J.Lorenzo Díaz Cruz*
Muy variados y complejos son los retos que enfrentan las sociedades de nuestro tiempo. El mundo está cambiando a un ritmo nunca visto, gracias en parte al progreso científico y tecnológico. Durante el siglo XX hubo avances espectaculares en las disciplinas tradicionales que nos permitieron responder preguntas básicas sobre el comportamiento de la naturaleza. Estos avances generaron aplicaciones que incluyen desde las súper computadoras, el uso médico de los láseres, fuentes alternas de energía, nuevos materiales, las comunicaciones vía satélite y la exploración del espacio, entre otros muchos. Todos estos desarrollos han transformado la estructura productiva y el comportamiento de la sociedad misma.
Un ciudadano de un país también lo es del mundo
Estos cambios han traído consigo una globalización tal que un ciudadano de un país lo es también del mundo. Actualmente esa interconexión se refleja en las relaciones familiares, siendo común que un alto porcentaje de la sociedad mexicana tenga familiares que estén trabajando, cursando estudios o recibiendo un entrenamiento laboral en diversas partes del mundo. Con el incesante flujo de personas, mercancías y bienes culturales, nuestra sociedad está incorporando patrones diversos, que inciden en nuestras costumbres, lo queramos o no.
Ante este escenario cambiante, tendríamos que plantearnos sobre lo que sigue siendo válido de nuestras raíces, y quizás sea el momento de plantear un punto de equilibrio entre las tradiciones locales y las tendencias globales. O incluso, podríamos aprovechar esta influencia para tratar de cambiar aquellas referencias que nos impiden alcanzar una sociedad más justa, y acceder a un mayor bienestar económico y social.
Sin embargo, para tomar conciencia de nuestro papel en el país y el mundo, necesitamos una educación adecuada a estos nuevos tiempos, una educación que combine tradición y vanguardia, que nos permita tomar decisiones de una manera informada y racional, con valores humanistas.
Así como nuestro país logró incorporar el uso de las computadoras en casi todos los ámbitos productivos durante los años 80 y 90, aprovechando todos los canales educativos formales e informales, los cuales hicieron posible instruir a un porcentaje notable de la sociedad, pensamos que también debe ser posible incidir en una educación de la sociedad en general, que nos permita redefinir los parámetros que definen nuestra cultura.
Cuatro pilares sobre los cuales podría basarse la educación del ciudadano en el México actual
Dentro de las distintas opciones a considerar, podemos identificar al menos cuatro pilares sobre los cuales podría basarse la educación del ciudadano en el México actual. Estos vectores parecen necesarios, incluso para hacer crecer nuestra economía, con unas reglas de convivencia más equilibradas y civilizadas. Los aspectos que debería incluir dicha educación serían los siguientes:
Formación científica
La educación debe fomentar una concepción del universo con una base científica. Es necesario que la gente cuente con cultura científica básica, que rija nuestra comprensión de la naturaleza y la sociedad. Es de lamentar que aun entre los sectores más educados de la sociedad, no hay un papel definido para las ideas científicas, como la herramienta que guíe nuestra concepción sobre la vida y el cosmos.
Debemos educar a todos los sectores de la sociedad para que comprendan los principios básicos de la ciencia. Por ejemplo, las nociones básicas de la física, como los conceptos de definición de energía y su ley de conservación, que nos permiten juzgar la imposibilidad de construir máquinas de movimiento perpetuo y el inexistente efecto de las pulseras magnéticas sanadoras.
Entender las leyes de la naturaleza nos permitirá comprender el efecto de la actividad humana en el cambio climático, cuyos efectos ya se están presentando. Conocer la dinámica del océano, el aire, volcanes y las placas tectónicas, la magnitud de los terremotos y el creciente impacto de los huracanes, podría llegar a ser de importancia fundamental para la sobrevivencia misma de la humanidad.
Mediante una comprensión del origen de la vida y sus claves, podremos juzgar mejor el rol de los transgénicos y las vacunas. La formación científica básica nos permitirá aquilatar los alcances y limitaciones de la ciencia y sus aplicaciones, así como desterrar de nuestra racionalidad todo el espectro de pseudociencias y fraudes de productos milagro.
La ciencia en los países del primer mundo juega un papel fundamental para el crecimiento de su economía, y no se exagera al afirmar que el poder de un país está asociado con el dominio del conocimiento. La estructura misma del sector productivo ha sufrido grandes cambios en los últimos años debido a la irrupción de nuevas tecnologías. Como ejemplo podemos citar el rol del internet, el GPS, los láseres y las redes sociales.
Formación humanista
Aunque muchos de los habitantes actuales de México, nacimos en una cultura en la cual apenas cabían las opiniones y puntos de vista de las minorías, eso es inaceptable en los tiempos actuales. Debemos cambiar esa cultura, no podemos concebir un país en el que no se tome en cuenta la multitud de etnicidades y pueblos que lo forman, desde comunidades indígenas con una tradición milenaria, hasta inmigrantes europeos o asiáticos, cuya diversidad debe ser reconocida y tutelada.
Se debe educar desde la escuela para respetar a todos los géneros, armonizar la relación entre hombres y mujeres, no se puede tolerar en los tiempos actuales ni el lacerante machismo y ni el racismo que permean en nuestra sociedad. Asimismo, se debe alentar la participación de los pueblos en la creación cultural y científica, en el desarrollo de tecnología y la propiedad de las empresas.
De igual manera se debe educar desde todos los frentes para tomar conciencia del cuidado del medio ambiente, la conservación de los recursos naturales y el acceso adecuado a los mismos para una vida digna.
Formación política-económica
Necesitamos cambiar nuestra forma de concebir lo política y el poder de la autoridad. Ese poder debe estar al servicio de la sociedad, con un respeto irrestricto a la legalidad. No podemos aceptar una brecha tan grande entre el ciudadano y sus representantes. Con información fidedigna debemos juzgar las opiniones de la clase política, sus puntos de vista y planteamientos, estimar lo que es viable y realizable, separando aquellas medidas que resuelve los problemas de las soluciones fáciles que eventualmente empeoran las cosas.
No se puede mantener o fomentar una relación clientelar entre la sociedad y las instituciones del estado, pues eso lleva a la perversión de sus fines y deja en la indefensión al ciudadano, que rebaja o cambia su dignidad por una dádiva.
De igual manera, debemos cambiar nuestra concepción de la generación de riqueza y bienestar. La economía se debe basar en la competencia y la creatividad, con una responsabilidad social. No es aceptable que la sociedad en su conjunto subsidie el conjunto de empresas que juegan con ventaja, ya sea por medio de sus conexiones o por la práctica de cochupos.
Así mismo, de debe fomentar y compensar una cultura del trabajo bien hecho, con la satisfacción de obtener una remuneración adecuada gracias a la responsabilidad y esfuerzo.
Solidaridad para el desarrollo regional
Por diversas razones, existe un desarrollo desigual en las diferentes regiones de México. Algunas ciudades o estados tienen una buena calidad de vida, incluso comparable a países desarrollados, mientras que otras se comparan con los pueblos más pobres del planeta. Tiene que haber un compromiso y una política de estado para promover el desarrollo de aquellas regiones menos favorecidas.
El sistema educativo nacional y la sociedad en su conjunto deben promover el servicio social y el trabajo voluntario para apoyar a esos compatriotas que más necesitan de ayuda, que va desde la dignificación de sus escuelas hasta la promoción de sus productos. No debe ser bien visto que una tienda departamental venda productos de palma traídos de Asia, cuando el producto nacional es de mejor calidad material y artesanal.
Existen regiones en el país en las cuales la convivencia social ha sido gravemente afectada por los conflictos y problemas de seguridad. Cabe preguntarse si sería factible impulsar medidas urgentes para utilizar la educación, como una herramienta que pudiera ayudar a restablecer dicha convivencia social.
Conclusiones
Además de los logros de la educación en el ámbito puramente técnico y económico, deberíamos resaltar también su papel para sanar nuestra sociedad. Por medio de la educación se puede hacer nacer y crecer una mayor apreciación de la cultura y el conocimiento. Una educación basada en el poder la ciencia, con valores humanistas y una cultura política que le dan sentido, nos permitirá lograr un desarrollo equilibrado de todo el país y de todas las clases sociales.
Mediante la educación es factible fomentar que los jóvenes de la región vean a la actividad académica como una forma de movilidad social. La educación podría funcionar como un punto de arranque para lograr que, en el mediano plazo, todas las regiones del país tengan una mayor participación en la creación de conocimiento, lo cual traería beneficios trascendentes.
Tener una facultad de ciencias, artes o humanidades, llena de jóvenes entusiastas, luchando por superarse, es la mejor manera de ganar la batalla para rescatar a los jóvenes de los grupos que optan por actividades antisociales.
*Actualmente es Profesor-Investigador en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Previamente fue profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona, CINVESTAV-IPN y en la UAM-A. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, Presidente de la División de Partículas y Campos de la SMF (2000-2002)