El final del sexenio de Javier Duarte justifica un breve balance de la situación actual de la educación superior en Veracruz pues es imprescindible identificar los principales problemas para superar la terrible época que hemos vivido recientemente. Comparativamente con casi cualquier estado del país, la educación en Veracruz es un desastre, tenemos muy serios problemas de calidad y la cobertura no es todavía suficiente; hay una enorme desigualdad entre instituciones y regiones, hay miles de analfabetas y una deserción escolar temprana que no asegura el dominio de las competencias básicas en términos del lenguaje y las matemáticas. Si México va con rezago educativo frente a muchos otros países, Veracruz va a la zaga de nuestro país, compitiendo con Chiapas, Oaxaca y Guerrero en los peores lugares en casi cualquier indicador.
En los últimos 12 años no hay avances sustantivos en la mejora de la calidad; a pesar de las evidencias que muestran las cifras estadísticas, los discursos políticos esconden la realidad: en Veracruz se ofrecen servicios educativos de mala calidad con el propósito de cumplir los indicadores y simular una oferta educacional (que sigue funcionando como mecanismo de intercambio político que genera legitimidad) con los más pobres y marginales; por ejemplo, la mitad de los alumnos de secundaria están en una telesecundaria, tenemos más de mil telebachilleratos, y hay alrededor de 40 mil alumnos en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV).
En el mismo sentido omiso respecto de la calidad, los gobiernos recientes no han desarrollado ninguna iniciativa por regular el subsector privado y en todos los niveles educativos y en todas las regiones han proliferado cientos de instituciones de muy dudosa calidad, lo que redunda en un serio problema social pues sus egresados tienen escasas disposiciones para continuar los estudios, para insertarse al mundo laboral y para afirmar tanto una cultura científica como una cultura cívica democrática.
La educación superior existe en un contexto educativo más amplio[1] que de manera sintética se expresa en cuatro dinámicas. Primero, una historia de crisis e inoperancia en la conducción gubernamental, particularmente en la educación: tres secretarios (Flavino Ríos, Adolfo Mota, Xóchitl Osorio), reconfiguraciones frecuentes de los equipos de trabajo, falta de interés y relevancia política para el gobierno (inexperiencia, predominio de criterios políticos y de intereses privados). Segundo, una historia de negligencia, corrupción, desvío de recursos, particularmente en la Secretaría de Educación donde predomina la opacidad y la falta de transparencia: compras amañadas, precios alzados, diezmos, proveedores fantasmas, disposición de cheques emitidos a proveedores, desfalco, plazas y contratos, sobresueldos y comisiones, comprobaciones y solventación de cuentas federales con costo al gasto estatal, falta de atención a las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación. Tercero, una historia de desorganización, falta de planeación, desarticulación de organismos y dependencias en la educación superior. No hay ni ha habido una estrategia de desarrollo para la educación superior, la investigación científica y el desarrollo cultural a nivel estatal. Cuatro, una historia de persecusiones y represión gubernamental, particularmente a jóvenes, a estudiantes, a maestros, jubilados, normalistas, a periodistas y activistas sociales, en un marco general de violencia y desintegración social de graves magnitudes.
Una mirada hacia la evolución del sistema de educación superior
Entre 2004 y 2010 la licenciatura pública creció en 31 mil nuevos lugares con Fidel Herrera (FHB) y de 2010 a 2015 siguió creciendo con 61 mil nuevos lugares con Javier Duarte (JD), aunque 45 mil corresponden a oferta de dudosa calidad (UPAV, Universidades tecnológicas).
La licenciatura privada creció de modo descontrolado, dejada a las libres fuerzas del mercado, con FHB se generaron poco más de 5 mil lugares, pero con JD ese número se elevó a más de 18 mil lugares. Por el momento no tenemos las cifras exactas, pero si es posible sospechar que de los casi 65 mil estudiantes del sector privado, es mínimo el número que cursa en programas acreditados por su calidad y en instituciones que ofrecen buenos servicios.
El posgrado por su parte creció en 2,200 lugares con FHB; mientras que JD aportó 6,200 lugares. El rasgo más sobresaliente de ese crecimiento es la privatización pues FHB aporta poco más de 2,195 lugares y sólo 100 lugares en el sector público; mientras que JD aportó 3,843 lugares en el sector privado y 1,126 en el sector público de dudosa calidad (UPAV, INAP, etc.) y unos mil estudiantes en la UV preferentemente en programas acreditados por el PNPC del Conacyt. En total, de los poco más de 13 mil alumnos de posgrado que hay en Veracruz, sólo unos 2,500 cursan programas de calidad.
Estos números expresan el escaso dinamismo en el crecimiento del sistema de educación superior; la cobertura es todavía muy pequeña y las oportunidades escasas para una población que todavía sigue creciendo y que representaría una oportunidad para aprovechar el bono demográfico y contribuir a sacar a Veracruz de la condición de subdesarrollo en que se encuentra.
Revisemos a mayor detalle algunos sectores e instituciones. Pondremos énfasis en la UV, tanto por ser la principal institución de educación superior del estado, como porque ha sido un viejo objeto de investigación y análisis.
La educación normal
La educación normal ha sido víctima de una fuerte ofensiva por parte de la reforma educativa federal y de los medios de comunicación controlados por Mexicanos Primero y otras organizaciones semejantes. Como consecuencia, su matrícula se va reduciendo. Tanto el sector privado como el sector público han visto reducido el número de sus estudiantes. Por su parte, las escuelas normales públicas, como el resto de las instituciones dependientes del gobierno del estado, han visto mermar seriamente sus recursos como parte del proceso de depredación de las finanzas públicas. Además, el gobierno estatal respondió con violencia a varias manifestaciones de maestros, reeditando épocas de represión y autoritarismo que parecían superadas. El control corporativo del PRI sobre el SNTE es escandaloso, se sostiene en prácticas violentas y corruptas y no hay el menor atisbo de democracia sindical.
Golpear a las normales representa un error estratégico cuando necesitamos nuevos y mejor formados profesionales de la docencia, capaces de trabajar de manera cooperativa para la innovación y mejora de la calidad de la educación básica.
La UPAV
Fuertemente cuestionada por su legalidad, por su nula calidad, por la insuficiencia de sus condiciones de trabajo, por su planta de profesores y las condiciones que ofrece al trabajo académico, por su oscuro manejo financiero, su opacidad y nula rendición de cuentas, esta institución amplió en este sexenio su oferta educativa de un modo gigantesco. Ofrece educación superior de muy pobre calidad, que tiene una escasa valoración en el mercado de trabajo, nulo prestigio para desarrollar carreras académicas y brinda muy pobres elementos de conocimiento y formación sustantiva.
El fraude educativo seguirá perpetuándose si no se le pone un alto y desde el gobierno estatal se interviene en esta universidad. No puede seguir operando como está y es una irresponsabilidad social mantenerla como tal. La disyuntiva es clara: o se vuelve una verdadera institución de educación superior o se cierra.
La Universidad Veracruzana
Una mirada desde desde el campo político
Hemos vivido un sexenio donde el neointervencionismo del gobierno estatal en la Universidad cobró mayor impulso.
Ya FHB dio serios golpes a la frágil autonomía universitaria: se tituló de maestría y doctorado con la colaboración de académicos y autoridades, intentó volverla una universidad “roja” e inició el ciclo de adeudos financieros dejando un saldo negativo superior a los 700 millones de pesos.
JDO presionó a la UV desde el inicio de su gestión, tratando de reconstruir los históricos vínculos de la Universidad con el PRI. Una vez que la consideró subordinada, la ahogó financieramente y como a otras entidades públicas despojó de presupuestos y financiamientos. El adeudo del gobierno estatal a la UV supera los 2,300 millones de pesos. Al final de su mandato ha sido evidente el desprecio que le causa la Universdidad y el enojo que le provoca la exigencia de que entregue el presupuesto.
Con entereza y decisión, la actual administración encabezada por la Rectora decidió defender a la Universidad frente al despojo de sus recursos económicos: agotó todas las instancias formales e informales para que le entregaran el presupuesto de la Universidad, buscó la solidaridad de la ANUIES, la UDUAL y muchas universidades nacionales y extranjeras, después determinó demandar legalmente al gobierno estatal, después encabezó marchas y movilizaciones haciendo partícipe al Consejo Universitario y a toda la comunidad. La gestión de la crisis económica de la Universidad ha sido muy difícil y no está resuelta; pareciera que priva la impunidad. El problema es grave, pues si se agudizan las cosas está en riesgo la existencia misma de la Universidad, la del proyecto cultural más importante de Veracruz[2].
Una mirada desde el campo universitario
La falta de legitimidad de origen de la gestión actual, deriva de la decisión autoritaria de la Junta de Gobierno que impuso una rectora contraviniendo la opinión mayoritaria de la comunidad universitaria. La administración actual está conformada por un equipo de trabajo poco funcional, sin liderazgo académico, con fuertes rivalidades y desencuentros internos. Ante la ausencia de un proyecto académico que orientara las acciones y la obligación de un reajuste financiero dadas las condiciones de precariedad económica que se ha vivido en la coyuntura, la centralidad de la gestión ha sido de corte administrativo.
Fuertes desencuentros con la comunidad han caracterizado a la gestión: desprecio a las regiones; imposiciones, manipulaciones y serios conflictos con las comunidades estudiantiles; pésima relación con las comunidades científicas. El signo de los tiempos ha sido la falta de comunicación, la escasa presencia en la comunidad, la intolerancia y la falta de liderazgo académico.
Apelar a la tradición y darle prioridad sobre la innovación detuvo el impulso de desarrollo tecnológico de la institución, y no es que no haya avances, sino que el proyecto tecnológico está disociado de lo académico, se ha frenado la velocidad de la innovación y hasta el uso de recursos y aplicaciones.
Una mirada desde el campo académico
El discurso de la restauración de las tradiciones académicas volvió a enfilar el rumbo de la docencia hacia la vieja universidad: prácticamente se olvidó el MEIF, no hubo impulsos a la innovación académica ni hacia la capacitación docente; se ha incrementado la matrícula en el marco de prácticas pedagógicas tradicionalistas y muchos programas educativos sin actualización suficiente. Las energías institucionales se han concentrado en la rutinaria e insípida práctica de las acreditaciones de los programas de estudio.
En una concesión al Sindicato, se han basificado prácticamente todas las EE del currículum; salvo las optativas y las de elección libre. Esta decisión inhibe el cambio curricular y ata la relación laboral al currículum, condenando el cambio de los planes y programas de estudio en el futuro. Por lo demás, el acuerdo de las cúpulas burocráticas de la administración central y de la dirección sindical se mantiene intacto, conservando el sistema de privilegios y las prácticas corporativas más tradicionalistas. En los últimos años, refrendando las prácticas priístas más añejas, el líder sindical de los profesores de la UV fue al mismo tiempo diputado y activista político del PRI; contrario al interés de sus representados, ha estado involucrado en el desplome financiero del Instituto de Pensiones del Estado y continua negociando plazas y contratos de acuerdo con criterios de legitimidad política que casi siempre pasan por encima de los criterios de excelencia académica.
La investigación y el posgrado atraviesan una seria crisis con serios riesgos de involución. La ausencia de políticas, la falta de liderazgo, la insuficiencia de apoyos institucionales y el enorme burocratismo que las aquejan están inhibiendo la dinámica de consolidación de los cuerpos académicos que ya se había iniciado, se han cerrado varios programas de posgrado, no es menor el número de académicos que no han tenido condiciones ni impulsos institucionales para refrendar su pertenencia al SNI, se ha dejado de promover la participación en convocatorias y se desestimula la consecusión de recursos externos.
La difusión cultural continua con su fuerte proyección; sin embargo tiene un desarrollo muy desigual, sigue concentrada en Xalapa y está más separada que nunca de las otras dos funciones sustantivas.
Hacia una nueva agenda de reformas en la UV
Urge una reforma política democrática para la UV. El marco del gobierno autoritario está intacto y es necesaria la democratización y modernización del gobierno universitario, del Consejo Universitario, de los consejos técnicos y Juntas académicas. Tiene que haber elección libre de representantes. Debe haber procedimientos para la revocación del mandato de autoridades y funcionarios. Se deben acotar las funciones de la Junta de Gobierno y obligarla a practicar la transparencia y la rendición de cuentas. Para trabajadores y funcionarios es indispensable un servicio administrativo de carrera. Debemos avanzar en el fortalecimiento de la autonomía y del autogobierno de las Vicerrectorías.
Para salir del inmovilismo, es necesario la recuperación del proyecto académico, otorgándole centralidad a la investigación y a la innovación docente. No es posible avanzar sin el diseño de políticas de fomento a la integración de cuerpos académicos, a la investigación y a la innovación. Tenemos que impulsar una nueva era de reformas para la enseñanza (flexibilización curricular, de modalidades y de sistemas de titulación; nuevos desafíos para la formación integral; incorporación de saberes digitales, democráticos y ambientales al currículum, reforma al sistema de tutorías). En este mrco, es necesario reformar el desarrollo académico y modernizar las relaciones laborales de los académicos (actualización docente personalizada; reconfiguración del programa de estímulos en el marco de la discusión de la carrera académica; nuevas formas de contratación de académicos; políticas orientadas a la renovación de la planta de profesores).
Para tener un mayor impacto en el desarrollo social de Veracruz, debe haber una consolidación académica de las regiones. Esto pasa por el fortalecimiento de la oferta académica de licenciatura y de posgrado, la conformación de cuerpos académicos en las facultades, la creación de centros de investigación interdisciplinaria para el desarrollo regional, la consolidación de la oferta cultural de la UV en las regiones y la promoción de acciones de vinculación para el desarrollo regional.
Apuntes para una política de emergencia de la educación superior
El nuevo gobierno de Veracruz que ya entra en funciones sólo comprende un periodo de dos años, es poco tiempo para iniciar grandes proyectos y la situación de emergencia que vive la educación superior exige que actuemos de modo que se pueda solucionar lo urgente y se sienten las bases para un nuevo desarrollo futuro de la educación superior.
No habrá desarrollo de la educación superior en Veracruz si no se cubren los adeudos económicos con las normales, los tecnológicos y la Universidad Veracruzana. Urge un plan de rescate financiero de la educación superior en Veracruz.
Para mejorar la educación superior es imprescindible que mejore el sistema educativo y la educación básica. Por otro lado, debe haber interés, conocimiento del sistema, capacidad de liderazgo, comportamiento honesto y probo de parte de la nueva autoridad educativa; debe haber planeación y visión de futuro; debe mejorarse la calidad, la infraestructura y las condiciones del trabajo docente en la educación básica y media superior para que sus egresados tengan un mejor desempeño en la educación superior.
El sistema de educación superior de Veracruz necesita experimentar una nueva fase de crecimiento para alcanzar los estándares nacionales. Prácticamente necesitamos duplicar el tamaño de la matrícula estudiantil. Sin embargo, sería absurdo crecer en el marco de las estructuras de enseñanza tradicionales, es imprescindible ampliar la cobertura en el marco de una docencia renovada en sus prácticas, sus contenidos y sus tecnologías.
Está claro que no puede continuar la simulación ofreciendo educación de dudosa calidad, pues esto atenta en contra de los individuos y tiene efectos sociales regresivos. El Estado tiene la obligación de garantizar que la oferta de educación superior tanto pública como privada cumpla con altos criterios de calidad y excelencia académica.
El desigual grado de desarrollo educativo que diferencia Xalapa y eventualmente Veracruz del resto de regiones y ciudades tiene que ser superado. Es imprescindible una política educativa, científica y de desarrollo cultural que atienda el desarrollo regional, pues sólo así habrá una contribución efectiva de la educación superior con las comunidades locales para la solución de sus problemas.
[1] Véase nuestra colaboración en Educación Futura Situación actual y futuro de la educación en Veracruz del día 5 de septiembre de 2016.
[2] Véase nuestras notas en Educación Futura La UV un proyecto cultural en riesgo del día 16 de noviembre de 2015 y En defensa de la UV del 10 de marzo de 2016.