La reforma educativa de 2013 tanto del Estado como del gobierno está en crisis. La crisis se origina porque la reforma nació con dos pecados originales: uno, fue una reforma con muy altas expectativas pero con muy poco tiempo para madurar; dos, fue una reforma que se redactó inspirada por un modelo educativo mundial que ya se agotó y superó. La educación mundial de vanguardia va por otro lado.
Un signo de este giro lo representa el siguiente párrafo que extraigo de las palabras del Presidente Obama de Estados Unidos, cuando al pasado 15 de diciembre de 2015 abrogó la de ley educativa Bush de 2001, “Ningún niño rezagado”:
“Las metas de la ley eran las correctas. Altos resultados. Rendición de cuentas. Eliminación de las brechas en el logro académico. Asegurar que cada niño estaba aprendiendo, y no solo unos cuantos. Pero en la práctica, la ley se quedó corta. No siempre consideró las necesidades específicas de cada comunidad. Estimuló demasiadas pruebas durante el tiempo que debía dedicarse a lecciones de clase. A menudo forzó a las escuelas y a las zonas escolares a realizar reformas hechas en serie que no siempre produjeron el tipo de resultados que queríamos ver. Y está bien, algunas veces los esfuerzos de reforma requieren tratar, probar, y si no funciona, uno aprende algunas lecciones, y uno hace modificaciones. Por estas y otras razones, le he pedido al Congreso que se reúna y que realice un esfuerzo conjunto para arreglar la ley. Después de mucho esfuerzo finalmente llegamos a un acuerdo.”
La era de la medición, evaluación, rendición de cuentas estandarizadas, de la centralización en la toma de decisiones educativas y de las competencias ya terminó. Ahora entramos a una nueva era la de la Educación 2020-2050: “engagement”, bienestar y salud de los niños, aprendizaje divertido, motivación intrínseca, clima escolar (ambientes de aprendizaje), clima del hogar, armonía entre la cultura de la escuela y la cultura del hogar, pedagogía ecológica e indígena y evaluación auténtica, son las palabras o expresiones y conceptos que definirán a los sistemas educativos para las siguientes dos o tres décadas. Esto implicará cambios radicales en la formación inicial de maestros, en el trato de maestros entre autoridades y escuelas, en la incorporación de los hogares al aprendizaje, en la vida cotidianidad de las comunidades, en la distribución del poder de decisión, en la forma de administrar tanto las escuelas como las aulas, etc.
Toda reforma educativa de gran alcance desde su diseño hasta su implementación debe diseñarse y aplicarse a partir de un marco de análisis que divida a la reforma en alta y baja política, por un lado, y en estructuras y funciones, por el otro. Con este simple marco de análisis se puede entender y predecir las respuestas de los distintos jugadores y se puede comprender el alcance de cualquier reforma.
En la esencia del nuevo cambio educativo mundial es que el principal insumo para el alto aprendizaje de niños y jóvenes no depende de los cambios administrativos y las políticas públicas que pretenden afectar a las escuelas, sino de los cambios en la forma en la que los maestros, los directivos, los padres de familia y los alumnos engarzan y desarrollan sus relaciones personales, y de la forma en la que se ve la educación. La educación escolar del futuro será más explicación y menos instrucción.
El próximo primero de octubre en ofreceré un seminario de un día de duración sobre la Reforma Educativa, presente, futuro y qué sigue.