Aclaración. Baso mi entrega en un artículo de Samael Hernández Ruiz, “¿Mejorar el servicio educativo en Oaxaca?: Las negociaciones entre la Sección XXII del SNTE y el IEPPO”, descargado de Academia.com, el 8 de mayo (https://www.academia.edu/36575754/Las_negociaciones_entre_la_Secci%C3%B3…). Samael es un profundo conocedor del movimiento magisterial de Oaxaca y de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación; es un observador agudo de la realidad de la educación en México y un analista político de primer nivel. Tengo por regla poner atención a lo que escribe, es mi fuente principal para el análisis de la Sección 22 y la educación en Oaxaca.
En su pieza, Samael analiza la intersección de intereses múltiples dentro de la S-22 y la respuesta desarticulada y torpe de parte de autoridades locales, mientras que juzga que, por lo pronto, el papel de la Secretaría de Educación Pública es marginal, un administrador del conflicto a la distancia, con poca influencia en las decisiones domésticas.
Hernández enjuicia a los funcionarios del IEEPO, por su ceguera y corrupción. Los gobiernos actual y precedente confían en funcionarios sin bagaje histórico ni conocimiento del hacer de líderes y múltiples corrientes que pululan en la CNTE, que está lejos de ser una organización homogénea. “Los ‘negociadores’ inexpertos del gobierno del estado, desde 2006, pasando por el periodo de Gabino Cué, hasta ahora… están acostumbrados a distribuir dinero a diestra y siniestra, con sólo promesas de parte de líderes corruptos de los numerosos grupos que operan al interior de la S-22 y que muchas veces no tienen ninguna influencia en las instancias de dirección”.
Tal vez esos funcionarios ni siquiera sepan que una de las aristas de los maestros disidentes es “movilización-negociación-movilización”; el fin: nunca dejar de presionar a las autoridades. Por eso incluyen solicitudes exageradas que ningún gobierno puede cumplir. Y, como en la actualidad, que la CNTE muestra signos de desaliento, división aguda (nada más constatar las diferencias entre la S-22 y la S-7 de Chiapas), la S-22 —la más organizada— presenta un pliego con 35 demandas: centrales (6), políticas (6), de justicia (5), laborales (7), educativas (2), económicas (4), de seguridad social (3) y sociales (2).
Samael destaca que el pliego de demandas está mal articulado, lleno de consignas más que de exigencias concretas y sólo en pocos casos hay asuntos atendibles. “Es un error que la dirigencia del sindicato de maestros de Oaxaca confunda, después de tantos años, la propaganda con las negociaciones laborales, en parte por eso el movimiento magisterial está debilitado”.
Pese a ello y al calor de las campañas electorales, la CNTE vuelve a la carga y quiere presionar al gobierno federal para que la Secretaría de Gobernación entable una mesa única de negociación con la disidencia magisterial. Con sus herramientas de chantaje y amenaza, la CNTE amaga con un paro nacional; sus dirigentes tal vez piensan que tendrán el apoyo de Morena. Aquí reside la encrucijada de la Coordinadora.
En primer lugar, no pienso que Andrés Manuel López Obrador ofrezca la mano para actos ilegales en tiempos de campaña; su fuerte es la promesa a futuro que, incluso, modera cada vez más. Ya no quiere abrogar la Reforma Educativa de inmediato, sino a partir de su cuarto año de gobierno. En segundo lugar, según Hernández, dentro de la CNTE los grupos antipartido son mayoría y no votarán por ningún candidato. AMLO lo sabe y por ello —pienso— moderará más su discurso.
La CNTE está débil, pero aún tiene vigor para organizar movilizaciones y perturbar el hacer de las escuelas en sus territorios. Mal haría el gobierno en no prestar atención a sus maniobras.