Jesús Andriano*
A más de un mes de establecer la alternativa de una educación a distancia para atender los problemas de sanidad generados por la pandemia del COVID-19, es innegable pensar que nos estamos enfrentando a una crisis educativa; el momento actual nos ha generado una serie de actividades ajenas a la que estábamos acostumbrados a realizar, nos preocupa la incertidumbre, nos mueve los retos por alcanzar, y nos transforma la necesidad de educar, es ahí donde toma sentido la denominada crisis; los espacios destinados para realizar las actividades escolares se encuentran vacíos, abandonados y ajenos de toda realidad de los procesos de educativos; los docentes se han convertido en soldados de una batalla sin cuartel, se encuentran desde la trinchera de sus casas diseñando diferentes estrategias para atender las adversidades que genera una educación a distancia.
Los diferentes espacios de cada una de las casas de los alumnos se han convertido en aulas improvisadas para atener las actividades escolares, la televisión es considerada como un aliado para atender los planes y programas de estudio, el uso del internet es una prioridad para poder acceder a la información y consultar lo que se demanda para conectarse con la realidad virtual de la sociedad, los padres de familia multiplican sus deberes y ahora fungen en el mejor de casos como orientadores, facilitadores o asesores de un proceso educativo que no propiamente está diseñado para realizarse en casa.
Ante la problemática social es pertinente mencionar que los objetivos de la educación se encuentran ajenos a las condiciones de enseñanza en casa, las actividades de aprendizaje se adecuan, el aprendizaje autónomo se convierte en el eje articulador de aquello que se demanda y de lo mucho o poco que se aprende; en la casa se enseñan valores, hábitos, ideas, costumbres que contribuyen al aprendizaje, sin embargo la casa no puede ser el aula donde se enseña y se aprende lo que demanda la escuela.
Es momento de reflexionar sobre las acciones que comúnmente hace la escuela y asumir que existe la posibilidad de generar un área de oportunidad y aprendizaje sobre la inercia que conlleva el momento histórico. La dinámica de la escuela se encontraba distante a la propuesta de llevar la escuela a casa, las tareas o actividades académicas extra-clase se concretaban a trabajos complementarios que tenían como objetivo darle cumplimiento a lo solicitado, la intención de articular la tarea con la vida en la casa se reducía a la anécdota de lo realizado. El acercamiento con los padres se reducía a la rendición de cuentas o al cumplimiento de las reglas.
Es un hecho que la aparición de un virus, no solo ha transformado la realidad social; la forma en la que se observa la escuela ha cambiado el paradigma de la educación, para algunos escépticos el trabajo que se hace en la escuela no tiene gran relevancia, para otros el sentido de la educación cobra preeminencia al darse cuenta que no cualquiera puede atreverse a dar clase. El trabajo desde casa y para la casa ha puesto de manifiesto un aprendizaje en todos los actores educativos, el miedo y la perplejidad por generar actividades a distancia se han convertido en una estrategia que difícilmente se dejará de utilizar cuando se regrese al aula.
La escuela después del COVID-19 se transformará, no por la capacitación o habilitación de una educación a distancia, sino por la necesidad de sobrevivencia, el docente aprenderá a diseñar nuevas formas de enseñanza, tendrá un acercamiento al uso del internet no solo como un recurso, asumirá la importancia de validar la información, buscará diversas alternativas pedagógicas para atender los objetivos que marca el plan de estudios. Los alumnos asumirán que el aprendizaje autónomo es una posibilidad de acercamiento al conocimiento, buscaran diversas formas para dar cumplimiento a lo solicitado por los docentes, conocerán en el mejor de los casos que no solo se aprende en escuela. Los padres de familia entenderán la importancia del acompañamiento del aprendizaje en casa, reconocerán que no solo enseña en la escuela y razonarán el liderazgo de un profesor en el aula.
La naturaleza de la escuela se ha transformado, pero seguirá siendo el lugar donde la interrelación de los sujetos le da sentido a la interacción de la enseñanza.
*Profesor investigador de la Escuela Normal de Tecámac, Colaborador de Voces Normalistas