En un mundo marcado por el crecimiento vertiginoso de la cantidad de información y conocimiento disponible, saber leer en sentido simple ya no basta para ser capaz de aprender. La sobrecarga de información y la multiplicación de formatos y medios para acceder a ella demandan de los individuos nuevas destrezas lectoras e informacionales. Exigen, en concreto y cada día más, la habilidad para administrar grandes volúmenes de información, para discriminar aquella que es confiable de la que no lo es, para seleccionar la que resulta relevante, así como la capacidad para organizar y extraer el contenido fundamental de una o varias piezas informativas.
Un trabajo reciente de la OECD —PISA in Focus, julio 2013— aborda estos temas a través del análisis de la relación entre estrategias lectoras y resultados en PISA 2009. Los hallazgos del estudio revelan importantes diferencias entre países y entre estudiantes de distintos niveles socioeconómicos en lo relativo a sus estrategias lectoras y, particularmente, a sus estrategias para resumir los puntos centrales de un texto. Las diferencias entre alumnos a este respecto son muy pronunciadas y, según este análisis, la distancia entre los alumnos capaces de emplear las mejores estrategias para resumir un texto y aquellos que no las conocen y manejan es, para el conjunto de los países de la OECD, de alrededor de 107 puntos en sus resultados en la prueba PISA, lo cual corresponde a más de 2 años de escolaridad.
Para el análisis citado se utilizaron las respuestas a un cuestionario incluido en la aplicación PISA 2009 cuyo objeto era conocer las estrategias empleadas por los alumnos para resumir un texto. Las opciones de entre las que podían elegir los estudiantes fueron cinco: 1) “Revisé cuidadosamente si los hechos más importantes del texto estaban incluidos en el resumen”; 2) “Leí el texto, subrayé las oraciones más importantes y después las escribí en el resumen utilizando mis propias palabras”; 3) “Escribí el resumen y después revisé que cada párrafo estuviese cubierto en el resumen, pues el contenido de cada párrafo debe estar incluido”; 4) “Antes de resumirlo, leí el texto la mayor cantidad posible de veces”; 5) “Traté de copiar lo más fielmente posible la mayor cantidad de oraciones del texto”. De acuerdo a los expertos de los diversos países participantes en PISA 2009, las estrategias 1 y 2 son las más efectivas, las 3 y 4 son moderadamente efectivas y la número 5 es la menos efectiva para resumir información.
Las muy graves y conocidas deficiencias de los estudiantes mexicanos en materia lectora y el prácticamente nulo avance registrado en sus resultados en PISA entre 2000 y 2009 sugieren que las estrategias lectoras empleadas por éstos no son, por decir lo menos, las más eficaces. Para mejorar la competencia lectora en el país y fortalecer la posibilidad de que los niños y jóvenes mexicanos puedan, en efecto, aprender, resulta urgente abandonar nuestra tenaz costumbre de pensar que un resumen es la copia abreviada de un texto y sustituirla por prácticas pedagógicas y formas de evaluación que habiliten a los alumnos a discernir, a ir más allá de la literalidad y la repetición, a hacerse preguntas sobre los textos que leen.
Publicado en La Razón