En nuestro país dentro del Sistema Educativo Nacional (SEN) se viven cada año dos ejercicios de planeación; el que corresponde a cada inicio de año escolar en el mes de agosto y el correspondiente al año fiscal que arranca en enero como sucede ahora. A ambos se les conoce genéricamente como año fiscal y año escolar, cada uno con sus distinciones, sus especificidades y sus exigencias respectivas.
La ventaja que representa el año fiscal que inicia cada primero de enero es que lo que planea o proyecta para dicho ejercicio es relativamente más fácil de programar y de evaluar.
Los ejercicios de planeación (independientemente del modelo que se elija), sirven para hacer una proyección ideal o deseada de los cambios o las transformaciones que se pretenden lograr. La planeación educativa está vinculada con el desarrollo del avance que se aspira a generar. La planeación se concretiza en el enunciado de objetivos, metas y estrategias de trabajo, los recursos con los que se cuenta y la distribución de las tareas con respecto a los recursos humanos con los que se cuenta.
A partir de este primero de enero y tomando en cuenta el argumento anterior, se reconoce que estamos ante un brillante espacio de oportunidad para realizar un ejercicio de planeación (aunque sea en el corto plazo), dicha planeación deberá de atender los asuntos nodales sobre los cuales gira en estos momentos la dinámica del sistema. Destaco cuatro puntos que podrían pensarse como ejes de desarrollo.
- La reforma educativa o el acuerdo educativo que impulsa el gobierno federal, requiere claridades en varios rubros en la parte de la nueva propuesta curricular para todos los niveles de la educación básica, incluso hasta llegar a la media superior y el papel que jugará la evaluación educativa dentro de dicha propuesta y todo lo que se desprende bajo el esquema de la propuesta estratégica gubernamental de la inclusión educativa.
- El magisterio nacional es el sujeto colectivo que sostiene el sistema, no sólo en el rubro de la operación y funcionamiento del mismo, también en lo que respecta a la legitimidad del propio sistema y al valor simbólico de cumplir y de responder a la demanda social, de lo que el Estado mexicano ha venido realizando desde hace muchos décadas: “garantizar una educación de calidad y de excelencia a las generaciones jóvenes”, el trabajo de las maestras y los maestros es el elemento clave para cumplir con dicho cometido político, educativo e institucional.
- El sistema educativo se vio colapsado recientemente por políticas de choque, que si bien (queremos pensarlo) tenían buenas intenciones, no fueron suficientemente aceptadas ni por la mayoría de docente ni tampoco por amplios sectores de la sociedad. Se necesita re-tejer el tejido institucional del sistema, para recuperar la credibilidad de la propuesta de educación pública que el gobierno mexicano ofrece a todos los y las ciudadanos de este país.
- La educación en nuestro país, sigue asediada por políticas ideológicas neoliberales, que tienden o pretenden transformar el funcionamiento del sistema, pero en términos negativos. El neoliberalismo en su versión más voraz ha querido arrasar con todo aquello que tenga un sesgo de beneficio o de compromiso social de cara a la ciudadanía; ante ello en este principio de año se requiere un sólido posicionamiento de los sectores comprometidos con la educación pública para pensar en un sistema educativo emancipatorio que sirva para garantizar el desarrollo del pensamiento crítico.
Ojalá y los próximos anuncios y las acciones en consecuencia para este año 2020 sirvan para garantizar un mejor escenario para el desarrollo de la educación pública en nuestro país y también para el destacamento de los miles de profesionales de la educación que se encargan con su trabajo de que ello se cumpla.