A la mezcla de un hecho (o sueño) absurdo, insólito e irracional que provoca angustia se le conoce como “kafkiano”. Este calicativo también se utiliza para referirse a las injusticias disparatadas con consecuencias trágicas, cometidas por los regímenes autoritarios, o a los descabellados laberintos de la burocracia.
Ello se debe al escritor Franz Kafka (1883-1924) que en sus relatos y novelas planteaba situaciones alienantes de todo tipo. Lo anterior viene a colación por la decisión del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de cancelar al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y, en especial, la justicación kafkiana que dio el secretario de educación, Esteban Moctezuma Barragán (EMB), de esta mala decisión.
AMLO le prometió a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) abrogar la Reforma Educativa, que se impulsó en el sexenio anterior. Esta promesa de campaña implicaba, particularmente, la eliminación de la evaluación del desempeño docente, así como la posible desaparición del INEE (que demandaba la CNTE).
La decisión de desaparecer al INEE se “sustenta” en la acusación de la CNTE (adoptada por AMLO) de que el Instituto apoyó a la Secretaría de Educación Pública (SEP) a implementar la “evaluación punitiva”, con propósitos administrativos y de control.
Independientemente, de que no comparto la idea que la evaluación del desempeño fuera “punitiva” —en todo caso, también lo sería la evaluación que los docentes aplican a sus alumnos por sus consecuencias—, los argumentos de cancelar al INEE son kafkianos, dado que lo único que ha hecho el instituto ha sido cumplir con las funciones y atribuciones que las leyes le demandan; la Constitución, la Ley General de Educación, la Ley del Servicio Profesional Docente y su propia ley.
La legislación vigente ha obligado al INEE a coordinarse con la SEP para realizar las evaluaciones de los docentes. Esta coordinación implicó una gran interacción con las autoridades educativas federales y locales que tenían calendarios denidos, así como compromisos laborales con los docentes y acuerdos gremiales con los sindicatos. Sin embargo, al INEE solo le correspondió diseñar la parte normativa y la de garantizar que la evaluación docente se realizara bajo las mejores prácticas evaluativas (posibles en de garantizar que la evaluación docente se realizara bajo las mejores prácticas evaluativas (posibles en México).
Para ello se recurrió a la opinión de expertos nacionales e internacionales; docentes, directores y supervisores de la educación obligatoria; a organismos internacionales como la UNESCO y a organizaciones civiles cuyo tema principal es la educación de México. Independientemente de que la evaluación de los docentes se haya podido haber hecho mejor, esta función representa solo una parte (la más visible) de las muchas atribuciones y responsabilidades del Instituto. La creación del INEE, en 2002, obedeció a la necesidad de generar información objetiva sobre el Sistema Educativo Nacional (SEN) que sirviera a las autoridades correspondientes para la toma de decisiones y, también, para la rendición de cuentas ante la sociedad.
El INEE fue un parteaguas de la educación, pues por vez primera se dieron a conocer públicamente los resultados de las evaluaciones internacionales y nacionales que, hasta el momento, el gobierno había ocultado. Desde su creación, el INEE ha generado una cantidad importante de información sobre distintos componentes del SEN, en la que destacan los indicadores educativos del macrosistema educativo, los resultados de aprendizaje de los estudiantes de educación básica, las evaluaciones de la oferta educativa y de las condiciones para la enseñanza y el aprendizaje de la educación obligatoria. Además, ha producido distintas directrices para mejorar la calidad de la educación, especialmente de niños y jóvenes en condiciones de vulnerabilidad, y ha emitido lineamientos en materia de evaluación. Por ello, resulta inconcebible que desaparezca el INEE por las razones expuestas por AMLO y EMB.
Si viviera Franz Kafka, estaría feliz de saber que en México el gobierno de AMLO ha seguido lo que expuso en su libro El proceso (1925), donde Josef (el protagonista) es arrestado por una razón que desconoce y se adentra en una pesadilla burocrática para defenderse de algo que nunca llega a saber qué es. Análogamente, la llamada Cuarta Transformación ha juzgado y condenado al INEE por el solo hecho de haber cumplido con las leyes que han regulado y normado su actividad desde 2013.