Arturo Jiménez Cruz
Uno de los efectos colaterales de la pandemia del COVID-19 es la desinformación y el efecto que esto ha tenido sobre la resistencia a la vacunación y a tratamientos alternativos sin evidencia científica de su eficacia.
El origen de la misma proviene de diversas fuentes, hay quienes señalan que su experiencia personal les permitió verificar que determinada sustancia le previno o la curó del COVID-19, otros argumentan que conocen testimonios de familiares, de amigos o de famosos, otros actúan porque le tienen Fé, que lo oyeron o leyeron en los medios de comunicación, en las redes sociales, de los ´youtubers creíbles¨ o de ¨información científica¨; también existe la recomendación del médico, la enfermera, el amigo, el curandero, etc. De hecho, los medios de comunicación y los ¨youtuber¨s cuando cuentan con un respaldo que consideran científico también lo usan.
Sin embargo, por un lado, la información científica no siempre es bien interpretada, o se puede hacer para beneficiar algunos intereses; lo hacen en los anuncios y trípticos que las empresas farmacéuticas y alimentarias entregan a los médicos.
¿Cuáles son las revistas científicas con arbitraje por pares? Existen más de 500,000 revistas de todas las áreas del conocimiento, disciplinas y sub-disciplinas en el mundo, algunas de ellas se publican cada semana, otras cada quince días, mensuales, bimestrales, trimestrales o semestrales; el número de artículos va de 1 a más de 100 por edición. A ellas hay que añadir cunado menos un millón de revistas que no son científicas pero que publican artículos sobre temas de salud.
Muchas de ellas son financiadas por empresas farmacéuticas, alimentarias, de medicina alternativa, y/o de diferentes intereses privados y públicos.
Esa cantidad de artículos no puede ser leída, analizada e interpretada por nadie; por lo que lo que los académicos hacen es priorizar las revistas y los artículos.
Uno de los referentes más utilizados en todo el mundo son las revistas indizadas en Web of Science o en el Journal Citation Report (JCR). Estas revistas reportan el factor de impacto que significa el número de citas que ha tenido la revista (en revistas indizadas en el Web of Science) durante los dos años previos, entre el número de publicaciones en un año. Se considera que una publicación que ha sido citada por sus pares en una revista indizada en el JCR ha pasado el criterio de calidad por los editores de la revista, los revisores y los autores de quienes la citan.
El reporte de 2021, presenta más de 13000 revistas con factor de impacto del Web of Science, que van desde 10 revistas con 0 de factor de impacto hasta 508 que tiene la revista Cancer Journal of Clinicians; la revista New England J of Medicine, es la número tres, con 91.2; Lancet con 79.3; JAMA, 56.2; NATURE, 49.9; Science, 47.7; Cell, 41.5; Diabetes Care, 19.2.
La primera revista publicada en España o en Hispanoamérica, ocupa el número 2198, con 4.75 de factor de impacto y es la Revista Española de Cardiología, que se publica en inglés y español; la primera revista mexicana, ocupa el número 7012, con 2.23 de FI, es la revista Archives of Medical Research, del IMSS, y se publica exclusivamente en inglés.
Con FI arriba de 1.0 hay 10,883 revistas, 48 son de España, seis son mexicanas, tres son de Chile, dos de Colombia y una de Argentina. Todas se publican o en inglés o en inglés y español. Los países de habla hispana contribuyen con revistas con FI arriba de 1.0 con el 0.64% y con menos de 1.0 con 2.88%, la mayoría de estas revistas se publican en inglés y español.
A pesar del rigor de las evaluaciones, con frecuencia hay artículos que tiempo después son retirados porque no reunían requisitos técnicos o de ética; a otros se les ha pedido corregir la metodología, incluso en revistas de tanto impacto como el New England J of Medicine.
Lo que indica que un trabajo publicado aún en revistas de muy alto impacto debe ser sometido al análisis crítico y tiene un potencial de error.
Este sistema de valoración de la calidad de las revistas tiene fortalezas, pero también debilidades, entre otras que se le da preferencia al inglés a las instituciones de mayor prestigio, a los grupos de investigación con mayor prestigio; sin embargo, no hay otros sistemas que hayan demostrado empíricamente una mayor calidad de la información. Existen otros sistemas de factor de impacto, así como una evaluación del factor de impacto social pero no han tenido todavía una aceptación universal.
La mayoría de rankings prestigiados de las universidades utilizan las publicaciones y las citas en las revistas con JCR para clasificar a las universidades, por lo que los países, las instituciones y los diarios que difunden sus resultados están implícitamente aceptando por lo menos que es el indicador más utilizado.
De este sistema se puede observar que el idioma inglés es el idioma universal de la ciencia y la tecnología; y que el idioma español es muy marginal; que las publicaciones en las revistas de alto impacto pueden tener datos inexactos o pueden a llegar a conclusiones que no son congruentes con la metodología; que se requiere capacidad de análisis crítico para evaluar la información científica; que con facilidad se pueden mal interpretar los resultados o llegar a conclusiones erróneas.
Lo que significa que en todos los sistemas educativos se debe incluir la lengua universal del conocimiento, sobre todo la lectura y comprensión del inglés y la práctica del análisis crítico de la información disponible.
Desafortunadamente en nuestro país, en ningún nivel de educación se promueve de manera sistemática el análisis crítico de la información disponible y la enseñanza del inglés es precaria.
Terreno fértil para la difusión de noticias falsas, sesgadas y malinterpretadas que han ganado terreno con consecuencias lamentables durante la pandemia del COVID-19