“No es válido que la prisa, el prejuicio o la arrogancia pongan en riesgo un proceso tan importante como es la educación de niños y niñas” (Manuel Gil Antón).
En estos días, en los que el país está convulsionado por los innumerables sucesos que parecen no tener fin, y cuya línea ha sido la injusticia que la misma corrupción e ingobernabilidad abraza a buena parte del territorio mexicano; es cuando debemos mantener la calma y analizar concienzudamente los hechos/contextos para fijar, responsablemente –quienes tenemos la oportunidad de expresar algunas ideas por este u otros medios–, una posición sobre éstos.
Nochixtlán, como sabemos, pasó de ser un lugar desconocido –a nivel nacional e internacional–, a ser considerado el banderín de lucha que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha tomado para arremeter en contra del gobierno que encabeza Peña Nieto, específicamente, en contra de la reforma educativa que, desde sus inicios, fue planteada como la “madre de todas las reformas” y, cuya implementación, no ha arrojado los resultados esperados porque los maestros, a pesar de las amenazas y despidos que ley en mano la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha aplicado, siguen luchando, sin tregua ni descanso, porque ésta sea una verdadera reforma. Es más, varios docentes de otras entidades de la República Mexicana, diferentes a las que habitualmente conocemos – Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán – hasta el momento en que cierro estas líneas, siguen pronunciándose en contra de lo ocurrido en esa comuna oaxaqueña, clamando justicia por el fallecimiento de 9 personas producto de la intervención de la policía federal y estatal.
Pues bien, con este escenario cabe preguntarse: ¿por qué muchos mexicanos han manifestado su simpatía con el movimiento que encabeza la CNTE a nivel nacional? Y es que mire usted, en las convocatorias que ésta ha realizado para que la ciudadanía exprese su inconformidad contra la violencia y la injusticia por parte del estado, he visto a cientos de personas, mexicanos, hombres y mujeres libres, que nada tienen que ver con el medio educativo pero que, a todo pulmón, gritaron su indignación por lo ocurrido esa trágica mañana. ¿No me digan que a esos mexicanos, libres de pensamiento, se les llevó a la fuerza a los mítines que se realizaron en buena parte de mi México querido? Considerarlo de esta forma, sería una falta de respeto para los miles, léase bien, los miles que se dieron cita en estos eventos.
¿Acaso no le han informado al Secretario Nuño que en las manifestaciones en más de 20 estados del país participaron integrantes de la sociedad que expresaron su repudio a la violencia y prepotencia con la que se ha conducido hasta el momento el gobierno federal y, particularmente, su oficina? Si no se lo han dicho, la solución que puede tomar es fácil, que despida a sus asesores – que de asesores no tienen mucho –, dado que le han aconsejado actuar erróneamente en cada uno de los movimientos que éste ha hecho. Bien dicen que “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”, y es cierto. La miopía y sordera con la que se ha conducido hasta el momento ha llegado a niveles nunca antes vistos en un Secretaría donde, por sus características y funciones, debe ser sensible a los diversos acontecimientos que el país registra.
¿Por qué no escucha las diversas voces que se han expresado sobre la reforma educativa, sean estos intelectuales, académicos, investigadores, empresarios, padres de familia y hasta sacerdotes? ¿Cerrazón o estrategia política? ¿Acaso nadie le ha informado que el magisterio a lo largo de la historia del país ha sido, es y será, un factor de cambio? ¿No se ha dado cuenta que el movimiento magisterial va más allá de una sección sindical –la 22–? ¿No ha percibido que la defensa de los trabajadores y de la educación es más profunda que la de unos líderes sindicales? ¿No se ha enterado que la CNTE no es lo mismo que el SNTE? ¿No ha identificado que está a punto de despertar al México bronco del que tanto se habla en algunos libros de historia? En fin, preguntas y más preguntas que cada uno de nosotros, con nuestro pensamiento y conocimiento, podrá responder.
Por mi parte, considero que todas y cada una de las posibles respuestas han sido debidamente analizadas por este personaje y los suyos. Si sigue una estrategia política, mediática, laboral o administrativa en su actuar, es lo de menos; mi preocupación, como lo ha sido, es por la educación y los procesos que ésta genera en miles de niños, jóvenes y adultos. Mi interés, se halla en los más de 60 millones de mexicanos que, independientemente del escenario tan candente que vive el país, quieren comer, vestirse y un lugar donde dormir. Ahí está el meollo del asunto, ahí está el problema.
Si la CNTE –repito que no es la mismo que la 22– ha actuado como ha actuado, es porque ha fijado una posición contraria a los designios presidenciales. Si sus líderes han cometido graves delitos –al igual que muchos del SNTE– es porque pudieron hacerlo con el “solapamiento” de algunos funcionarios y empresarios. En todo caso, si la Procuraduría General de la República (PGR) tiene las pruebas para que les inicien procesos judiciales, que lo haga, pero que no pida que se callen, porque al hacerlo, intentarán callar las voces de otros tantos mexicanos que están hartos de tantas injusticias, corrupción y miseria.
Culminó estas ideas, retomando la frase con la que inicié este texto para enfatizar, que existen intelectuales tan valiosos que antes de que los hechos pasen, visualizan sus alcances y limitaciones, en este caso, sobre la reforma educativa: “no es válido que la prisa, el prejuicio o la arrogancia pongan en riesgo un proceso tan importante como es la educación de niños y niñas” (Gil Antón). ¿No es clara la idea que este reconocido investigador mexicano planteó hace tiempo? Caray, muchos nos hemos preguntado por qué acelerar un proceso reformista que, como sabemos, requiere su tiempo. Lamentablemente y vuelvo a confirmarlo, el escenario político ha eclipsado al educativo y de lo primero, están cansados millones de mexicanos.
¿Terminará de despertar el México bronco del que tanto se ha hablado? Tiempo al tiempo.