No sé si sea un dicho popular, pero a menudo escucho que es más fácil destruir lo existente que crear un objeto nuevo. Con la Reforma Educativa de 2013 no se demolió al todavía joven Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, se le otorgó autonomía constitucional y creció su importancia; se erigió sobre lo existente.
Si bien en su iniciativa del 12 de diciembre, el presidente López Obrador diseñó una contrarreforma educativa, en el Congreso, los partidos de oposición abanderaron una iniciativa que elaboraron colegas investigadores de la educación. Ésta le quitaba los filos destructores (ni una sola coma, había dicho Mario Delgado) y, sin atacar la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, moderaba el afán demoledor, fue la reforma de la reforma.
Uno de los dispositivos de esta moción reparaba la idea del gobierno de sujetar bajo el control de la Secretaría de Educación Pública al organismo que sustituiría al INEE. En su lugar, el Congreso aprobó —y me imagino que López Obrador dio su visto bueno— un aparato con autonomía técnica comandado por una Junta Directiva que elegiría el Senado sin injerencia del Poder Ejecutivo, asesorada por un Consejo Técnico, electo de igual manera.
Al igual que en la reforma de 2013, primero se designa a los jefes y luego se elaboran las leyes que establecen sus responsabilidades y atribuciones. “Esto es México, ¿qué le vamos a hacer?”, me dijo mi amigo El Maestro, a quien hacía tiempo que no saludaba.
Después de tropezones, el 2 de julio, el Senado designó a los 12 capitanes del Organismo para la Mejora Continua de la Educación (OMCE). A pesar del desaseo en el proceso de designación —pacto entre Morena y PRI— no prejuzgo. No pienso que sean chairos, como tampoco que los jefes del INEE fueran fifís.
No obstante, los perfiles de los nuevos jefes son diferentes. En el INEE se privilegió a la academia, los primeros integrantes con carreras distinguidas en la investigación educativa; en la nueva Junta, hay pluralidad. Dos de las integrantes, María del Coral González Rendón y Etelvina Sandoval Flores, son normalistas de origen. Silvia Valle Tepatl es licenciada en educación primaria. Las tres con experiencia frente a grupo y espíritu magisterial. También militantes de Morena y, al menos Sandoval, cercana a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Los dos varones tienen experiencia en el funcionariado. Óscar Daniel del Río Serrano tiene dos doctorados, pero su experiencia es en puestos administrativos, también miembro de Morena. Florentino Castro López es ajeno al sector educativo. Llegó por un compromiso entre Morena y PRI.
Entre los integrantes del Consejo Técnico predomina el perfil académico, y experiencia en el servicio público. Al parecer, allí hay pluralidad en orientaciones políticas.
El OMCE nace en tiempos de incertidumbre. Colegas y periodistas son escépticos acerca de su futuro desempeño. Pienso que no será mejor ni peor que la faena de la SEP en tiempos de Morena.