La autoridad y sus diversas formas de ejercerla es uno de los asuntos más importantes en la transición entre los siglos XX y XXI. Vivimos en estos días una profunda crisis de autoridad legítima junto con el surgimiento de diversas formas de erigirse como autoridades alternativas. En las sociedades modernas el padre y la madre de familia ejercen la autoridad familiar sobre los hijos e hijas, el cura ejerce su autoridad sobre los feligreses, el pastor sobre su rebaño, el presidente de un país sobre los ciudadanos que lo eligieron, etc. Cuando la forma de autoridad tiende a excederse por diversos motivos en sus atribuciones, ésta se vicia e incurre en formas autoritarias o permisivas de proceder. El ejercicio de autoridad no sólo procede sobre la base de quien la ejerce sino también de aquellos que guardan una relación dialéctica entre autoridad y subordinados.
La autoridad es legítima cuando la persona que la ejerce tiene la validez y el consenso con relación al resto de personas con las que se vincula su ejercicio de autoridad. Las propuestas y las acciones son respetadas a partir del acuerdo de origen al respecto. La autoridad está asociada con formas particulares de ejercicio de poder. La forma particular como se dispone en la gestión de un grupo o una institución está asociada con formas particulares de autoridad. Ya Michael Foucault aportó hace muchos años brillantes ideas al respecto. Hoy el asunto de la autoridad cruza y se entrelaza con las propuestas de gobierno, con las iniciti8vas de reforma con lo que los politólogos le llaman la gobernanza.
La propuesta de reforma educativa que inició a partir de un anuncio gubernamental desde el inicio de este sexenio (el cual está a un año de concluir? tiene mucho autoritarismo pero carece de autoridad.
Las figuras que desde la esfera de gobierno diseñan, patrocinan y promocionan la propuesta de reforma educativa, lo hacen sin preocuparse en ningún momento acerca de la legitimidad de su figura pública y de la propuesta que ha emergido de ellos. La propuesta no avanza debido a que los destinatarios no la considerasen suya, ni en los contenidos y menos aun en los procedimientos que se han seguido para darle curso de acción.
Aun formando parte de una política pública global la reforma educativa, carece de una autoridad legitima desde el origen en que fue anunciada, este pecado original le ha arrojado consecuencias graves al círculo de poder cercano al actual presidente de la republica.
Los errores de operación es una clara consecuencia de otro tipo de errores más graves los cuales están asociadas con la falta de claridad acerca de cómo hacer legítima una propuesta que ya no podrá serlo nunca.
Una forma de autoridad consensuada, legítima y avalada por los destinatarios: debería de pensar en las formas de distribuir y diseminar espacios de poder a través del uso de la palabra, la participación y el involucramiento de los sujetos representados.
Por todo lo anterior considero que es muy válido el reclamo de los docentes que se oponen a la reforma educativos, no tanto por los peligros reales o latentes que representa en contra de su materia de trabajo, sino porque del otro lado no existe una autoridad legitimada que genere respeto para avalar una propuesta atípica, a-histórica y poco pertinente para la educación pública de México.