Llueve sobre mojado en el campo de la copia y el plagio. Si bien es sabido que copiar y plagiar no es lo mismo, a efectos de repercusión social ambas acciones desacreditan al autor y debería al menos sonrojar a quienes no lo evitaron y debían hacerlo. Podemos afirmar que la culpa es del hacedor, pero también hay culpa in vigilando y debe ser asumida por quienes tienen la tarea de controlar la producción, sea académica, artística o de cualquier otra índole.
Como escribe César García García para este medio, los ejemplos de plagio académico y deshonestidad son numerosos y patentes. Estas acusaciones van dirigidas a múltiples personajes reconocidos y no desde el mismo presidente de la República hasta los trabajos diarios de alumnos y alumnas pasando por doctores adscritos al padrón CONACYT en las múltiples universidades públicas y privadas del país y diversos cargos públicos. Quizá el caso más curioso, no recogido en la nota, fue la sospecha de copia de la guía para prevenir el plagio realizado por la Universidad de Guadalajara (México) a la Universidad de Murcia (España). Ya corregida por la Universidad tapatía.
Pero este asunto no se queda en el mundo académico. El plagio va más allá. La semana pasada, con motivo del centenario del equipo de fútbol América, se presentó un himno conmemorativo con la pronta sospecha de derivada apropiación ilícita. La pieza musical americanista posee cierto parecido en melodía y letra al himno del Sevilla Fútbol Club, presentado por la entidad bajo el mismo aniversario de cien años el pasado 2005. La cuestión no es hacer leña del árbol caído, sino exponer elementos de análisis y debate.
Sobre el hecho del plagio, tras la denuncia, repulsa y escarnio a quiénes lo producen y lo permiten, cabe una reflexión en torno a los siguientes interrogantes: ¿Qué está pasando? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Qué promueve la situación? Quizás un punto clave sea retomar lo expuesto en 2015 por un conjunto de académicos mexicanos[1] y publicado entre otros medios por el diario El País, el 29 de Julio de 2015, en su sección internacional.
En este artículo se destaca como principal consecuencia de proseguir con este tipo de práctica el deterioro de la formación y desprestigio de la vida académica. Así como se compromete el futuro en tanto que se dificulta y enmaraña la construcción de conocimiento, máxime en la sociedad tecnológicamente avanzada que predomina. Habrá que reconsiderar en especial alguna de las propuestas expuestas hace un año, como por ejemplo:
III. Que las sanciones que se apliquen en los casos de plagio comprobado por las instancias institucionales encargadas de su investigación reflejen inequívocamente su inaceptabilidad ética, intelectual e institucional.
Aunque el carácter punitivo de medidas a tomar puede beneficiar la disminución e incluso producir la desaparición del plagio a nivel académico, la cultura de la copia se expande como la gota de tinta china en el vaso de agua. Entender la producción, sin tener en cuenta la naturaleza de la misma, partiendo del compromiso ético con la historia, el conocimiento y la sociedad como una obra derivada no niega la originalidad, sino que la pone en valor. El valor procedente del reconocimiento al pasado desde el presente para el futuro de la producción humana. Es decir, entender la tarea individual como subsidiaria de un trabajo implícito de la cultura actual.
En conclusión, la cultura del copy&paste es el reflejo de una sociedad que desvaloriza el pasado y se despreocupa del futuro por aquí y ahora de supremacía del individuo sobre el colectivo.
Notas al pie:
[1] Publicado en El País, miembros académicos citados en la noticia: Elisa Cárdenas, Universidad de Guadalajara; Daniela Gleizer, UAM-C; Benjamín Arditi, UNAM; José Antonio Aguilar, CIDE; Marco Antonio Landavazo, Univ. Michoacana; Roberto Breña, COLMEX; Ariadna Acevedo, CINVESTAV; Gabriel Negretto, CIDE; Antonio Azuela, UNAM; Catherine Andrews, CIDE; Tomás Pérez Vejo, ENAH; Iván Escamilla, UNAM; Soledad Loaeza, COLMEXFausta Gantús, Instituto Mora; Alfredo Ávila, UNAM; Rafael Rojas, CIDE; Eugenia Roldán, CINVESTAV; Ignacio Almada Bay, El Colegio de Sonora; Jesús Rodríguez Zepeda, UAM-I; Juan Ortiz Escamilla, Universidad Veracruzana; Érika Pani, COLMEX; Gilles Serra, CIDE.
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