunidad y transparencia a cada entidad de la República, pero tiene poco qué coordinar si no entiende y aprecia lo que hacen los estados, o si éstos se aíslan en la pasividad y la complacencia.
A los estados corresponde, en sentido eminente, la implementación de las reformas a la Constitución y las leyes de 2013. Si los profesores de nuevo ingreso tienen tutores, si se cumplió el orden de prelación y se produjo una asignación transparente en las plazas concursadas y en las promociones derivadas de la evaluación, ello tiene básicamente que ver con lo que hace o deja de hacer el equipo estatal de educación pública.
Si en la entidad no se esperaron hasta que en la Ciudad de México hicieran cursos en línea para la formación continua de docentes, o si no se tuvo que recibir presión de SEP que para establecer una digna Asistencia Técnica a la Escuela sino que se empujara como un proyecto propio y una marca de legítimo orgullo, eso es por los actores estatales.
Para la edición de este año del ICRE usamos el lema: “Cada vez más y cada vez mejor”. Eso es claramente lo que ocurre en los factores sobre los que hay más control de parte de la autoridad actual, es decir, la presencia y preparación de las personas que llegan a la escuela; por ejemplo, si los alumnos comienzan desde 1º de preescolar su trayectoria, o bien si los maestros llegan con la preparación esperada para ingresar al servicio docente. Se nota en las relaciones y procesos escolares, como el liderazgo ejercido por los directores en las escuelas o la extensión y calidad de la atención a las necesidades educativas especiales. Aún si hay transferencias federales de dinero, si se concreta en forma oportuna y honesta la mejora de las condiciones materiales o si se activa la red de apoyo, con verdaderos Asesores Técnico-Pedagógicos, formados, actualizados y bien pagados, todo ello ocurre en aquellos estados que se hicieron plenamente responsables en esta etapa de la transformación educativa.
Los cambios de los pasados sexenios toman raíz y comienzan a dar frutos: 29 estados se movieron en positivo en estos pocos años, según los referentes del ICRE. No estamos como estábamos, y desconocerlo sería una mezquindad injusta. No estamos donde debiéramos estar, y desconocerlo sería deshonestidad intelectual y cívica.
No se puede castigar a los estados por las malas decisiones de otros, ni determinar un juicio sumario de que “todo va bien” o “todo va mal”. Eso es infantil y estorba a las verdadera reflexión y a la acción contundente. En Mexicanos Primero siempre hemos sostenido que la transformación es permanente, y que todo cambio positivo se debe ajustar y precisar. Las prácticas, lo más real en la educación, más real que los discursos y los planes, ya muestran pistas aquí y allá, en todo el país, de cómo se reforma una reforma, para que la transformación no se detenga.
El derecho de los niños a una educación de calidad va arraigando en los estados. No podemos dejar solos a los estados que sí hacen lo que les toca. No podemos premiar la dependencia con respecto de la Federación, y menos justificar la pasividad y dejar que la propia irresponsabilidad estatal se quiera esconder detrás de las carencias del pasado o de los vaivenes de prestigio y desprestigio en la opinión pública sobre el Presidente de la República o el titular de la SEP federal.
“Cada vez más, cada vez mejor” se hace posible sólo si exigimos, y ese es nuestro llamado: insistir en la demanda de una constante rendición de cuentas de a las familias y a todos los demás ciudadanos. “Cada vez más, cada vez mejor” se hace posible por la activación de todos los agentes de cambio, por su compromiso y sus capacidades en continuo fortalecimiento. Así es como las personas vencen al contexto.