Hablar del tema de equidad de género, fue común desde hace algunos años –por cierto hasta hace unos meses, ya que el tema actual es el de la pandemia y sus repercusiones en la sociedad–. Cabe preguntarnos, ¿porqué surgió la noción de equidad de género? Ante esta cuestión, es preciso hacer un breve recuento de los orígenes de este término que dio un nuevo sentido a las formas de convivir entre las personas (repito hasta antes de la llegada virus denominado Covid-19).
Tomemos como punto de partida la tragedia de la segunda guerra mundial, que despertó en los representantes de más de 50 países la necesidad de aliarse para llevar a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas, a lo que vendría posteriormente la redacción y firma de la Carta de las Naciones Unidas.
En el preámbulo de dicha carta se habla de reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres.[1]
Así, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzaría a existir formalmente el 24 de octubre de 1945. Entre sus propósitos estarían, mantener la paz y la seguridad internacional; fomentar entre las naciones relaciones de amistad; la cooperación y la atención a problemas internacionales de diversa índole, como los económicos, sociales, culturales, de derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, entre otras.[2]
Más adelante, en 1948 la misma ONU, emitió la Declaración Universal de Derechos Humanos, que señalaba entre otras, el reconocimiento de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.
Pudiéramos concebir estos dos documentos, como el marco normativo que da origen a la búsqueda de la igualdad de derechos y de oportunidades para todas y todos.
Posterior a estas normas, vendrían diversas acciones para promover los derechos de la mujer. El Convenio relativo a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor (1951), la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (1953), la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada (1957), la Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer (1967), la Declaración del Año Internacional de la Mujer (1975), la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, 1979). Así, podríamos seguir mencionando una gran cantidad de medias y políticas que darían cauce a que las diversas naciones fomentarán e impulsarán el trato igualitario entre mujeres y hombres.
Mientras tanto, en el marco del año internacional de la Mujer, se llevó a cabo en la Ciudad de México la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer (1975).[3] Evento de trascendencia global en que se realizaron recomendaciones para continuar implementando acciones y medidas por parte de los gobiernos, organizaciones y la comunidad, con el fin de dar a la mujer un nuevo lugar en la sociedad, en la política, la economía, la cultura y la educación. Sin embargo, esto solo sería el inicio de un largo y sinuoso camino para buscar alcanzar el sueño del trato igualitario entre ambos géneros.
La equidad de género demanda que las mujeres y hombres gocen de condiciones iguales en el ejercicio pleno de sus derechos humanos. Que ambos tengan la posibilidad de contribuir al desarrollo en todos los planos, político, económico, social, cultural y educativo. Atender las desigualdades de ambos géneros en los diferentes sectores es una de las principales tareas y retos que tenemos, si de verdad queremos aspirar a la equidad de género.
Aunque se han realizado diversos esfuerzos, no ha sido fácil la consolidación de esta utopía, al menos en México. Diversos reportes señalan las disparidades, rezagos y avances que se han tenido.
Un referente importante para dimensionar en qué situación se encuentra la nación mexicana, es la Publicación: Mujeres y Hombres 2019[4], elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en conjunto con el Instituto Nacional de la Mujeres (INMUJERES), el cual brinda un panorama actual en diversas temáticas como son: Población, Fecundidad, Mortalidad, Salud, Adicciones, Educación, Empleo, Trabajo no remunerado de los hogares, Movilidad social, Violencia, Pobreza y Acceso a Tecnologías de la Información y la Comunicación, entre otros temas de relevancia nacional.
Podemos rescatar tres elementos importantes de este informe:
- En el tema de Educación, las tasas brutas de matriculación de mujeres y hombres muestran un crecimiento para ambos sexos, en los tres niveles educativos –Básica, Media y Superior– en el sistema escolarizado en los últimos tres ciclos escolares (INEGI, p. 83). Aunque la participación de la mujer es cada vez más intensa en todos los niveles educativos, se identifica en el último ciclo escolar (2017-2018) que las mujeres tienen mayor matrícula que los hombres en los tres niveles educativos. Lo que invita a voltear a observar su participación el ámbito laboral.
- En el tema del Empleo, la tasa de participación económica muestra grandes diferencias, mujeres (44.9%) y hombres (77.1%), lo que revela que en esta materia todavía hay mucho por realizar en relación a la igualdad de espacios de participación en el mercado laboral.
- El asunto de los ingresos promedio por hora trabajada, en que se aprecian diferencias significativas entre ambos géneros. En los diez grupos de ocupación que se presentan en el informe, se destaca que, prácticamente en la mayoría, los hombres perciben más ingresos, excepto en tres de esas categorías de ocupación.
Para ubicar un poco estas diferencias, señalaremos que en la ocupación de “Funcionarios y directivos de los sectores público, privado y social” es donde hay un mayor ingreso para los hombres. En contraparte, se aprecia en las gráficas que la ocupación señalada “Conductores y ayudantes de conductores de maquinaria móvil y medios de transporte” es una de las categorías en que las mujeres tienen un mayor ingreso que los hombres. Las otras categorías en que ellas tienen mayores ingresos que los hombres son (1) trabajadores en servicios de protección y vigilancia, y fuerzas armadas y (2) trabajadores en servicios personales; según el informe (INEGI, p.113).
Al contrastar estos datos, podemos darnos una idea, que no basta que exista una cierta correspondencia en el acceso a los servicios educativos, dado que las oportunidades laborales y sobre todo en las de ingresos, se reflejan visibles diferencias que impiden pensar en una igualdad para ambos géneros.
Lo anterior, nos lleva a considerar que, no ha sido suficiente que se hayan trabajado los marcos normativos. Es decir, cuando contrastamos las directrices normativas con lo que sucede en la realidad, se encuentran todavía muchos retos y desafíos. Todavía hay mucho por hacer.
Pero en estos días estamos entrando a un escenario completamente nuevo, el de la equidad de género detrás de las pantallas. Acaso, las pantallas –de los diversos dispositivos electrónicos como computadoras, tablets, laptops– diferencian entre sí es él o ella, quien la está operando y manipulando.
Al respecto, en el mismo informe “Mujeres y Hombres 2019”, en el tema: Acceso a Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC), en el rubro de actividades laborales se identifica un 44.8% de hombres, mientras que un 37% de mujeres, son los porcentajes de uso en esta actividad.
Ahora bien, considerando que desde el mes de marzo del presente año, la sociedad fue instruida a quedarse en sus casas y por obviedad las instituciones y empresas encargaron el llamado “Home office”, seguramente las estadísticas cambiaran, ahora y en el futuro.
Muy probablemente en el tema laboral desde casa, se tendrá que pensar en nuevas formas de hacer valer la equidad de género, o acaso ¿para las pantallas digitales es indistinto el género en la humanidad? Es decir, entraremos a nuevas formas de contrato y regulación laboral, o peor aún, a nuevas formas de control social donde el género será lo de menos.
[1] Carta de las Naciones Unidas, Consultado el 1 de mayo de 2020, https://www.un.org/es/charter-united-nations/index.html
[2] Historia de las Naciones Unidas, Consultado el 2 de mayo de 2020, https://www.un.org/es/sections/history/history-united-nations/index.html
[3] Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, Consultado el 3 de mayo de 2020, http://base.d-p-h.info/es/fiches/premierdph/fiche-premierdph-2359.html
[4] Mujeres y Hombres en México 2019, Consultado el 4 de mayo de 2020, http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/MHM_2019.pdf