Adrián de Garay
Quiero poner a debate un tema del que no tengo, anticipo, toda la información necesaria, pero que creo vale la pena reflexionar. En las últimas semanas hemos sido testigos de la crisis financiera de la Asociación de Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), para pagar su nómina porque la Subsecretaría de Educación Superior no les había depositado 118 millones de pesos, de acuerdo con la asignación de recursos establecido en el Programa Apoyo a Centros y Organizaciones del Gobierno Federal. De hecho, la ANUIES tuvo que recurrir a un préstamo bancario para atender el pago de los salarios de su personal. Y si bien, según información extraoficial con la que cuento, la SEP ya le depositó a la ANUIES este mes, no incluye los tres primeros meses del año. Es decir, el problema financiero parece que persistirá.
La ANUIES es una asociación civil no gubernamental que agremia a las principales instituciones de educación superior del país, tanto públicas como privadas (195), cuyo común denominador es su voluntad para promover el mejoramiento integral en los campos de la docencia, la investigación y la extensión de la cultura y los servicios. Fundada en 1950, una historia de la ANUIES puede consultarse en el libro coordinado por Germán Álvarez Mendiola: “La ANUIES y la construcción de políticas de educación superior 1950-2015”, editado por la propia Asociación.
No tengo la menor duda de la importancia que ha tenido la ANUIES para colaborar en la construcción de nuestro sistema de educación superior y de generar información nacional al respecto; en particular vale la pena mencionar los Anuarios Estadísticos, donde fue clave el trabajo de Herculano Ríos durante 34 años y que los hacía “a mano”. Lo mismo puede decirse de la Revista de la Educación Superior editada desde 1972 y que se ha convertido en un referente obligado para quienes quieren conocer el sistema.
Por su parte, un recuento histórico de sus instalaciones muestra que la ANUIES logró tener una oficina en un despacho de Radio UNAM, en Ciudad Universitaria en 1961; pasó por varios espacios durante algunos lustros y finalmente en 1994 adquirió una casa en la calle de Tenayuca 200, en la hoy alcaldía de Benito Juárez en la Ciudad de México, a la sazón casa de la Sra. Yolanda Vargas Dulché, creadora de las historietas de Memín Pinguín y Lagrimas, Risas y Amor.
A partir de la llegada de Julio Rubio Oca a la Secretaría General Ejecutiva de la Asociación en 1997, poco a poco se fueron comprando más casas en la misma cuadra, y hoy es dueña de un buen número de predios, incluyendo la construcción de un edificio llamado Centro de Innovación y Desarrollo inaugurado el año pasado y que es espectacular. Además, en 2004 logra una donación de un terreno en Valle de Bravo, en el Estado de México, gracias a las negociaciones del entonces Secretario General Ejecutivo de la ANUIES, Rafael López Castañares con el gobernador Arturo Montiel, entidad donde López Castañares había sido rector de la Universidad Autónoma del Estado de México. Por lo demás, en Valle de Bravo se cuentan también con instalaciones espléndidas para cursos, seminarios, reuniones y otras actividades.
Pero ¿De dónde tantos recursos para expandirse en instalaciones y tener una plantilla de 121 o más trabajadores? De acuerdo a la información que la propia ANUIES proporciona en sus Estatutos, recibe recursos tanto de las cuotas de sus instituciones asociadas, como del Gobierno Federal, a través de la SEP, y con pleno respaldo jurídico. Sin embargo, no es posible obtener información transparente del monto global de recursos de la Asociación, para así diferenciar ingresos propios y de la SEP, ni cómo los distribuye y en qué los gasta, ya que en su página electrónica no existe un portal de transparencia.
Probablemente no hay información pública de sus recursos y su ejercicio, toda vez que se trata de una asociación civil, y quizá no está obligada a ello, pero si recibe un financiamiento del gobierno federal por más de 100 millones de pesos ¿No estaría obligada a transparentar, al menos, el uso de esos recursos públicos que parecen ser soporte fundamental para pagar su nómina? Rendición de cuentas públicas.
Más aun cuando sabemos que el Secretario General Ejecutivo percibe un salario mensual de 106 mil pesos, su directores generales 90 mil pesos y sus directores de área 46 mil pesos. Existe tan poca transparencia que en el propio portal de la ANUIES, aunque se señala que existen cinco direcciones generales y 16 direcciones de área, no hay información de cuánto personal tienen a su cargo. La opacidad total. Cualquier comparación con los ingresos de rectores y directores académicos de alguna universidad pública muestra que los salarios del personal directivo de la ANUIES están por arriba. ¿Tienen la misma responsabilidad, el semejante personal a su cargo, y las mismas tareas que son de su competencia? Me temo que no.
No en balde la declaración del Presidente de la República a finales de mayo del presente año donde afirmó que las “universidades deben apoyar económicamente a la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y no depender únicamente del erario”. Lo que tiene sentido en la lógica de la llamada austeridad republicana, pero al menos el gobierno federal debería de haber explicado públicamente los motivos de la suspensión del recurso y su fundamento jurídico.
Quizá al depender financieramente la ANUIES del Gobierno Federal uno se puede explicar su silencio ante el proyecto de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez- a las cuales he llamado Gansito- donde tienen un presupuesto para este año de mil millones de pesos, en lugar de insistir, de acuerdo a sus documentos programáticos, de otorgar 2 mil 600 millones adicionales a la instituciones existentes para realizar un mayor esfuerzo- lo que ha hecho la mayoría- por aumentar la cobertura educativa.
¿Cómo ser crítico de las políticas educativas hacia la educación superior del gobierno en turno si dependo financieramente de él? Una encrucijada que no es nueva para la ANUIES, pero que ahora se enfrenta a la falta de recursos para sostenerse como tal, fundamentalmente para garantizar el salario de sus trabajadores. Ni la ANUIES ofrece cuentas claras, ni tampoco el gobierno federal proporciona explicaciones sobre la detención de parte de los recursos otorgados por años a la Asociación.