La semana pasadaAurelio Nuño presentó la primera etapa de los planes de estudio para educación básica, la cual se aplicará a partir del ciclo escolar 2018-2019; y la segunda etapa en el ciclo 2019-2020. Otra vez se pasó lista a los puntos claves del cambio pedagógico: 1. Aprendizajes claves; 2. Habilidades socioemocionales; 3. Autonomía curricular; 4. Mejor articulación en los niveles; 5. Cambio y transformación en la manera de la enseñanza.
Todo modelo curricular tiene un gran calado en el futuro de una sociedad. Ya que plantea las acciones que deben realizarse para formar al ciudadano del futuro. Si volteamos a ver nuestra sociedad actual, encontraremos la necesidad de una reforma educativa; si vemos al que soborna y al que lo acepta, si vemos a los que venden votos y a quienes los compran, si vemos la violencia y tanta indiferencia, es claro que necesitamos renovar con urgencia nuestra educación. Pero no con cualquier reforma, ni tampoco de cualquier manera.
Muchos de los referentes del nuevo plan de estudios son de orden internacional, que corresponden a referentes teóricos de otros países, con otras condiciones. La idea de aprendizajes claves, o aprendizajes básicos imprescindibles, ya lleva un tiempo de maduración en España. Sólo se retoma el qué, pero no se retoma el cómo. Entonces resulta necesario exigir congruencia en la transformación que pretenden lograr. Esa misma idea de cambiar hectáreas de extensión por niveles de profundidad se tendría que aplicar, por ejemplo, al número de alumnos por grupo. No se le puede exigir lo mismo a un docente de secundaria con grupos de 50 o más alumnos, que a otro que atiende a 20 o 25 estudiantes.
Hay que reconocer que existen algunos cambios relevantes en el nuevo plan de estudios, pero también subrayar que hay mucha continuidad. Hay un recorte de extensión y una promesa de profundidad. Sobre la reforma educativa diversos especialistas se han encargado de señalar el fetiche de la evaluación docente y desmitifican la novedad del modelo educativo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) ocupó todas sus fuerzas y recursos para aplicar, a como diera lugar, la evaluación de los profesores, pero prácticamente no ha invertido en capacitarlos.
Para la formación docente, la política educativa ha perfilado cuatro ejes incongruentes entre sí. Primero, descalifica y culpabiliza a los docentes de la mala calidad educativa. Segundo, se han impuesto distintas versiones de evaluación docente, desde el ordenamiento y la indicación hasta el sorteo. Tercero, la formación inicial ha estado minada por los exámenes de oposición, y la formación continua será encomendada a los Consejos Técnicos Escolares, que normativamente se perciben bien, pero que en la realidad no han reportado los beneficios que de ellos se esperan. Cuarto, la confianza de volver realidad los aprendizajes claves está fervientemente depositada en los profesores, como si después de ser señalados y denostados, sólo estuvieran esperando ansiosamente la nueva forma de trabajar.
En el discurso de Aurelio Nuño hay que destacar algunas ideas sobre el tiempo. Por primera vez, no se escucha victorioso sino mesurado. Al momento de responder por qué se dará en dos etapas la aplicación, se percibe que ha entendido que hacer una reforma a los planes de estudio y los libros de texto no es tan fácil como pensaba de inicio. Refiere que, en atención a sugerencias de las mentes más brillantes en materia educativa, los materiales entrarán en dos fases por el tiempo que toma elaborarlos, porque no se quieren hacer al vapor. Porque también está a punto de presentarse el plan de fortalecimiento de las escuelas normales, el cual debe ir de la mano del plan de estudios de educación básica pero otra vez no llegó al mismo tiempo.
El secretario de Educación habló de la necesidad de presupuestos plurianuales para la aplicación de la reforma. Recordemos que ésta ha sido una demanda de las universidades públicas para establecer planeaciones prospectivas que no se limiten por la temporalidad del financiamiento. Se menciona la necesidad del gasto plurianual para los proyectos de la SEP, pero no se han pronunciado sobre el presupuesto para las universidades.
El funcionario federal reconoció que la continuidad de la reforma va a ser parte del debate de 2018 y va a depender del juicio ciudadano si se mantiene o no esta política educativa. Entonces, si se presenta una reforma por etapas cuya continuidad depende del juicio ciudadano, estamos hablando de una reforma incompleta. Si vemos que la reforma apuesta por los planes de estudio, pero no por los maestros, estamos frente a una reforma insuficiente. En términos de la actual evaluación, el resultado es: una reforma no idónea. Algunos ven a lo lejos los buenos resultados, pero es una ilusión óptica, porque en realidad no existen.