Carlos R. Acosta
El pasado 28 de enero dieron inicio a nivel nacional una serie de mesas de discusión en torno al proceso de Revisión del Marco Curricular Común en la Educación Media superior (MCCEMS), en la que se plantea que participen alrededor de 70 mil docentes de los diferentes subsistemas, para “dialogar” en torno a los llamados recursos sociocognitivos que plantea la Nueva Escuela Mexicana (NEM) como fundamentos para el aprendizaje, a saber: Comunicación, Pensamiento Matemático, Conciencia Histórica y Cultura digital.
En ese marco, el martes 1 de febrero, participamos alrededor de cuatro mil docentes de los diferentes subsistemas en la Mesa de discusión sobre “Conciencia Histórica”, con el propósito de externar las opiniones respecto a las “fortalezas y retos” de la propuesta presentada por la Subsecretaría, las semejanzas y diferencias con el actual modelo aplicado en los diferentes subsistemas, así como aportar propuestas para su posible implementación de cara a los retos que puedan presentarse en cada aula, escuela y comunidad.
El diálogo se desarrolló alrededor de esas tres grandes temáticas a lo largo de las ¡dos horas! que se dispuso para tal propósito, que de entrada muestra ya una limitante para realizar el llamado “diálogo donde todos los actores son escuchados” (en palabras de la secretaria de Educación Pública). A pesar del evidente e insultante espacio limitado de tiempo brindado, gran parte de las y los docentes participantes externaron su preocupación por la forma en la que la pandemia ha recrudecido las condiciones de marginación y exclusión de la educación a las y los jóvenes pertenecientes a regiones y comunidades ya de por sí en condiciones de pobreza.
Entre otras inquietudes, las y los docentes externaron la necesidad (urgente) de brindar de la infraestructura adecuada en los planteles para implementar la propuesta presentada (sobre todo en los telebachilleratos); la ausencia de una capacitación adecuada en temas pedagógicos y socioemocionales, así como el de fomentar la participación y colaboración entre los diferentes subsistemas de EMS para intercambiar experiencias pedagógicas exitosas.
Lo que observamos es un lastre histórico de necesidades y demandas sin atender que nuevamente aparecen en voces de las y los docentes de las diferentes regiones del país: una Conciencia Histórica que no deja de hacerse presente en el debate educativo nacional. Sobre todo, cuando la Subsecretaría presenta a la educación en su documento base como “la estrategia más eficaz con la que cuentan sociedades y gobierno para cambiar la realidad imperante e impulsar un modelo de sociedad más equitativo y justo”, solamente que como ya recordaba el autor del Manifiesto Comunista, la idea de cambiar las circunstancias desde la educación “olvida que las circunstancias deben ser transformadas por los hombres y que el propio educador debe ser educado.”
Eso nos lleva a pensar que al ser parte de sus objetivos formar una ciudadanía consciente -con Conciencia Histórica- y que se “asuma como perteneciente a una comunidad local, regional, nacional y global”, difícilmente podrá lograrse desde condiciones poco o nada favorables para tal propósito. La participación democrática de esa ciudadanía (más allá del voto) solamente es posible con las condiciones sociales y materiales adecuadas, de las que carece la gran mayoría de la población en el país.
Obstáculos y carencias de las clases más desfavorecidas que no permiten el acceso a los servicios educativos que van desde los problemas económicos como el desempleo, las variadas formas de violencia, de distancia, de servicios públicos básicos (agua, energía, transporte, salud), planteles, instalaciones, cuotas y ahora, más que nunca, el acceso o conectividad a internet, entre otros más.
Desde ese contexto de miseria material y social, en el que la violencia en sus más terribles expresiones sigue atravesando todo el territorio, en donde la acumulación originaria sigue chorreando la sangre de las clases trabajadoras, campesinas y desarrapadas, sin duda que la conciencia histórica es urgente, pero no sin las transformaciones de raíz que hacen falta, las condiciones materiales de existencia de la gran mayoría de la población que sigue resistiendo contra el avance del capital.