A mi tío Rubén,
“te doy gracias por cada
momento de mi vivir”.
El pasado sábado se organizó el Festival de Español y Matemáticas: Proyectos Innovadores (Espa+Mate Fest) en la Secundaria General 3 de la ciudad de Querétaro. Fuera del horario de clases, se presentaron ahí, y ante varios docentes, cinco proyectos en educación básica que han registrado resultados “exitosos” en diferentes actividades realizadas por la Unidad de Servicios de Servicios para la Educación Básica del Estado de Querétaro (Usebeq).
Los proyectos fueron sobre: (1) ahorro y aprendizaje en preescolar; (2) “Leerflix”, cuyo objetivo era identificar emociones en el educando para luego relacionarlas con su comprensión lectora; (3) “Escríbeme una carta, Chencha” que por medio de una situación anónima el estudiante logra expresar por escrito cosas que de otra manera no harían tan fácilmente; (4) “El Festival del Viaje” que ayuda a madres, padres y estudiantes a conocer la diversidad lingüística de México, y (5) “Matemáticas creativas”, en donde el maestro nos puso a resolver juegos numéricos, enseñando que hay distintas fórmulas para llegar a un mismo resultado.
¿Qué aprende uno de este tipo de encuentros? Primero y antes que todo, que el cambio educativo es posible. Ante la cultura del pesimismo, el mantra contra el “neoliberalismo” y las metáforas que tienden a victimizar al magisterio, profesores de distintas escuelas, grados y niveles saben imaginar y poner en práctica salidas pedagógicas y hacer que sus estudiantes no sólo aprendan, sino que valoren el conocimiento. El buen maestro, dijo una docente, “no es aquel que satura a sus estudiantes de lecturas, sino quien se interesa de manera continua por su vida”.
Segundo, me llamó la atención que las y los profesores que presentaron sus proyectos de innovación pedagógica no expresaran ahí queja alguna sobre la burocracia escolar —ciertamente existente— o que les atemorizara la puesta en marcha del “nuevo” plan de estudios que propone la SEP. ¿Hay en ellos una capacidad para sortear modas sexenales? No lo sé, pero la USEBEQ podría indagar en ello y afinar su programa de desarrollo docente basado en este tipo de premisas. Infiero que los profesores que innovan no se detienen en ocurrencias.
Tercera lección que recojo del Fest educativo de Querétaro, para que estos proyectos funcionen es clave que las madres y padres de familia se involucren. Esto no es sólo una exigencia burocrática, sino una condición orientada hacia el aprendizaje de tipo horizontal. Para que las madres y padres de familia comprendan —y valoren, diría yo— la tarea docente, es necesario que ellos mismos desarrollen estrategias didácticas, según expusieron las maestras que trabajaron en conjunto el tema socioemocional y la comprensión lectora. La integración de áreas y contenidos es otro rasgo de la innovación.
En resumen, hay posibilidades reales para hacer avanzar la educación, los cambios sexenales pueden no pesar tanto cuando un docente sabe innovar y en ello, los padres y madres de familia debemos hacernos responsables. Pero aún hay retos para la USEBEQ y la sociedad queretana. Uno, difundir ampliamente este tipo de encuentros como lo comentó más de un asistente. Dos, saber si las innovaciones dan resultados y cómo replicar estos proyectos en las distintas escuelas y tres, aprovechar la motivación y creatividad docente en la gobernanza del sistema educativo estatal.
Investigador de la UAQ