Vivimos en tiempos en que los cambios se dan con celeridad, muchas ideas que hasta ayer eran deseables, hoy se ponen en cuestión o han dejado de serlo. Lo anterior se debe a que han surgido nuevos tipos de familias, nuevos roles, nuevas formas de crianza. De igual manera, vivir inmersos en la cultura digital, donde en un instante se sabe lo que pasa en el otro extremo del mundo. Una realidad que antes era impensable. Es así, que el conocimiento no está solo en la escuela, está en muchas partes. Los conflictos y escándalos se nos ofrecen con una contundencia espectacular e incluso sin límites. Paralelamente, están los defensores de las relaciones de género, los ecologistas que quiere salvar el planeta, los pacifistas que se oponen a cualquier signo de violencia (Santos, 2008).
Es así, que la escuela no es el único espacio que alberga procesos educativos. La tarea educativa es hermosa, pero también solicita participación y necesita colaboradores para que los procesos se den con acuerdos, paz y armonía. La familia prepara y es un escenario fundamental para ocupar un papel en la convivencia, sería indeseable afectar a los estudiantes por pautas familiares inapropiadas o escasamente favorecedoras del aprendizaje positivo. Cabe destacar que las tareas educativas, tales como la paz, la justicia, la solidaridad, la igualdad, el respeto y preparar para la vida serían más fáciles de lograr, cuando las familias apoyan a los académicos en las mismas (Santos, 2010, González, 2020).
Y ¿Los padres tienen claro su papel en el aprendizaje de los estudiantes, en un modelo por competencias?. Es deseable, no solo enterar a la madre, padre o tutor de los modelos para un mejor aprendizaje y de los perfiles cognitivos a alcanzar al matricular a los hijos en una institución, sino acentuar los riesgos que entraña cuando su contribución es contraria, poca o nula. Es así, que la responsabilidad es compartida, no basta, pues, con solo comprobar la presencia de los datos en torno a la asistencia de escuela sino en compromisos cumplidos por padres y madres.
Si se consiguen unas excelentes calificaciones en las materias, pero se descuida en acciones el trato, la autoestima, la solidaridad, el aprecio, habrá que cuestionar el efecto secundario de la práctica educativa escolar o familiar que se cultivó, aunque no se hubieran pretendido alcanzar (Santos, 2010). Es una limitación censurable cuando la evaluación se pone al servicio de la ciencia, pero no al servicio de la comunidad (Santos, 2010; González, 2020). No se trata solamente de mejorar el rendimiento, sino de interrogarse por los valores de esa práctica (Santos, 2010).
En la escuela y desde el interior de la familia se transmite un caudal de conocimientos y de pautas culturales a los estudiantes, aunque sin sometimiento a la crítica y al compromiso de la mejora, estos procesos, será imposible hacer que la tarea, sea auténticamente formativa. Es deseable que la familia tenga mayor participación con los estudiantes y ayudarles a pasar de una mentalidad ingenua a una mentalidad crítica, como proponía incesantemente Paulo Freire.
Hay que hacer evaluación y hacerla bien. No basta, pues, con solo comprobar y aspirar a que los estudiantes logren la presencia de los datos relativos a los conocimientos de ciencia, sino a los beneficios que dan a la comunidad, en términos de ética, de actuar con más consciencia de sí mismos con los demás y con otros seres vivos. La educación de los hijos no solo es responsabilidad del gobierno, es deseable que los padres también se hagan cargo, así lo señaló el gobernador de Jalisco en un comunicado de prensa al heraldo de México.
La educación se diferencia de la mera socialización, porque se añade la dimensión crítica, la dimensión ética, metas alcanzables y las acciones que cuidan los efectos secundarios que en colaboración favorecerán para mejorar las estructuras sociales (González, 2020).
Nuestra presencia en el mundo, implica elección y decisión, no es una presencia neutra, decía Freire. Académicos, estudiantes y sus familias juegan todos en el mismo equipo, no es deseable meter goles en la propia portería para favorecer en el desarrollo de las niñas, niños y jóvenes.
Heraldo de México (24 de febrero de 2020). La educación de los hijos, no sólo es responsabilidad del gobierno: Enrique Alfaro. El heraldo de México. Recuperado de https://heraldodemexico.com.mx/estados/enrique-alfaro-jalisco-educacion-ninos-gobierno-padres/
González, L. (12 de enero de 2020). Contribuir al tránsito de la estrategia por la paz. Educación Futura. Recuperado de http://www.educacionfutura.org/contribuir-al-transito-de-la-estrategia-por-la-paz/?fbclid=IwAR0ZxCWOzyjUvV90A8RwnfwQQGlJjbPmfJgIYEyZAlMFBdIpLPK3i4zL9Ng
Santos, M. (2008). La pedagogía contra Frankenstein. Barcelona: Grao
Santos, M. (2010). Una pretensión problemática: educar para los valores y preparar para la vida. Revista de educación, 351, 23-47.