“Para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo”, proclama un refrán popular. Parece que el gobierno de Salomón Jara encontró la horma de su zapato (otro proverbio) en los estudiantes de las 11 escuelas normales de Oaxaca. En ellas predomina el credo y la práctica de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, alguna vez aliados tácitos de Morena y de Andrés Manuel López Obrador, cuando era candidato a la presidencia.
Si no todos, sí la mayoría de los maestros afiliados a la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación apoyaron a Jara para que llegara a la gubernatura. Ya la tiene y ahora no sabe —o si sabe no puede— qué hacer con la CNTE y sus futuros cuadros, quienes pueblan las escuelas normales.
La nota de Paty Briceño, corresponsal en Oaxaca (Excélsior, 13/3/23) apunta que un grupo de egresados de las escuelas normales del estado prendieron fuego a ventanas y a la puerta principal del Palacio de Gobierno en demanda de la liberación de uno de sus compañeros que detuvo la policía municipal. Pero el paro frente a la sede del gobierno tenía días.
No sólo intentaron incendiar el edificio, también bloquearon calles y espantaron al comercio y los turistas. La gresca pudo llegar a mayores; la policía antimotines hizo presencia, aunque, con el anuncio de que se había liberado al estudiante, la tensión se relajó.
Los normalistas denuncian que entregaron al gobierno morenista un pliego de demandas y no ha solucionado ninguno de sus puntos. El principal —sí, si lo pensó, le atinó— plazas automáticas para los egresados de las 11 escuelas formadoras de maestros.
La Jornada (12/3/23) informó que “los egresados retuvieron una unidad del transporte público y fue ingresada al zócalo frente al Palacio de Gobierno, donde días antes, Jara Cruz celebró sus 100 días como gobernador del estado, ahí los manifestantes lanzaron bombas molotov, así como cohetones y pedradas hacia el inmueble, al cual le rompieron los vidrios de los ventanales”.
Luego los trabajadores del ayuntamiento y del gobierno se aplicaron a limpiar la calle, resanar la puerta quemada (que unos aventados funcionarios apagaron desde adentro cuando llovían piedras y otros proyectiles). La buena noticia: una banda popular no dejó de tocar.
La pregunta es qué puede hacer el gobernador para resolver el pliego. Cavilo que poco. Se le exige que pague una deuda que no rubricó.
En la mañanera del 11 de septiembre de 2019, el presidente López Obrador declaró: “No se van a cerrar las escuelas normales, al contrario, se van a abrir más y el que salga de ahí va a salir con su plaza”. Y, antes en Guelatao, siendo candidato, se comprometió con la CNTE a entregar la plaza automática a los egresados de sus normales.
Tales declaraciones forjaron incentivos poderosos para incrementar la matrícula que comenzó a menguar a partir de la promulgación de la Ley General del Servicio Profesional Docente, en 2013, que acabó con la plaza en automático. Pienso que fue un buen utensilio de propaganda; le ganó votos al candidato y el fervor de muchos docentes al Presidente, más con la basificación.
No obstante, la austeridad republicana —o pobreza franciscana, depende de la creencia de cada quien— congeló los fondos a las escuelas normales, a todas, no nada más a las de Oaxaca. Además, con la basificación (es decir, la creación de plazas definitivas) a más de 750 mil interinos, en términos prácticos no dejan para nada más.
El gobernador Jara no podrá; tampoco los de otros estados. Cierto, el gobernador de Michoacán entregó más de dos mil 300 plazas a maestros de su entidad, pero sospecho que son de las mismas que negoció la SEP con la dirigencia del SNTE.
En fin, la cuña es del mismo palo, pero —aunque apriete duro—, los gobernadores no tienen con qué.