Víctor Manuel Silva Galaviz
En mi municipio nunca sobraron motivos para la convivencia y la festividad. Lo mismo daba festejar sacramentos que cumpleaños; lo que importaba era la “pachanga”. Lo de menos era el motivo o pretexto para ello, el término de clases escolares no estaba exento de esto, se les llama “graduaciones”. Para darles un estatus de solemnidad aunque solo era pasar de un nivel a otro como era de preescolar a primaria y de primaria a secundaria y así consecutivamente; era todo un jolgorio aquel evento, donde se pedía algún conocido adulto que fungiera como padrino o madrina que te acompañara (con su respectivo regalo) a la entrega de tu diploma y en mejor de los casos tu boleta de calificaciones; ya después se tramitaba el certificado de estudios.
Era todo un festival donde asistían familias de los egresados con vestimenta de gala. Había una mesa de honor para las personalidades y autoridades del municipio que realizaban la entrega de la carpeta que estaba debidamente rotulada con el “nombre de la generación” y las fechas en años que cursaron. Había bailables, poesías y palabras de testimonio alusivas al momento, después del evento cívico los de secundaria o bachillerato hacían un baile, si, un baile de gala para seguir festejando a todos los egresados o al menos esa era la intención. Era toda una fiesta digna de vivir por el puro hecho de convivir.
Existía en el ambiente la sensación de logro por parte de los menores y de satisfacción por parte de lo mayores, todo mundo percibía la gratificación del deber cumplido y así, de manera ritual, se realizaba esta catarsis que era más efectiva y divertida que las palabras.
Hoy en día, por la pandemia y el aislamiento social que nos llevó a la educación a distancia, no se harán estas actividades. Tampoco se siente en el ambiente la sensación de logro, hay temores en los jóvenes sobre qué depara el futuro, no desean continuar su formación si es a la distancia y les da inseguridad regresar a las aulas a un grado mayor u a otro nivel educativo a sabiendas que no cuentan con las habilidades y conocimientos necesarios.
Sobrevivir a esta pandemia, ya de por sí debe ser un logro. Quedarnos en la lamentación será un grave error, con lo que somos y con lo que tenemos, demos cara a la situación y con la alegría del ayer, rescatemos las fuerzas para los retos de mañana.