Nota del editor: El texto original fue publicado en el blog Distancia por tiempos.
Por ser de interés general, reproducimos aquí el artículo.
Por David Calderón
Para aportar elementos al juicio público en torno a la prueba del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) no me voy a detener en las descalificaciones del subsecretario de Planeación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), muestra de una animadversión que no se atreve a decir su nombre.
Me concentro, en cambio, en la materia del diferendo: el funcionario quiere hacer pasar como una decisión ponderada en materia educativa lo que en realidad fue un cambio de reglas repentino. Dicho cambio es motivo de su peculiar texto aparecido en este blog, “El (falso) debate sobre PLANEA 2016”, que ahora comento. La explicación del subsecretario –la afirmación de que el tema mereció un estudio con expertos, y que el cambio se hizo en pleno acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) – entra en contradicción con lo dicho por los consejeros del mismo INEE al declarar públicamente al respecto.
En el diseño original de PLANEA se marcaron características y reglas de aplicación correspondientes a tres diversas modalidades que se definieron para esta nueva generación de evaluaciones. Por cierto, dicho diseño se apoyó principalmente en las conclusiones del grupo de trabajo que convocó el INEE bajo la coordinación de Felipe Martínez Rizo, más que en las recomendaciones del equipo visitante de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que cita el funcionario.
El Documento Rector de PLANEA, consultable tanto en un sitio electrónico de la SEP como en el portal del INEE, detalla en su página 14 la secuencia prevista en la aplicación de la prueba, considerando la diversidad de sus tres modalidades, para el arco del tiempo entre 2015 y 2020.
Se estableció una distinción entre dos modalidades, ELCE y ELSEN: ELCE son las siglas de “Evaluación del Logro Referida a los Centros Escolares”, mientras que ELSEN se refiere a la “Evaluación del Logro Referida al Sistema Educativo Nacional”. La primera es la modalidad de PLANEA que abarca a todos los centros escolares, y se concentra en dos áreas: matemáticas y lengua y comunicación. La aplicación de la ELCE –anual y continua desde 2015 hasta 2019– corresponde a la SEP y las autoridades locales, con el diseño del instrumento obviamente a cargo del INEE, lo mismo que su supervisión, calificación y verificación. La interpretación de resultados es tarea del INEE junto con las autoridades educativas.
La ELSEN, a diferencia de la ELCE, tiene un aplicación que corre totalmente a cargo del INEE; tiene un diseño matricial que permite también sondear el logro de aprendizaje en otros dominios del currículum, más allá de las dos áreas que cubre la ELCE. Ambas modalidades coincidieron en 2015 y, si se respeta esa parte del Documento Rector, volverán a coincidir para la educación básica hasta 2019.
La ELCE para educación básica –6º de primaria y 3º de secundaria– en la edición 2016, para cumplir con los propósitos que le son propios –retroalimentación y ajuste de las acciones para la mejora– requiere de un control suficiente en la aplicación de la evaluación, de manera que, citando las páginas 24 y 25 del Documento Rector: 1) “los aplicadores de las pruebas en un plantel no deben ser parte de esa comunidad escolar”; 2) “el INEE acompaña los procesos de preparación, aplicación y procesamiento de la información de las pruebas de la evaluación referida a los centros escolares, con la intención de verificar que el trabajo de campo tenga las condiciones que permitan asegurar una buena confiabilidad en los resultados”; 3) “El INEE realiza una verificación estadística de la consistencia de los resultados”.
En su participación en este blog, el funcionario no sólo omite referirse al multicitado Documento Rector, sino que intenta hacer pasar la distinción entre ELCE y ELSEN como algo que desconociéramos los que hemos cuestionado la grave distorsión a la que se quiere someter a la edición 2016 de la ELCE para educación básica. El ejercicio anunciado para 2016 no es PLANEA, dado que no asume el cumplimiento de sus requerimientos técnicos. El anuncio de que ya no se seguirán puntualmente los controles de aplicación, implica que PLANEA de 6º de primaria y 3º de secundaria se cancela en los hechos. Mandar los cuestionarios a las escuelas parece PLANEA, pero no es. Quiere presentarse como “cumplimiento” –sobre decisiones ya tomadas– su inverso: el incumplimiento.
Sostenemos que el ejercicio de enviar los instrumentos a las escuelas es muy valioso, y más si auténticamente se concibe como una ocasión de participación y de autodiagnóstico para la escuela. De hecho, la tercera modalidad de PLANEA, EDC, o “Evaluación Diagnóstica Censal”, para 4º año (páginas 25-26), responde a la intención de brindar retroalimentación al profesor y a la escuela: es un ejercicio que se realiza al inicio del ciclo escolar, justo para comenzar la segunda mitad de la primaria, con el cual se fortalecen las capacidades de evaluación y reflexión del maestro sobre su propia práctica, y se brindan ocasiones de rectificar todavía en el ciclo escolar de su responsabilidad.
Pero ello es muy distinto a que, en el calendario publicado en diciembre 15 del año pasado, se haya introducido la aclaración de que en 2016 PLANEA para 6º de primaria y 3º de secundaria serían “pruebas que, en esta ocasión, aplicarán y calificarán los docentes”, lo que da al traste con el plan original, sin que hubiese una modificación formal al Documento Rector.
Tan está contemplado en el diseño original la aplicación con externos que en la página 3 del Manual del Aplicador de PLANEA en Educación Básica elaborado por la SEP se señala que el conjunto de aplicadores será personal seleccionado por el titular del área estatal de evaluación, y en su página 14, en el apartado de “Informe de aplicación”, señala como una anomalía a registrar: “Aplicadores externos insuficientes”.
En los medios quedó registrado que la Consejera Presidente “…informó que por decisión de la SEP, y ante la aplicación de recortes presupuestales, este año Planea para 4.3 millones de alumnos de sexto grado de primaria y tercer grado de secundaria no se aplicaría de forma externa, pues serán las escuelas las encargadas de su realización”.
Recapitulando: la SEP, aduciendo razones económicas, involucra al INEE en la decisión de alterar los criterios propios de PLANEA 2016 para educación básica, en la modalidad prevista, que es la ELCE. Los consejeros admiten ese cambio repentino, lo que deja un antecedente más de baja capacidad para defenderse de las intromisiones de la SEP que afectan su confiabilidad y consistencia como órgano constitucional autónomo. Ante la crítica desde sociedad civil a ambas instancias, INEE y SEP, la respuesta de esta última muestra una inédita virulencia: les dolió, y mucho. Buscan provocar y motejar.
Habiendo ahorros en el sector y anunciando inversiones históricas, es claro que el problema no es dinero. La explicación alternativa, la más plausible hasta el momento, es que algunos consejeros del secretario Aurelio Nuño piensan que no hay que rendir cuentas. Es una explicación de la que no podemos, a diferencia de las que hace el subsecretario, sostener que tenemos evidencia, aunque somos varios quienes la compartimos como conjetura (ver, por ejemplo, la opinión de Ricardo Raphael).
Puede ser que los promedios no se muevan mucho en las mediciones anuales –es una probabilidad alta, aunque ni el Subsecretario ni los consejeros puedan afirmarlo con certeza, pues la clarividencia no es argumento en esta discusión- pero, en cambio, sí pueden detectarse movimientos en zonas y escuelas concretas, a propósito de niños reales y no de constructos estadísticos. Para una madre o una maestra, los promedios estatales pueden no ser muy reveladores como agregados, pero es crucial saber si el propio hijo o alumno está alcanzando o no un mínimo aceptable, si tiene dificultad con un tipo de operación matemática o no domina aún el uso de algún elemento de comunicación escrita, todo con parámetros nacionales. El titular del derecho no es el promedio estatal, sino cada niño y joven. A ellos nos debemos todos: activistas, consejeros, funcionarios, las familias y los maestros.
No es ésta una discrepancia sobre psicometría o política nacional de evaluación, sino un choque acerca de si puede darse o no prioridad a la carrera política por encima de la consistencia y la honestidad en el cumplimiento de un mandato temporal y revocable. Mal camino toma la SEP y sus funcionarios si atropellan la autonomía, si quieren presentar como “riguroso análisis técnico y educativo realizado por los expertos de ambas instituciones” lo que fue una decisión unilateral, y si dan pábulo al prejuicio para descalificar a las organizaciones y desacreditar la participación crítica de los ciudadanos.
Director General de Mexicanos Primero.