En la entrega anterior mencionamos como paradoja educativa una importante cantidad de lugares disponibles en las Instituciones de Educación Superior (IES) pese a la demanda de mayores espacios en este nivel. Esta demanda, dijimos, parece explicarse porque los interesados aplican pruebas en más de una institución, y en ese sentido una vez aceptados eligen la mejor opción y descartan las restantes. Esto puede operar a nivel nacional, sobre todo en la elección de las universidades públicas estatales, y esto puede operar en un punto medular de la geografía política educativa clave: el Área Metropolitana.
Sin embargo en la entrega anterior una pregunta quedó en el aire, ¿y quienes hicieron su examen y no se quedaron en ninguna opción? De lo que se trata ahora y entonces es de saber si hay o no hay opciones educativas, o si se trata en realidad de una conducta de obcecados.
Varios interesados en los temas de la educación superior recordaran una declaración, muy criticada por cierto, que apareció en las noticias a raíz de los resultados de los rechazados de la educación superior del 2014. La declaración del entonces subsecretario de educación superior era que quienes deseaban ingresar a la educación superior, de manera específica a las universidades públicas de mayor prestigio, eran unos “obcecados” o “empecinados”. Expertos en educación de la talla de Manuel Gil, Roberto Rodríguez, Humberto Muñoz e Imanol Ordorika criticaron esta afirmación bajo la idea de que los estudiantes sólo querían las mejores opciones educativas que estaban representadas por las universidades públicas.
Estas declaraciones de las autoridades educativas nos llevan a interrogantes básicas, ¿qué cantidad de IES se encuentran en el DF y área metropolitana y de qué tipo? Digamos que de acuerdo a la SEP, (ciclo escolar 2013-2014) para atender el sistema de educación superior (normal, licenciatura, licenciatura y posgrado) en el Distrito Federal hay alrededor de 693 escuelas (públicas y privadas) a las que hay que sumarles alrededor de 574 escuelas (de ambos tipos) ubicadas en el estado de México.
Entonces, si hay una importante cantidad de IES públicas y privadas, ¿por qué este particular interés de ingresar a unas cuantas instituciones? La clave en todo esto es saber qué tipo de instituciones están ofreciendo las autoridades educativas. En ese sentido, vemos que del grueso de IES, en el área metropolitana hay sólo unas cuantas universidades federales (UNAM, UAM, UPN, UACM, UAEM, UACH), e instituciones (como el IPN, COLMEX o el CIDE) de prestigio, calidad y públicas que en su conjunto no llegan a una veintena. Mientras abundan otro grupo de IES: universidades tecnológicas, universidades politécnicas, normales, y el sistema que ofrece el Tecnológico Nacional de México y la Universidad abierta y a distancia.
La afirmación de ser obcecados entonces quizá tendría que revertirse y advertirse. No se trata de que jóvenes rechazados sean obcecados en elegir unas cuantas opciones, es que hay pocas opciones de formación universitaria. Habría que advertir más bien una racionalidad instrumental obcecada y obstinada que intenta ubicar a los jóvenes y rechazados en una educación de carácter técnico.
Las actuales ofertas de educación superior que ofrecen las autoridades educativas para paliar el problema de los rechazados, van precisamente en el sentido de impulsar una educación técnica. El Gobierno del Distrito Federal anunció recientemente (Educación Futura, nota de Erik Juárez Pineda) un programa emergente de educación para apoyar a 25 mil rechazados. El programa para educación superior consistía en ofrecer 900 lugares en universidad privadas de prestigio, (como el ITESM, Ibero y la UVM) y ofertar espacios para la universidad a distancia y el sistema abierto. Por su parte, la SEP, acaba de lanzar un portal denominado un lugar para ti donde las opciones a elegir son las Universidades tecnológicas y politécnicas, la oferta del Tecnológico nacional de México y la Universidad Abierta y A distancia.
Por su parte, El IPN, como no puede ofrecer más lugares, incluso a trabajadores de la propia institución, ofrecerá becas para que los rechazados e hijos de los trabajadores estudien en otras opciones como las que promete la SEP. Finalmente la UNAM, ofrece algunos lugares más, con ciertas acciones institucionales (cursar en otra institución, mantener un buen promedio, y después ingresar a la UNAM en alguna modalidad educativa).
Hasta aquí la historia y el problema sigue sin resolver, con más preguntas que respuestas. ¿Cuántos son los rechazados o más bien excluidos de la educación superior? ¿Cuántos rechaza la UNAM, la UAM, el IPN? Para tener una cifra real, dicen algunos, una propuesta podría ser aplicar el examen de educación superior al mismo tiempo. Si esto se logra, más allá del conflicto que suponga, quizá las autoridades educativas se den cuenta que aun cuando se saquen todos los aciertos en el examen de ingreso, no todos podrían entrar a las universidades de mayor demanda. Lo cual implica que el examen no sólo mide conocimientos, sino también es un mecanismo de exclusión, y que hacen falta más universidades.., huelga decirlo públicas.
Twitter: @cesar_garcia131
C. a Doctor en Pedagogía por la UNAM. Coordinador de la Maestría en Educación en la Universidad Marista de Querétaro. Ultima publicación en la Revista de la ANUIES (No. 172), Las Reforma Educativa en México. ¿Nuevas reglas para las IES?