La desaparición de tres estudiantes de cine y las diversas versiones con respecto a dicho acto junto con la aparición sin vida de los mimos, y mucho antes aunque en otro lugar la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero, así como una larguísima lista de jóvenes que recientemente han desaparecido en distintos lugares del estado de Jalisco y de todo el país, nos ha traído un problema social nuevo, un problema inédito del cual no hay solución cercana y si mucha incapacidad e indisposición gubernamental para encontrarla.
Ser joven en este país es un riesgo, es una amenaza, es una tentación para los grupos delictivos ligados al narcotráfico pero también para los grupos delictivos ligados a la policía y a las distintas agencias de supuesta seguridad.
Este 10 de mayo miles de madres celebraron con luto y con silencio su condición de ser madres, sus hijos ausentes, desaparecidos, secuestrados, las obligó a salir a las calles de una manera distinta, vestidas de blanco, orgullosas de ser madres pero indignadas porque a sus hijos no los tienen cerca, no pudieron sentirlos, ni escucharlos. No tengo datos precisos a la mano, la cuenta es enorme y sigue creciendo. A la persona que desgobierna en esta entidad las madres lo han encarado, lo han cuestionado, ¿Qué haría usted si tuviera un hijo en la misma condición en la que estamos nosotras? Le preguntan. ¿Por qué no renuncia señor gobernador cuando no ha sido capaz de responder convincentemente a nuestras peticiones?
Tal parece que las cosas se han salido de control, el problema de los secuestros y desapariciones de jóvenes se asocia con muchos más problemas: las nuevas prácticas del crimen organizado, de los mandos en la policía, de las redes delictivas, de la crisis de autoridad en los círculos de gobierno, los nuevos métodos y las nuevas estrategias de sacar dinero fácil o de cobrarles a quienes no lo pagan se asocia a las desapariciones forzadas.
El problema es complejo como compleja es la realidad en la que se inserta, en una ocasión le preguntaban a una investigadora ¿de qué mueren los jóvenes en Jalisco? y ella respondió, pues no mueren ni de viejos ni de enfermos. En Jalisco los jóvenes mueren de exceso de inseguridad de una amenaza latente por formar parte de una ofensiva estadística de ser desaparecidos y esta condición de desaparición demuestra el lado oscuro de una esfera de poder que no sabe, que no puede y que no tiene vocación para responder ante un problema grave que sigue en ascenso.
Ser joven en esta entidad es un riesgo, caminar por las calles, pasar por el lugar equivocado, a la hora equivocada, el día menos pensado puede convertirse en un parte aguas de vida. Salir, caminar, vivir la ciudad se ha tornado en una amenaza. El espacio público ya no es de todos, lo han copado o usurpado aquellos que amenazan, que roban la tranquilidad, que secuestran. El espacio público ha sido despojado por un fantasma reciente cuyos métodos son la amenaza, la persecución y la desaparición de jóvenes. ¿Quiénes son, dónde están, por qué han optado por este estilo de vida basado en la amenaza latente y en la el riesgo colectivo?
Desde la educación se piensan y se operan las ideas que ayudan a mover el mundo más favorablemente, pero ante un problema tan complejo las soluciones deben ser integrales, (multidisciplinarias como dicen los que saben de esto). Las madres y los padres de los jóvenes desaparecidos merecen un mejor trato, un trata digno ante una serie de hechos que nada lo son. La consigna de las manifestaciones de ¡NO ESTÁN SOLOS ¡¡NO ESTÁN SOLOS¡ se torna en una metáfora que se asocia, con la importancia del vínculo humano, del cobijo, del abrazo que abraza con seguridad.
Es importante que desde las escuelas y las universidades discutamos esto permanentemente, que se formen cordones de prevención para la defensa y la seguridad, que aprendamos a vigilar(nos) y a prevenir(nos). No estoy del todo claro si el problema ya tocó fondo, pero de no ser así, es necesario no seguir en picada.
Los jóvenes y toda la sociedad en Jalisco merecemos un mejor clima de vida y de convivencia, si este gobierno no lo garantiza que se vayan ya, que se vayan todos. Como sociedad podemos aprender a cuidarnos, si el gobierno ha perdido su vocación de garantizar la defensa de los derechos cívicos de los gobernados, es necesario hacerlo a un lado y pensar en mejores estrategias de defensa del espacio público. El espacio público, es el espacio de todos y todas hay que volverlo a ganar junto con la seguridad de todos y de todas. Y desde este espacio a todos las madres que han decidido salir y tomar la calle para gritar sus consignas y exigir la presentación de sus hijos e hijas, desde aquí les digo: NO ESTÁN SOLAS.