Se acerca el 15 de mayo y con ello la celebración del Día del maestro en nuestro país; como ya es una costumbre, ese día con bombo y platillo se anunciará un “fabuloso incremento salarial” y mejoras laborales y profesionales para todos los trabajadores de la educación. Desde luego, las palmas de los tradicionales aplaudidores sindicales no se harán esperar y con sonrisas de ojera a ojera, sabedores de que gozarán de las mieles de Senado en próximas fechas, se pondrán, una vez más, a los pies del presidente de la República.
¡Hurras!, ¡Vivas!, ¡Bravos! ¡Tenemos al mejor presidente de la historia! ¡Al fin se ha revalorizado al magisterio! Con seguridad se habrá de escuchar ese día por parte de quienes han vivido, porque se han servido, del magisterio. De eso no hay duda, es un hecho, pero a fuerza de ser sincero: ¿de verdad se ha revalorizado a ese sector que desde la década de los 90 viene padeciendo los estragos de la mal llamada y prometida revalorización de la función magisterial?
Que no se olvide, fue el mismo Carlos Salinas de Gortari, aquel que fue denominado como innombrable por el actual presidente quien, en la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, incorporó la famosísima revalorización del magisterio en un documento oficial y, por ende, al sistema educativo. Como se recordará, dicha revalorización contemplaba varias acciones, entre las que destacan: formación docente, actualización y superación del magisterio, programa emergente de actualización en la reformulación de contenidos y materiales educativos, salario profesional, vivienda magisterial, carrera magisterial y aprecio social del maestro. Ejes o acciones que, como es bien sabido, siguen presentes en la jerga lingüística de políticos y funcionarios públicos, obviamente con otro nombre, pero con el mismo principio.
Sí, esa jerga ha sido bien capitalizada a través del tiempo o ¿a quién no le ha redituado beneficios políticos sobre todo cuando existe un antecedente de violación a los derechos laborales y profesionales de los trabajadores como los vividos durante el peñanietismo? Entonces, hablar de revalorización del magisterio es hablar de una quimera; quienes la usan, son conscientes de que aquello que se propone puede ser posible o cierto, sin embargo, esa posibilidad es parte de un imaginario que se queda en eso: en un imaginario que difícilmente puede ser verdadero. ¿Por qué se usa entonces? Repito, los beneficios son ampliamente conocidos.
Y bueno, insisto, estoy seguro de que el próximo 15 de mayo el presidente expresará lo mismo que se ha dicho hasta el cansancio sexenio tras sexenio: ¡Al fin se ha revalorizado al magisterio! No obstante, lo anterior, bien valdría la pena recordar, por un lado, uno de los 10 compromisos que en su momento López Obrador, cuando estaba en campaña rumbo a las elecciones del 2018, expresó a los cuatro vientos en un evento celebrado en Guelatao: Se cancelará la mal llamada reforma educativa y en su lugar se hará uso de las facultades del ejecutivo para detener las afectaciones laborales y administrativas; tal expresión, como parece obvio, abrió una ventana esperanzadora en cientos de maestras y maestros que, hasta ese momento, habían padecido los estragos de la reforma punitiva emanada del Pacto por México y, desde luego, la incesante desvalorización del gremio con ello.
Después de algún tiempo, y con la firma de la iniciativa y posterior aprobación de la reforma educativa 2019 donde, efectivamente, se eliminó la evaluación punitiva que tanto afectó laboral y socialmente al magisterio, poco o nada cambió. Las leyes secundarias dejaron ver la continuidad del proyecto neoliberal que tanto se había criticado, me refiero a la emisión de la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros, pero, peor aún, el mantenimiento de las mismas condiciones laborales y profesionales de los trabajadores de la educación; solo por citar algunos ejemplos: paupérrimos aumentos salariales y pérdida de prestaciones obtenidas a través de ciertas “conquistas sindicales”; mayor carga administrativa que implica destinar mayor cantidad de horas para realizar el trabajo escolar en casa u hogar; procesos de promoción (vertical y horizontal) plagados de incontables inconsistencias y arbitrariedades por parte de las autoridades de la USICAMM (federal y estatales); raquítico presupuesto (el peor de la historia) para formación continua del profesorado mexicano; organización de diversas actividades en las escuelas relacionadas con la educación socioemocional, medio ambiente o adicciones fuera del horario escolar; entrega de incontables informes que terminan en una carpeta, anaquel o bote de basura, además de los productos para el Consejo Técnico Escolar; atención de múltiples problemáticas relacionadas con el incremento de la violencia en muchas entidades del país, pero, también, la atención de estudiantes con alguna discapacidad sin que el estado haya brindado oportuna formación del profesorado; implementación de un plan de estudios (igual que antes) a través de una pésima estrategia de comunicación y formación en los planteles escolares; en fin, como puede verse, la lista se antoja interminable, por ello es que bien valdría la pena preguntarse: ¿realmente se ha revalorizado al magisterio?, ¿no será que se confunden los hechos tangibles con la simpatía por un político que está próximo a dejar la presidencia?, ¿no habría la posibilidad de reflexionar un poco y pensar y repensar si tendremos que escuchar los mismos discursos y retóricas revalorizadoras sin que se revalorice la función del magisterio nacional?, ¿no habría la necesidad de exigir el cumplimiento de tantas promesas incumplidas para dar paso a una demanda tan sentida a nivel nacional pero tan escasamente exigida por el colectivo docente?
Tener preferencias ideológicas está bien, es parte de la diversidad que caracteriza a la humanidad y a la democracia, sin embargo, ¿vale la pena aplaudir “los logros” que han beneficiado al magisterio cuando se mantienen y profundizan las problemáticas en el sector educativo que vulneran el ejercicio profesional y violentan los derechos laborales y profesionales de manera continua y reiterada?
Hasta cuándo magisterio, hasta cuando…