Carlos Ornelas
Es difícil entender los elogios que el presidente López Obrador lanza la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, con todo y que sus voceros le tiran piedras, critican —por neoliberal, dicen— su política hacia la educación y su proyecto querido de transformación curricular y nuevos libros de texto.
En definitiva, la CNTE no va con la cuarta transformación.
Por ejemplo, la sección XVIII, de Michoacán, mantiene un plantón —desangelado, pero permanente— frente a la Secretaría de Educación Pública desde hace casi un mes y ayer marcharon al zócalo para “exigir” 100% de incremento al salario y respuesta tangible a sus demandas, como basificación de mil 200 maestros interinos, designados por los líderes, no por las autoridades, además de los miles que ya obtuvieron su plaza por el éxito en la movilización de la CNTE.
Sin embargo, el presidente les manda saludos y abrazos. Incluso, elogia a los maestros emblemáticos de la Coordinadora. Por ejemplo, en la ceremonia del día del maestro del 15 de mayo pasado, el presidente expresó: “Aquí hacemos también un reconocimiento al maestro Lucio Cabañas y al maestro Othón Salazar”. ¿Quién sabe por qué no encomió a Genaro Vásquez cuyo cartel con metralla en mano acompaña toda manifestación de la CNTE? Tal vez se le olvidó o quizá, en su visión, algo tenía de conservador o neoliberal el maestro guerrillero.
En la misma ceremonia del mes pasado, el presidente respondió con ofertas de incremento salarial y de adición de una UMA por año a los límites de pensiones que le solicitó —con alabanzas— Alfonso Cepeda Salas, el secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pero no le echó las flores que le dedicó a la CNTE.
Dos citas muestran ese apego. La primera, cuando daba respuestas al SNTE: “Muchas gracias a los dirigentes de la CNTE, que es una organización magisterial caracterizada por la defensa de la educación pública y de la democracia”.
La segunda, después del aplauso al magisterio. “Y agradezco también a los dirigentes y a todos los que pertenecen a la CNTE, porque hemos llegado a acuerdos. Y hay que reconocerles a ellos que, en los momentos más difíciles, cuando estaba en su apogeo el neoliberalismo, cuando estaban queriendo privatizar la educación, ellos estaban en la calle luchando y protestando”.
Parece que, con sus palabras, el presidente premia —y hasta encomia— las acciones de la Coordinadora en el pasado. Pero no entiendo el panegírico que les emite, cuando sus dirigentes no cejan de criticarlo; incluso con insultos.
Y más, porque de forma abierta rechazan el “Marco curricular común y plan de estudios” que propone su gobierno, propagandiza la SEP y lidera Marx Arriaga. Vamos, ya hasta le recortaron el calendario escolar en sus territorios.
Mis instrumentos de análisis no me dan caletre suficiente para entender los loores del presidente a quienes lo zahieren. Tal vez un discípulo de Freud pudiera explicar ese amor no correspondido.