Los hechos recientes respecto al movimiento de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional me hicieron recordar la novela de Henry James, Otra vuelta de tuerca. No que me haya aterrado por la forma en que se desarrolló la revuelta, al contrario, fue muy civilizada, mas me preocupan las posibles consecuencias que pueda traer la solución que ofreció el gobierno.
Cierto, la situación del país es delicada: no hay una visión clara del caso Tlatlaya, aunque haya militares consignados. Tampoco de los 43 estudiantes desaparecidos (tal vez todos asesinados) de la Normal de Ayotzinapa, que hacen recordar la guerra sucia de los años 1970, donde se esfumaban los opositores al gobierno, pero ahora en territorios gobernados por el PRD. También persiste la fuerza de la delincuencia organizada con capacidad de desestabilización. Fenómenos que presentan un cóctel explosivo. Lo menos que quería el gobierno era que el 2 de octubre se conjugaran las marchas del recuerdo y el movimiento del IPN; y desactivó a éste de la manera tradicional: concediendo.
Osorio Chong arriesgó capital político (y su persona) al plantarse dos veces frente a miles de estudiantes; una vuelta de tuerca que envió el mensaje de que este gobierno no quiere ser tildado de represor. No obstante, otorgar todo a los estudiantes no garantiza el regreso a clases. Este movimiento no será la chispa que comience un incendio, pero hereda aprietos al gobierno.
Me imagino a miles de maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en enero próximo —cuando la SEP y la Secretaría de Hacienda se hagan cargo del pago de la nómina— marchando en orden, coreando consignas dentro de la corrección política y solicitando al Presidente que intervenga para que se les siga pagando la quincena, aunque no hayan respondido al censo ni se haya regularizado la plantilla en los estados donde esa corriente domina o tiene influencia. Se me dirá que tal vez sea un exceso de imaginación esperar una marcha de ese tipo de los maestros disidentes; pero a fe mía que la CNTE tiene experiencia y aprende de los hechos políticos. Sus dirigentes no son santos, pero tampoco tontos.
No vislumbro a Osorio Chong frente a esos docentes, ni siquiera recibiendo en persona a una comisión. Tampoco concibo que el gobierno les ofrecerá la cabeza del secretario Chuayffet o de los funcionarios que la SEP imponga en Oaxaca, por ejemplo (aunque eso sí se los pudiera conceder). Tampoco me imagino al secretario en un templete recibiendo a lo que queda del SME o a los grupos profesores del IPN que piden basificación. Pero esas cuadrillas estarán allí y le exigirán el mismo trato que ofreció a los estudiantes.
No digo que el gobierno la haya tenido fácil con el movimiento de los politécnicos; pero no vi una negociación en la Segob; observé una entrega de todo ¡Qué bueno que no hay represalias! Mas eso invita a que se repitan las acciones. No está mal que se vaya la policía industrial, pero el IPN no se quedará sin vigilancia. Lo que no cuadra es que se abroguen las reformas al reglamento interior —que nunca entraron en vigor— y que se rechace sin más el nuevo plan de estudios de la ESIA. Así se endosa la inmovilidad, se niega cualquier intento de reformar la educación superior.
Quienquiera que sea el nuevo director del IPN —y digo director porque estoy convencido de que el Presidente designará a un varón— tendrá que lidiar con la cobertura de cemento, como diría Torsten Husen, que representan los abogados de la inmovilidad.
Esto me conduce a la segunda vuelta de tuerca. Si bien parecía que la suerte de Yoloxóchitl Bustamante estaba echada desde que comenzaron los paros y cometió el yerro de culpar las fuerzas extrañas por la revuelta, pienso que el movimiento fue la culminación de un conjunto de críticas soterradas, de actitudes machistas que enmarcaron su administración, casi desde el primer día que ocupó el cargo. Al final de cuentas, más allá de los errores que ella hubiera cometido y de las irregularidades que encontró la Auditoría Superior de la Federación (que corresponden a 2012 y que se dieron a conocer tras su defenestración) lo que más pesó en su contra fue el hecho de ser mujer.
Retazos
Tercera vuelta de tuerca: los estudiantes no aceptan las concesiones.
*Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana
Carlos.Ornelas10@gmail.com
Publicado en Excelsior