Ahora estamos en tiempos de informes de gobierno, previo a los informes se lanzan spots sobre lo supuestamente realizado, bajo este contexto es que escuchamos al presidente de la República hablando de los logros, y de las “promesas cumplidas”. No veo mucha diferencia entre AMLO y Peña Nieto en cuanto al estilo de hacer uso y abuso de los mensajes mediáticos para dar a conocer los supuestos avances en el ámbito de gobierno.
Mientras que en el campo educativo las cosas son diferentes, la inercia educativa en este momento se mueve a partir de la ausencia de un proyecto de desarrollo educativo con una visión estratégicas y con metas y objetivos de largo alcance. Parece que a la educación también la quieren reducir a un spot publicitario, que sirva para hablar bien de la Nueva Escuela Mexicana, aunque ésta sea un cascarón sólido pero vacío por dentro.
La educación como spot se reduce a las frases estelares, a conceptos bonitos, a las consignas setenteras para impactar en las conciencias más con la finalidad de hacer proselitismo por encima de aportar en cuanto al horizonte educativo que viviremos en este sexenio de cinco años.
La falta del diseño y puesta en operación de una proyecto estratégico de desarrollo educativo es atribuido a las grillas y pugnas en la cúpula del poder, el Secretario de Educación (Esteban Moctezuma) junto con su equipo de colaboradores, están más preocupados, por lograr consensos y acuerdos de cúpula, por negociar entre los grupos sindicales y empresariales, por sumar fuerzas y generar una sinergia política, todo ello se ha colocado muy por encima de la tarea en la conformación de un proyecto educativo, que revise los perfiles escolares, diseñe o rediseñe planes y programas de estudio, que vaya delineando los rasgos deseables de los perfiles de egreso de la educación básica, media y superior, en ellos las cosas caminan lento.
El proyecto educativo que nos queda a deber la SEP y que no se reduce a bellos spots publicitarios, implica no solamente consensuarlo y legitimarlo con los grupos políticos y de poder, implica también y sobre todo, trazar el lápiz para diseñar un horizonte pedagógico que no existe. La Nueva Escuela Mexicana se está reduciendo a la conformación de un entramado ideológico, que de cara a la nostalgia educativa de otros tiempos (que fueron mejores) se aspira para el país a una educación que fusione la escuela con la sociedad, pero hasta ahí.
No solo no se tienen los lineamientos rectores de dicho proyecto sino que tampoco se cuenta con las estrategias de trabajo y los mecanismos para lograr realizar algunas mediaciones que permitan que el sistema educativo a nivel nacional se mueva y logre acceder a este nuevo estadio del que se aspira solo en el discurso.
Algunos especialistas hablan de que el actual equipo técnico que diseña la nueva propuesta educativa está en la Fundación Azteca, en un organismo civil en Colombia llamado “Volvamos a la gente” y en el centro de Estudios Educativos (CEE), organismo éste ligado al clero progresista y que sirvió de plataforma para el desarrollo del pensamiento de Pablo Latapí en sus orígenes.
Los intelectuales orgánicos de estas instituciones, son los responsables de concluir con la propuesta en cuestión. Pero dicha propuesta se realiza de manera muy lenta, no sé si por incapacidad e inexperiencia de sus artífices o debido a que prefieren tener un elevado cuidado en el aspecto político antes de avanzar en el diseño educativo.
Así las cosas ante la falta de un proyecto educativo que le de claridad al panorama educativo de nuestro país, hay spots y consignas que lo sustituyen o sirven para hacer creer, que después de mucho repetir dichas consignas algo puede quedar en las conciencias, de claridad en cuanto al tipo de proyecto educativo que este país necesita.