Hoy dejo en paz las declaraciones del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, y la broncas con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). A veces conviene desatender la coyuntura para lograr la perspectiva de plazo largo. La lectura de un libro clave puede ayudar a entender por qué unos proyectos de reforma fructifican y otros palidecen.
He leído pocos trabajos que se distingan por desplegar, al mismo tiempo, riqueza de conceptos y argumentos coherentes. Además, que conjuguen el discurso teórico con las voces de los sujetos que forman el cuerpo del estudio.
El libro de Lucila Parga Romero, La reforma a la secundaria: horizontes y tensiones de un proyecto (México: Universidad Pedagógica Nacional, 2015) es una de esas distinciones.
Para comenzar, Lucila despacha el alcance del libro y las nociones teóricas; es fiel a su vocación inicial: maestra normalista. Su exposición es didáctica, esgrime conceptos abstractos que luego sintetiza en cuadros. Éstos le permiten orientar al lector sobre la ruta que seguirá su discusión. El mapa conceptual de la página 39 sintetiza su argumentación.
La tipología de reformas educativas que emplea es coherente; rinde homenaje a quienes la inspiraron: Gimeno Sacristán, Larry Cuban y David Tyack. Más allá de la coherencia, el trabajo muestra que la tipología es útil para analizar e interpretar La reforma a la secundaria, antes reforma a la escuela secundaria y antes reforma integral de la escuela secundaria y luego como parte de la reforma integral de la educación básica.
Parga Romero define, siguiendo a Claude Dubar, el concepto de identidad, fija sus componentes en términos dicotómicos: lo singular y lo plural, lo público y lo privado, lo objetivo y lo subjetivo, lo individual y lo social, acompañados por reflexiones sobre el yo y el nosotros. La idea central: la identidad implica la construcción y reconstrucción del sujeto. No se queda allí, introduce a Anthony Giddens con el fin de hablar de identidad institucional, identidad del espacio escolar, identidad docente y, fiel a sí misma, identidad de género.
El tercer concepto clave de este libro se desmenuza con una exposición de las nociones de currículum. Lucila define el currículum formal, que sustenta los planes y programas de estudio —la parte normativa— y el currículum real; éste forma parte del entramado escolar donde maestros y alumnos se reencuentran en espacio y tiempo determinados. Ya había señalado, de acuerdo con Gimeno Sacristán, que esas reformas se enmarcan en relaciones de poder.
Parga Romero ofrece un panorama histórico de la escuela secundaria en México, desde los tiempos de la Colonia hasta finales del gobierno de Vicente Fox. Destaca lo trascendente y descarta lo superfluo. En la parte final, cuando entra al análisis más concreto de su objeto de estudio, pone el acento en las dimensiones curriculares como los ejes donde se articularon las propuestas de reforma.
La parte más rica del libro es donde entran en juego los conceptos para la interpretación y las pruebas empíricas. El capítulo, “La crónica de un desencuentro”, primero, plantea el asunto crucial de la reforma y las expectativas que la SEP ponía en su consecución y, luego, en recuadros, expresa “Los profesores dicen”. Su investigación muestra que, en verdad, son desencuentros, cuando no contradicciones flagrantes.
Aquí entran en juego las nociones de identidad y, además, nos dice por qué los profesores en ejercicio decidieron trabajar en secundaria, especula acerca de la idea de la vocación y discute la feminización docente. Pero no asume a la mujer como víctima, en todo caso, la mayoría de los docentes lo son.
El capítulo final es una propuesta. De nuevo, Parga Romero recurre a autores para fijar su postura conceptual y, luego, va al asunto de la formación de los docentes, que de ser una asignatura pendiente en la porción analítica pasa a ser un compromiso ineludible en la propuesta de formación. Si los nuevos funcionarios de la SEP leyeran este libro, quizás, se darían cuenta del terreno que están pisando.
La propuesta siembra los ánimos de que, a pesar de los tropiezos, es posible avanzar. La Reforma Educativa es un asunto que trasciende al gobierno y nos compete a todos. Tenemos la obligación moral de seguir bregando por cambios que favorezcan a los estudiantes, reivindiquen la labor de los docentes y, como concluye Lucila Parga, entren al núcleo del sistema, que es el aula. Es un libro indispensable para entender la reforma a la secundaria.