Si bien el gobierno de Oaxaca no les concedió a los líderes de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación lo que pedían, el gobernador, Alejandro Murat, parece su prisionero. El plantón en el zócalo de la capital continúa, así como movilizaciones y tomas de casetas de peaje; éstas por los normalistas que exigen que el gobierno y la S-22 los incluyan en las mesas de negociación.
En Michoacán también hace aire. El jueves de la semana pasada, maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación tomaron las instalaciones de la Secretaría de Educación y varias casetas de peaje en autopistas. Su exigencia: que a egresados de escuelas normales del estado se les entreguen plazas sin concursos. También demandan que el gobierno pague a maestros bajo contrato (que la CNTE, no el gobierno, contrató) y cumpla con prestaciones y servicios en educación básica.
Los líderes de la S-22 insisten en que el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, les cumpla. Eloy López Hernández anunció el lunes 23 de octubre que, tras cinco horas de reunión, el mandatario se había comprometido a reestablecer la bilateralidad en el gobierno de la educación básica. Lo que en realidad significaba entregar a la S-22 de nuevo el control del IEEPO. López Hernández también dijo que el gobernador estuvo de acuerdo en remover al director del IEEPO, Germán Cervantes Ayala. Tuvieron otra reunión el viernes pasado.
No he encontrado en los diarios declaraciones del gobernador donde dé su versión de los encuentros con los maestros disidentes. La transparencia no se le da. Por lo tanto, me veo forzado a especular. Tres conjeturas:
Una. El gobernador no se comprometió a hacer lo que dice López Hernández que haría. El anuncio fue un instrumento de la propaganda de la CNTE. Tal vez Murat no quiera echar más leña a la hoguera con sus declaraciones. Esta sospecha no tiene mucho fundamento en realidad. Si ése hubiera sido el caso, el gobernador hubiera enviado señales y tal vez hasta hubiese hecho declaraciones estridentes.
Dos. El gobernador les dio el avión a los líderes de la S-22. Quiere ganar tiempo con la expectativa de que el movimiento amaine para luego retomar el control. Si concede a la CNTE deshacerse de altos funcionarios del IEEPO, como el director general y el director de administración, Serafín Hernández Sagaón —que, además, son alfiles importantes de la SEP en el estado—, no abonaría al gobierno, sería la capitulación. Hacer promesas y no cumplir es una práctica usual en la política mexicana. Puede ser que eso haya hecho Alejandro Murat. Pero me parece una suposición sofisticada y de mucho riesgo; no le veo tamaños al gobernador para echarse una bronca de esa magnitud.
Tres. Quizá el gobernador no aguantó la andanada de piezas oratorias, gritos y amenazas a mano alzada que le lanzaron los maestros disidentes en su reunión con ellos. Lo intimidaron. Entonces dijo sí a las demandas, pero para la reunión del viernes les dijo que siempre no. Olfateo que el gobernador no se gobierna solo. Desde México, la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Gobernación — más la primera que la segunda—, lo presionaron para que se echara para atrás. Si Oaxaca cede, buena parte de la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto se vendría abajo. El gobierno federal es la barrera de contención, no el local.
La educación de Oaxaca está en la encrucijada. Con todo y que anda alicaída, la CNTE tiene bastante tonelaje para perjudicar al gobierno, a las escuelas y a la gente de Oaxaca. Tal vez, conforme el calendario avance y las campañas por la Presidencia arrecien, la CNTE mostrará su colmillo. ¡Para dañar, no para construir!
En Michoacán las cosas no están tan mal, tampoco excelentes. Pero el gobernador, si no las tiene, trata de agarrar las riendas. Es un político con experiencia, no se deja amilanar tan fácil. No es un hijo de papá.
RETAZOS
Nexos-blog de educación (25 de octubre) publica un artículo de Óscar Hugo Faustino Zacarías sin desperdicio, “Los retos políticos de la evaluación docente en Oaxaca”. Si bien se avoca a lo que reza el título, brinda un panorama breve de cómo los líderes controlan a los agremiados.
Describe los métodos de coerción que utiliza la S-22 para mantener viva la participación de los profesores en el movimiento: pase de lista en las actividades sindicales, constancia de participación sindical como requisito para cualquier trámite y acoso a quienes no participan.