El lunes de esta semana dio inicio en la Universidad Autónoma de Chiapas la consulta sobre la “educación para el bienestar”, la nueva reforma educativa a ser impulsada por el gobierno que habrá de encabezar Andrés Manuel López Obrador a partir del 1º de diciembre.
Al primer foro de los 32, que a nivel estatal se realizarán en materia educativa, asistieron numerosos participantes y se presentaron una gran cantidad de ponencias y propuestas. El encuentro en Tuxtla Gutiérrez no fue propiamente un diálogo. Tampoco resulta claro cómo es que habrán de priorizarse e integrarse los muy variados posicionamientos y propuestas presentados en ese y otros foros dentro de un nuevo proyecto educativo.
Más allá de sus limitaciones como ejercicio deliberativo, el foro de Chiapas resulta importante y revelador en al menos dos sentidos clave. Primero, porque su dimensión teatral-simbólica nos aporta elementos valiosos para ir entendiendo mejor la forma en la que el Presidente electo concibe la democracia y la tarea de gobernar. Y, segundo, porque en dicho evento López Obrador ofreció algunas pistas adicionales a las muy generales enunciadas hasta ahora, en torno a lo que serán las prioridades de su gobierno en el ámbito educativo.
Con respecto a los aspectos simbólicos del evento me llamó especialmente la atención una aproximación a la idea de democracia y al ejercicio de gobierno en un país fracturado, que parece decirnos que el primer paso indispensable para volver a armar al país consiste en reconocerles la existencia a las múltiples y muy diversas presencias que lo integran. Reconocer a los olvidados, a los menospreciados y a los denostados como primer acto de gobierno; reconocer e integrar al escenario a voces largamente privadas de existencia pública y, con ello, volverle a dar vida y sentido concreto a las nociones de democracia y pluralidad.
Sin duda hay posibles lecturas mucho menos favorables de un acto que, en muchas de sus formas, recuerda los modos y escenografías del PRI clásico. Sí, el lunes en Chiapas hubo demagogia y una partitura que se presta a avalar cualquiera cosa que decida el líder máximo, pero también tuvieron un espacio en la escena voces a las que no tenemos costumbre de escuchar, pues durante décadas interminables no han sido convocadas, más allá de ser utilizados como parte del decorado.
Un maestro indígena diciendo: “Nunca más una educación en México sin la presencia, sin la voz, sin la palabra de los pueblos originarios”. Un representante de la CNTE, como figura centralísima del evento, recordándole al nuevo gobierno que el apoyo electoral del magisterio disidente no fue un cheque en blanco y exigiéndole diálogo directo e inmediato. Una madre de familia solicitando reglamentos escolares en cuya elaboración participen los padres de familia. Otro maestro del estado hablando del interesantísimo proyecto “la nueva escuela chiapaneca”, y entusiasmando con él a los miembros del presídium y al auditorio. Una maestra del SNTE exigiendo se desvincule la evaluación de la permanencia y, a pesar de ello, siendo objeto de una rechifla. Así, voces y más voces de las que no suele tener el estrado, tomando el micrófono y el próximo Presidente de México sentado, escuchándolos.
El acto no fue espontáneo. Hubo montaje, seguro. Pero también importa que el montaje se ocupó de visibilizar a grupos que han permanecido invisibles.
En lo que se refiere a darnos mayor luz sobre las prioridades que habrán de guiar la política educativa del nuevo gobierno, el foro del lunes también fue importante. Al respecto, hubo un mensaje sonoro en el sentido de que se privilegiará la atención a los estados más rezagados, así como a los estudiantes con mayores carencias. Especialmente destacable, por otra parte, fue el llamado de López Obrador a los maestros a comprometerse con la mejora de la enseñanza y, en particular, su propuesta-indicación de “cero ausentismo”. Destacable, pues es la primera vez que el Presidente electo le plantea al magisterio exigencia en el cumplimiento de sus responsabilidades para con los estudiantes.
Durante su mensaje en el foro, López Obrador reiteró enfáticamente su decisión de abrogar la reforma educativa, pero también anunció que habrán de sustituir la cancelada con una nueva reforma enfocada en garantizar el derecho a la educación para todos, así como la cobertura, la equidad y la calidad. Finalmente, anunció 500,000 becas para los niños de primaria y secundaria de Chiapas, becas para todos los alumnos de media superior a fin de atajar la deserción, así como la creación de 5 nuevas universidades en el estado.
De los foros seguramente se tomará todo aquello que apoye las grandes directrices definidas por el Presidente electo. En el camino, sin embargo, habremos de ir conociendo con mayor precisión los planes educativos del nuevo gobierno, se abrirá el espacio para reconocernos en la diversidad, e idealmente para nutrir un proyecto a favor de la mejora educativa con voces frescas y aportaciones forjadas en contacto directo con la complejidad de las muchas realidades que conforman al país.