Erick Juárez Pineda*
La investigación educativa y la incidencia en la toma de decisiones políticas aún no puede encontrar un camino claro que les una. Lo planteaba con cierta preocupación Don Pablo Latapí y lo sigue abordando hoy la comunidad científica de nuestro país.
Los puentes parecen distantes. Por un lado, la comunidad de investigadores y magisterial generan conocimientos valiosos en diversos campos; un sin fin de propuestas e iniciativas, practicas y nuevas narrativas son presentadas día con día. Por otro lado, en los círculos de poder desde los más altos puestos a nivel federal hasta los regidores en los municipios más pequeños del país, siguen prevaleciendo los aspectos políticos, electorales y económicos a los técnicos y científicos.
Este debate ha prevalecido por años. Latapí en diversas ocasiones mencionaba que era necesario establecer una estrecha relación entre investigación educativa, periodismo y políticas públicas, con en fin de lograr una mayor incidencia entre ambos mundos; y en su análisis identifica tres funciones en las que el investigador puede aportar a la toma de decisiones: como crítico, como asesor y como periodista.
Quien escribe en la prensa como periodista editorial o como reportero tiene su propia lógica, señala Latapí.
Está excluido del poder formal, pero aspira a tener impacto sobre éste y a ser tomado en cuenta. Esto lo lleva a seleccionar sus temas y enfocar sus textos buscando el mayor impacto en los lectores. En el caso del reportero, su ambición es “llegar a la primera plana”, para lo cual selecciona las aristas más espectaculares de la noticia. No le interesa “formar opinión pública” exponiendo los pros y contras de una posición y mostrando la complejidad del asunto, sino llamar la atención, revelar lo oculto, descubrir alguna complicidad escandalosa. Su agenda personal es hacer carrera dentro del diario y lograr que se le reconozcan sus triunfos.
El oficio del periodista de opinión o editorialista tiene reglas un poco diferentes, pero la mecánica psicológica que hay detrás es la misma en lo sustancial: también él busca notoriedad, ser tomado en cuenta, impactar; si no, no escribiría. Aunque dice que quiere “formar opinión”, rara vez expondrá los diversos puntos de vista del asunto tratado; más bien sustentará una posición entre las varias posibles.[1]
Recientemente, en el artículo titulado “Construir puentes entre la investigación y las políticas educativas: ¿Cómo pueden ayudar los Observatorios ciudadanos?”[2], Arcelia Martínez Bordón y Georgina Hermida Montoya retoman esta visión desde la perspectiva de Silvia Schmelkes:
Una sociedad bien informada tendría mucho mayor capacidad de influir certeramente en la toma de decisiones. …La relación entre la investigación y la distribución del conocimiento para crear una sociedad bien informada es un ejercicio de profunda democracia que es lo que permite [a la investigación] influir en la toma de decisiones …[Latapí] plantea la necesidad de avanzar en democracia y en participación social en materia de educación, [pues] sostiene que mientras la sociedad no crezca en su capacidad de exigir cuentas al gobierno, a los legisladores, a los sindicatos, la mala calidad y la desigual distribución de nuestra educación no podrán revertirse.
La educación en tiempos de confinamiento ha dado muchas oportunidades que deben ser aprovechadas. Actualmente, se desarrollan una infinidad de foros de análisis, mesas de debate virtuales, conversatorios y demás reflexiones escritas o en video sobre las oportunidades y errores que las autoridades educativas van cometiendo.
Además las experiencias de la educación a distancia obligatoria y el uso de medios electrónicos y tradicionales han puesto en la mesa nuevas oportunidades de investigación y ha traído de nuevo viejos trabajos sobre el papel de medios comunitarios.
También ha revelado un sistema educativo lleno de vicios, desigualdades y pocas oportunidades. Los trabajos académicos deberían enfocarse en la práctica docente y la mejora del aprendizaje. No olvidemos, por ningún motivo, a nuestros maestros.
Es ahí donde el periodismo, la investigación y la política educativa deben crear puentes fuertes, sólidos y con una visión de inclusión y contextualización. Solo así podremos avanzar en la formulación de mejores propuestas, prácticas y resultados.
Saquémosle jugo.
Por cierto…
La edición 2020 del Laboratorio de Periodismo y Política Educativa se ha tenido que aplazar por la (desgraciada) crisis del COVID19. Esperamos arrancar en la segunda mitad del año. Muy pendientes
*Erick Juárez Pineda. Periodista por la UNAM. Locutor de “La Otra Educación” 97.3 fm. Director editorial de Educación Futura. Coordinador del Laboratorio de Periodismo Educativo de la Ibero CDMX
Referencias:
[1] Pablo Latapí Sarrae. (2008). ¿Pueden los investigadores influir en la política educativa?. 14 de mayo del 2020, de Revista electrónica de investigación educativa Sitio web: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1607-40412008000100011
[2]Arcelia Martínez Bordón y Georgina Hermida Montoya. (Mayo del 2020). Construir puentes entre la investigación y las políticas educativas: ¿Cómo pueden ayudar los Observatorios ciudadanos?. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, L, 89. https://drive.google.com/file/d/1x_itfOYBzhmFSrjVt0uuIMciP1YzeMZM/view